Quito. Miguel Ángel Rodríguez anda eufórico aquí.
Y no es para menos. Es muy posible que mañana a las 9 a. m. el expresidente costarricense (1998-2002) se convierta en el nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Ayer el frío de esta linda capital ecuatoriana contrastó con el calor que Rodríguez emanaba en sus abrazos a diestra y siniestra.
En su rostro mostraba una sonrisa perenne y en sus palabras la seguridad de convertirse en el primer centroamericano en dirigir el organismo hemisférico.
En medio de una intensa agenda conversó con La Nación.
Hundido en aquel gran asiento de cuero, en el sótano del hotel Suissotel, de esta ciudad, habló con entusiasmo durante 43 minutos y esbozó los planes que espera poner en práctica durante los próximos cinco años que estaría al frente de la OEA.
Su período como secretario general comenzaría el 15 de setiembre.
–Don Miguel, a casi un día de la elección, ¿qué percibe de lo que ha hecho hasta hoy?
–Creo que se ha logrado una unidad en el hemisferio que es fruto del acuerdo en valores. Esa unidad de valores nos ha permitido construir un consenso para ir a una elección de una candidatura que en principio muchos veían como imposible, porque no contaba con el apoyo de los más cercanos ni de los más poderosos, pero que logró ir generando alrededor de esos valores un consenso con los 34 países.
–¿Qué le ayudó a lograrlo?
–El ser un candidato de Costa Rica lo ha hecho posible, porque a veces los costarricenses no nos damos cuenta de lo que tenemos. Costa Rica tiene una situación de democracia, de derechos humanos, de solidaridad social, de desarrollo que es muy buena. Afuera nos ven más fácilmente esas cosas y ven a Costa Rica como un país distinto.
–¿A quién se le debe que usted logre llegar a este punto?
–A los 34 países y a mucha gente, a Costa Rica. El que esta candidatura venga en un momento cercano del término de mi presidencia me ayuda, ha habido gobiernos amigos que se lanzaron desde el principio a ayudarme y otros que vinieron en momentos importantes posteriores. Don Abel Pacheco ha sido un amigo importante de esta lucha, le dio calor y apoyo a esto. Embajadores muy distinguidos que ayudaron a crear un clima importante, además de amigos de otro tipo.
–Y usted, ¿está cansado?
–La verdad que no. A mí el trabajo no me cansa, me cansa el estar inactivo. No tengo derecho a cansarme, tengo cinco años muy importantes por delante en donde tengo mucho que hacer.
–¿Tiene la edad para hacerlo?
–Creo que soy muy joven a los 64 años. Papá empezó a trabajar a los 12 años y se retiró a los 74, de manera que me parece que estoy con mucha juventud por delante para trabajar y meterme en esto.
–¿Qué le espera a la OEA de ganar usted la elección?
–Mucho trabajo. Creo que es mucho lo que se ha hecho y yo quiero construir viendo lo mejor que se haya hecho en el pasado para exigirme de ahí para adelante. Por ahora tenemos un gran reto pues existe la Carta Democrática, pero tenemos que ver cómo se pone en práctica.
–¿Hará cambios?
–Cada vez que hay un cambio de timonel, algunos cambios se hacen. Estoy trabajando en mejorar o hacer más eficiente la parte administrativa y en concentrar los recursos de la organización en ciertos ejes.
–Resiente que Nicaragua haya sido el último país en darle su apoyo?
–En lo más mínimo. Quisiera yo decirle a todos los costarricenses y a los nicaragüenses que estamos, gracias a Dios, condenados a vivir juntos.
–¿Adquirió el Gobierno algún compromiso con algún país en busca de apoyo para su candidatura?
–No, creo que se hizo una campaña muy clara y nunca vi que el país tuviera que comprometerse.
–¿Usted tampoco?
–Ah, yo sí, un montón. Compromisos de mucho tipo.
–¿Cómo le explica a los ticos la importancia o no de que usted llegue a la OEA?
–Si yo fuera un pésimo secretario sería malísimo para Costa Rica, porque sería un mal ejemplo para Costa Rica. Por eso debo ser bueno por mi responsabilidad con Costa Rica. El que haya un costarricense en ese puesto hace que haya una labor de promoción del país y genera una mayor atracción por Costa Rica.
–¿Cómo se siente?
–Siento esto muy parecido a cuando nació Miguel Alberto, mi hijo mayor. Me acuerdo perfectamente bien el momento en el cual todavía antes de que lo lavaran, recién nacido, lo vi y lo que yo sentí fue algo así como ‘caramba, qué es esta maravilla, pero qué es esta responsabilidad, qué torta, ahora sí tengo que hacer las cosas muy bien hacia adelante porque tengo una enorme responsabilidad’.
–¿Va a llevar a otros ticos a la OEA?
–Evidentemente habrá un pequeño grupo de costarricenses que sería mi grupo de cercanos colaboradores, porque uno a los que conoce es a los que tiene más cercanos, y evidentemente yo tengo más conocidos dentro de los costarricenses, lo que significaría que un pequeño grupo, muy pequeño porque no se trata de abusar, irían a darme apoyo en esa tarea.