“Hemos recibido una terrible noticia. Perdimos el Columbia. No hay sobrevivientes”. Así, breve y con el rostro sombrío, el presidente George W. Bush anunció ayer a los Estados Unidos la tragedia del transbordador espacial que se desintegró cuando regresaba a la Tierra con sus siete astronautas.
La nave, que había cumplido una misión de 16 días en el espacio, estalló a 61,8 kilómetros de altitud, al reingresar a la atmósfera y sus restos, convertidos en una bola de fuego, cayeron sobre el estado de Texas (sur).
Eran las 8 a. m. en Costa Rica cuando el Columbia desapareció de las pantallas de los radares del Centro Espacial Kennedy, en Florida: apenas faltaban 16 minutos para el aterrizaje.
El último contacto por radio fue dramático:
Control de la misión: “Columbia, aquí Houston. Hemos visto los mensajes sobre la presión de los neumáticos y no hemos recibido la última”.
Columbia: “De acuerdo... eh...”. En este momento la transmisión se cortó después de que uno de los astronautas comenzó a decir algo ininteligible.
A bordo del navío iban seis estadounidenses y el coronel del ejército israelí Ilan Ramon, de 48 años de edad, cuya familia lo esperaba en el Centro Kennedy.
En Israel, por la televisión miles seguían en vivo el retorno triunfal de su primer astronauta y quedaron conmocionados al ver el desenlace del vuelo.
La misión de Ramon –hijo de un sobreviviente del Holocausto– había borrado prácticamente las noticias sobre las vicisitudes que acosan al país.
Otra nación que lloraba era India pues en el Columbia también viajaba Kalpana Chawla, quien hace 41 años nació en ese país y, gracias a su decidida superación personal, se convirtió en astronauta en 1994, luego de obtener la nacionalidad estadounidense.
Miles de personas al norte de la India desafiaron ayer una fría noche invernal para hacer sonar las campanas de sus templos y orar por un milagro que devolviera la vida a Kalpana.
Su rostro apareció en varios diarios indios, que ayer titularon “Bienvenida” u otros mensajes.
Confirmado: hallan restos
Anoche, la policía de la ciudad de Hemphill, en Texas, anunció que había encontrado restos de los tripulantes entre los trozos desperdigados del aparato.
“Confirmo que se descubrieron restos humanos entre los restos del transbordador Columbia”, dijo la portavoz policial Karen Steele, sin aportar otros detalles.
Reveló, además, que “varias personas fueron hospitalizadas en el estado (de Texas) luego de haber tocado (trozos del aparato)”.
La agencia espacial estadounidense NASA advirtió, inmediatamente después de la tragedia, del carácter tóxico de esos restos, debido al carburante empleado para su propulsión. Los mismos quedaron esparcidos, se cree, en un radio de 300 km.
¿Qué pudo causar la tragedia? Conmocionados, los altos funcionarios de la NASA dieron la cara a los medios y prometieron investigar a fondo.
Dijeron que examinarán de cerca el impacto de un pedazo de espuma aislante que se desprendió de los tanques de combustible en el despegue, el 16 de enero, y que golpeó el ala izquierda.
Cuando ocurrió, los controladores de Tierra creyeron que no había dañado el esencial escudo de cerámica que poseen los transbordadores para aislar al aparato del tremendo calor cuando entran a la atmósfera.
En ese momento, las naves deben seguir un ángulo de penetración de 40 grados en relación con la horizontal y de sus alas.
Esa trayectoria en diagonal permite que las escamas de protección térmica puedan proteger a la nave de las altas temperaturas por la fricción con el aire, que alcanza los 1.650 grados.
Ante la tragedia, la NASA suspendió los vuelos de los tres transbordadores restantes hasta que encuentre las causas de la tragedia y se solucione el problema.
Eso afectaría a los tres astronautas que están actualmente en la Estación Espacial Internacional, que deberían volver a Tierra en un transbordador.
Ron Dittemore, administrador del programa de transbordadores, dijo que en la Estación tienen suficiente comida para permanecer hasta junio, pero que podrían regresar en la nave rusa Soyuz si fuera necesario.
Desde casi todo el mundo los familiares de los astronautas recibían mensajes de solidaridad.
Eso no ocurrió desde Iraq, que enfrenta la posibilidad de un ataque estadounidense. Allí, algunos decían que la tragedia es una venganza de Dios. “Nos alegramos de que se haya destruido”, dijo Abdul Jabbar al-Quraishi, un empleado del gobierno.