San Ramón y Palmares. Pasaron por lo menos 20 minutos antes de que Rosalbania Fernández se enterara de la muerte de Julio Adrián Jiménez Jiménez, un reservista de la Fuerza Pública con quien había aceptado actuar de rehén, para un simulacro.
Eran las 6:45 p. m. del miércoles y la comerciante de 33 años decidió pasar al Supermercado Compre Bien, en el centro de Palmares, a hacer unas compras de última hora. Allí notó movimientos sospechosos y consultó con la administradora. Fue así como se enteró que varios reservistas iban a realizar una simulacro de robo.
Interesada en conocer la estrategia en esos casos, se ofreció a ser la supuesta rehén.
"Me tomó por detrás y me sacó del supermercado. Un policía que sí sabía que era un simulacro le gritaba: `¡déjela que se vaya!' Unos civiles me decían que me fuera porque el muchacho no me estaba apuntando con nada, que me estaba engañando", recordó la mujer.
Fue entonces cuando escuchó el disparo y sintió algo que rozó su oreja. Entonces, el supuesto maleante se desvaneció en sus espaldas y estuvo a punto de llevarla consigo al suelo.
"Cayó del lado izquierdo, vi un huequito del que salía sangre. Me pareció que todo era muy real. Me fui para adentro y le dije a la administradora que todo había salido muy bien".
Cuando salió de nuevo y vio las caras de angustia de un bombero y de otra organizadora del simulacro, Sally Monge, fue cuando se percató que el hombre que la felicitó minutos atrás por su actuación había muerto camino al hospital y que la detonación que oyó provino de un arma calibre nueve milímetros.
"Yo nunca vi a la persona que disparó. Tuvo que haber sido muy profesional porque le llegó de una manera que a mí no me iba a dar la bala. Llegó por detrás. Si yo hubiera estado en peligro real, él me hubiera salvado la vida", agregó la comerciante.
Un buen ciudadano
La noticia tardó más de dos horas en recorrer los pocos kilómetros que separan Palmares de San Ramón, donde Julio Adrián Jiménez vivía con sus padres y sus dos hermanos menores.
En su casa, lo último que recordaron fue la despedida del muchacho, cuando le dijo a su madre que iba para un simulacro. Para nadie en la familia resultaba extraño, pues siempre fue muy activo y aún más durante los últimos cuatro años que era miembro de la Reserva de la Fuerza Pública, aunque trabajaba como joyero.
"Hacía mucho por la humanidad. Su ilusión era la Reserva Nacional. El con su placa y su uniforme&...; quería entrenar a mucha gente para ayudar al país", recordó su papá, Julio Jiménez.
Recientemente, durante el paso del huracán Mitch, pasó todo el tiempo fuera de su casa, pendiente de las emergencias en algunos barrios palmareños. Ayer, en cambio, su familia y sus amigos esperaban la llegada de su cuerpo.
La muerte del joven reservista, muy conocido en la zona, aumentó el sinsabor que estos llamados simulacros ha dejado entre los lugareños. Hace tan solo un mes, cuatro personas resultaron heridas en otra de estas actividades en el Seguro Social. Ahora costó una vida.