Cascajal (Coronado). “He inseminado tantas vacas en mi vida, que hasta levantan el rabo cuando me ven llegar”, dice entre carcajadas Alfredo Zúñiga Brenes, conocido en este cantón y sus alrededores como Papá Toro .
Quien quiera aumentar su familia ganadera solo tiene que darle una llamada. “Dicen que tengo buena mano; me dedico a esto desde 1963 y me llaman de varias partes”.
Este señor “modelo 37”, como el mismo lo dice, no se cansa de recorrer el cantón para procurar que más vacas y toros vengan a este mundo.
“Hasta Guápiles me han llevado. No tengo idea de cuántas vacas he inseminado, solo le puedo decir que entre los años 70 y 80 llegaba a tratar unos 500 animales al mes”.
El famoso Papá Toro es casado y tiene solo un hijo, pero como el mismo agrega: “De cuatro patas tengo cientos regados por todas las fincas... y a ninguna le doy pensión”.
Cualquier médico especialista en inseminaciones humanas se deseara el récord de éxitos que tiene este personaje.
Sus servicios los ofrece por la suma de ¢2.500 en cada intento y con eso procura vivir.
“Calcule que en el año 75 pude comprarme este jeep Toyota nuevo, salido de agencia, cobrando solo ¢10 o ¢15 por cada inseminación.
“Me costó ¢60.000; ahora, que cobro más de ¢ 2.000 no he podido cambiarlo. Comprar un carro nuevo es una millonada”, goza contando el cuento.
Sin embargo, no se queja del oficio que escogió para ganarse la vida.
Su familia por años se ha dedicado a la ganadería lechera y él disfruta incrementando la población ganadera de la zona.
Si usted está de paseo por este cantón y de pronto se encuentra estacionado un viejo jeep Toyota color vino, de seguro un ternero ya viene en camino.
Da gusto verlo trabajar. No obstante, es posible que los animales tengan otra opinión.
“Ellas ni se dan cuenta”, dice el experimentado Toro , pero de seguro las vacas preferirían el método natural.