Tres horas después de un desayuno frugal con el presidente Luis Guillermo Solís, y el ministro de Seguridad, Celso Gamboa, el jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, John Kelly, conversó con La Nación sobre su visita al país, sus apreciaciones sobre el nuevo Gobierno y las relaciones políticas que median en las operaciones conjuntas para atacar el narcotráfico en la región centroamericana.
Con 44 años de estar ligado al Ejército estadounidense, Kelly afirma que para su país sería más fácil colaborar en la lucha contra el narco si los buques de guerra pudieran atracar en los puertos ticos.
Dice estar confiado de que el gobierno de Luis Guillermo Solís continuará con la ayuda en estrategias militares como Operación Martillo, que desde hace tres años se implementó en la región centroamericana como una medida para quebrar los puentes del narcotráfico cuyo destino son los consumidores de EE. UU.
Este país es el mayor consumidor de cocaína del mundo, según el último informe mundial de drogas de Naciones Unidas.
Kelly, quien no cree en la legalización de las drogas como un estímulo para disminuir el contrabando, asegura que la colaboración del nuevo Gobierno será de acompañamiento, sin imposiciones.
En Costa Rica, dicha colaboración se refleja en la aplicación del Convenio de Patrullaje Conjunto, que permite la entrada de naves y militares estadounidenses para trabajar con las autoridades locales en el ataque a los grupos narco.
No obstante, este trabajo con el Gobierno costarricense encuentra oposición de parte de legisladores contrarios a los intentos de la administración estadounidense para que ingresen barcos de guerra artillados de su fuerza naval.
¿Considera que se debe modificar el Convenio de Patrullaje Conjunto para que puedan ingresar buques de guerra a Costa Rica?
“Primero que nada, pienso que es una decisión interna de Costa Rica que respetamos, pero me gustaría tener (aquí) los barcos de la fuerza naval de los EE. UU. Sin embargo, es una decisión interna. Sí me encantaría llegar a puerto con nuestros barcos (...), pero estamos en un punto de cero presión. Esto no cambia nuestra relación, aunque hace un poco más complicada las cosas a la hora de trabajar juntos; sin embargo, no hay presión”.
El coronel Kelly escucha la siguiente pregunta. Solo cuatro meses atrás, el 29 de abril, había comparecido ante el Comité de Relaciones Internacionales del Congreso de Estados Unidos, donde explicó a los senadores el avance de la “Operación Martillo”.
En su comparecencia, Kelly aseguró que la Operación Martillo había arrojado resultados exitosos, y que “refleja el compromiso con los aliados europeos para contrarrestar la expansión de organizaciones delictivas transnacionales y proteger a los ciudadanos de Centroamérica de la violencia, el daño y la explotación, provocados por las redes delictivas”.
Empero, la violencia producto del narcotráfico no deja de dar muestras de su crudeza, que se ha vuelto más evidente en la provincia de San José, donde la lucha entre bandas narco dejaron un saldo de 17 muertos en solo siete meses .
¿Qué pasa que la Operación Martillo no ha podido evitar que este tipo de situaciones se den, en detrimento de los ciudadanos centroamericanos que usted mencionó en el Congreso?
“La Operación Martillo tenía dos propósitos: interceptar tanta droga como fuera posible y agarrarla en grandes cantidades”.
El segundo punto que menciona Kelly es el propósito para detener el narcotráfico y sus bandas con la menor violencia posible.
“Creo que a este momento, la Policía ha interceptado este año 29 toneladas de cocaína con cero violencia (...). Sobre al nivel de criminalidad, le he dado seguimiento y me he reunido con organismos de derechos humanos para hablar de diferentes áreas”, agregó.
El jefe del Comando Sur agrega que en cuanto a la violencia de las bandas de narcotráfico, es importante el trabajo conjunto de las diferentes organizaciones, tanto estatales como internacionales, para reducir el impacto de las mafias.