En medio de una provincia con altos índices de violencia, depresión e intentos de suicidio, hay un cantón puntarenense que muestra todo lo contrario: Esparza. Allí, los índices son diametralmente opuestos y de hecho están por debajo de la media nacional y de muchos cantones del país.
En Esparza, la tasa de violencia intrafamiliar es la más baja de toda la provincia, con 243,41 casos por 100.000 habitantes. Esta cifra representa un poco más de la mitad de la registrada a nivel nacional, y es la tercera parte de la reportada en la provincia costera.
Allí, la incidencia de la depresión (160,44 casos por 100.000 habitantes) es la mitad con respecto a la tasa nacional y la de Puntarenas. Lo mismo sucede con los intentos de suicidio, con una tasa de 47,79 casos, frente a 77,2 a nivel nacional y 112,3 de la provincia.
¿Cuáles pueden ser las razones? La Nación habló con personas que trabajan en grupos municipales, centros de salud y de comités de deportes para explorar las variables.
Las conversaciones arrojaron un común denominador: una comunidad organizada, con un engranaje que cubre al gobierno local (independientemente de los cambios de mando), organizaciones de la sociedad civil, centros de salud y de educación.
Lisbeth Hidalgo Quesada, trabajadora social del área de salud de Esparza, comentó que el cantón se caracteriza por la organización interinstitucional, pero su valor agregado es una población muy participativa.
Wilburg Díaz Cruz, director de la Red de Servicios de Salud del Pacífico Central de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), habló sobre la importancia de una buena organización de las instituciones del Estado, académicas y de empresas privadas.
También hay una línea de trabajo del ayuntamiento que se mantiene, independientemente de quién está en la alcaldía.
“El gobierno local ha invertido muy fuertemente en infraestructura. Eso permite escuelas de música y de arte, de deportes, de espacios de reunión”, recalcó.
Las diferentes estrategias buscan, dijeron ambos especialistas, no “apagar los incendios”, sino ser sostenibles en el tiempo y de esa forma prevenir.
Atención a la violencia desde varios enfoques

La violencia intrafamiliar se trabaja desde múltiples acciones. Los grupos femeninos cubren todas las áreas recreativas. Ahí hay participación del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), la CCSS y la Municipalidad, pero ante todo, de las vecinas.
Esto no solo fomenta en las mujeres el desarrollo de competencias y habilidades, sino también las lleva a reconocer sus derechos, identificar abusos y saber cómo actuar. Más allá, les da redes de apoyo y compañía, y también protege su salud mental.
La labor con hombres también es clave. La Municipalidad trabaja directamente con el Instituto WEM, que tiene como eje las nuevas masculinidades.
Cada martes en la noche, durante dos o tres horas, se reúnen decenas de hombres mayores de 18 años, de Esparza y cantones aledaños, y comparten, con la ayuda de profesionales en Psicología, temas relacionados con el manejo de sus emociones, del machismo, de la violencia, pornografía, paternidad, cómo actuar con la ira, entre otros.
Esteban Aguilar Castrillo, enlace municipal con el grupo WEM, indicó que esto comenzó con un proyecto del gobierno local hace ocho años y desde entonces ha crecido. Tiene un subsidio por parte del ayuntamiento, que contrata los servicios.
Allí, se comparten experiencias personales en un clima de confianza, lo cual también funciona como terapia grupal.
También hay actividades o sesiones extraordinarias, dos veces al año, en donde se invita a los familiares a participar. Lo anterior permite la entrada a mujeres y hombres menores de edad que aprenden sobre cómo llevar una vida sin violencia y con masculinidades positivas.
“A veces es lindísimo oír a muchachos hablar de cómo el papá cambió y ya se lleva mejor con todos en la casa y se sienten más queridos. Todo eso los ayuda para cuando sean mayores de edad”, comentó Aguilar.
Una comunidad unida por el tenis de mesa

Si a un esparceño le preguntan qué define a la comunidad muchos dirán “el tenis de mesa”. Este deporte se juega desde hace décadas y es un elemento unificador en gente de todo el cantón, de toda edad y condición social.
Cristian Carvajal Chaves, de la Asociación Esparceña de Tenis de Mesa (Aeteme), recordó que la actividad comenzó en “un galeroncito” con dos o tres mesas donde se preparaban muchachos para los juegos nacionales. Con el tiempo se construyó una sala.
“A nivel competitivo, Esparza ha sido pentacampeón de Juegos. El alto rendimiento es de buen nivel. Tenemos seleccionados nacionales, gente que juega a nivel profesional en otros países”, dijo Carvajal.
Posteriormente, comenzaron programas de niñez, de adultos mayores y de personas con discapacidad. Ya hay 160 participantes.

Los entrevistados coincidieron en que, aunque esta no es una receta que pueda aplicarse al pie de la letra en todos los cantones, sí demuestra que puede trabajarse para prevenir la violencia y mejorar la salud mental.