Aguas Claras de Upala. El gerente de la agencia del Banco Nacional en Aguas Claras, Luis Angel Herrera Salazar; su esposa, Mary Soto Arana, y su hijo Hánzel fueron liberados ayer a las 12:30 a.m. por tres hombres que los tuvieron como rehenes para ejecutar un robo en esa oficina.
La familia fue dejada en libertad en un camino de San Bernardo de Bagaces, a unos 40 kilómetros de Aguas Claras, y de allí se trasladó a pie hasta su vivienda. Todos están en buen estado de salud.
Los asaltantes -cuya identidad aún se desconoce- se llevaron ¢4,4 millones, confirmó ayer a La Nación Roberto Méndez Retana, jefe de Seguridad del Banco Nacional de Costa Rica, que se trasladó a la zona para conocer los primeros detalles de los hechos.
Asimismo, aproximadamente a las 10 a.m. del sábado, la policía localizó en Liberia el automóvil café, de dos puertas, propiedad de Herrera Salazar, en el que huyeron los asaltantes tras abandonar a sus víctimas.
Un contingente de efectivos del Ministerio de Seguridad Pública, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y la Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional (DIS) mantenía ayer un operativo conjunto para tratar de dar con el paradero de los delincuentes y el botín.
La acción se concentró en Aguas Claras y los poblados de Santa Fe, La Fortuna y Guayabo, ubicados en el cantón de Bagaces. Asimismo, en Liberia.
Las autoridades no tenían indicios sobre la identidad de los malhechores. Tampoco sabían si eran nacionales o foráneos.
Los hampones interceptaron a Herrera -de 41 años- en un camino que conduce a Guayabo de Bagaces cuando viajaba en compañía de Soto -de 28 años- y su hijo Hansel, de tres, a realizar una transacción de un vehículo.
Tras dejar amarrados en el automóvil a la mujer y al niño se trasladaron con el gerente a su casa para que les entregara la llave de la agencia bancaria, situada contiguo a la vivienda, en Aguas Claras.
Minutos después, la mujer logró alcanzar una cuchilla de juguete que el niño le regaló a su papá y que este usaba como adorno en el espejo retrovisor. De esta manera soltó las amarras y ya libres se quedaron en el carro.
Tensión en la casa
Cuando los ladrones llegaron a la casa del gerente eran las 8:45 p.m. y ya estaban ahí otras dos hijas de Herrera: Krisia y Viviana Herrera Avendaño, de 17 y 16 años, respectivamente.
Ambas son hijas de un matrimonio anterior del funcionario.
Las muchachas habían regresado de una actividad religiosa y se dedicaron a ver televisión mientras aguardaban a su progenitor.
De repente vieron llegar un vehículo Cherokee gris, del cual se bajó su padre con dos hombres más.
Abrieron la puerta principal y observaron que su padre era amenazado por uno de los individuos que le exigía las llaves del banco.
Uno de ellos ocultaba su rostro con un pañuelo mientras que el otro lo mantenía descubierto. Este se trasladó a la oficina del Nacional junto con Herrera y diez minutos después regresó con el botín en sus manos.
Al salir, montaron en el vehículo al gerente y se dirigieron nuevamente al sitio en donde estaba el otro carro con la señora Soto y su hijo. Aquí liberaron al gerente y huyeron.
Según Krisia Herrera, uno de los individuos era alto, delgado y de barba rala, vestido con pantalón de mezclilla negro y camisa oscura.
El otro, según la testigo, es bajo, usaba camisa clara, pantalón café y un pañuelo rojo con bolas blancas.
Y el tercer individuo se quedó en el carro y, en consecuencia, no pudo ser visto de cerca por las testigos. Solo les pareció que se trataba de un hombre mayor.
Colaboraron en esta información Rónald Moya y Rónald Matute en San José.