
Las posiciones sobre el comportamiento natural de los gallos de pelea son encontradas y varían considerablemente.
De acuerdo con Alexánder Pinto, quien defiende la tradición de los combates y aboga por la regulación de estos en la normativa costarricense, los gallos son naturalmente agresivos y desde muy temprana edad es necesario mantenerlos separados para evitar que se maten entre ellos.
“Yo he visto pollitos de unos días de nacidos brincar y tirársele a otro más grande”, cuenta Pinto. “Está en los genes de ellos. Marcela Guerrero –diputada del Partido Acción Ciudadana– dice que nosotros les enseñamos a ser agresivos, pero eso ya está en ellos”.
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El caso de Pinto cuenta con varias publicaciones a su favor, aunque muchas de ellas provienende plataformas que abogan por la defensa de las peleas de gallos.
En el libro The Handbook of Deviance (Apuntes sobre las desviaciones), de Erich Goode, se recogen testimonios de galleros en distintas partes del planeta que sostiene que es “cruel prevenir que los gallos peleen, pues los gallos de pelea sin combativos desde nacimiento”.
En Violence, Inequality and Human Freedom (Violencia, desigualdad y libertad humana), de los académicos Peter Iadicola y Anson Shupe, se asegura que “la ferocidad natural de los gallos de combate (y su capacidad para hacer daño) se potencia cuando se remueven las espuelas naturales y se reemplazan”.
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En contra
La posición del Colegio de Médicos Veterinarios sobre la natureleza presuntamente agresiva de los animales, sin embargo, difiere de lo expuesto por Pinto.
De acuerdo con la doctora Laura Loaiza y el doctor Juan Carlos Murillo, miembros de la junta directiva de este ente, la agresividad de los gallos de combate es más una consecuencia que una causa.
“Hay estudios de comportamiento que demuestran que los animales, al igual que los humanos, no son agresivos ni malos por naturaleza: es el sistema que los hace así”, afirman.
Loaiza y Murillo agregan que “normalmente los pollitos desde pequeños son puestos con pollos un poco más grandes que ellos para comenzar ese sistema de territorialidad y que empiecen a pelear entre ellos, entonces no es algo que se trae en los genes”.
“Es algo que se ha venido modificando a través del tiempo y sus comportamientos comienzan desde muy pequeños pero es por el tipo de entrenamiento que reciben”, dicen los doctores.