“Que la naturaleza sea respetada y se convierta en motivo no solo de gozo para la vista, sino también de motivo de vida para la gente”.
Este es uno de los anhelos que el presidente Luis Guillermo Solís mencionó en su discurso improvisado en el acto oficial del aniversario 193 de la Independencia.
Aunque no hizo referencias a asuntos políticos internos, sí citó de manera breve su concepto sobre el aprovechamiento de los recursos naturales, en momentos en que se dirime el futuro del megaproyecto hidroeléctrico El Diquís , en la zona sur del país.
Su referencia a lo ambiental coincide también con el señalamiento hecho en el acto de presentación de su informe de 100 días de gobierno. “La tierra no puede ser solo para conservar. Necesitamos que los agricultores garanticen la producción de comida”, dijo esa noche, ante una consulta de la activista ambiental Eva Carazo.
A cinco días de viajar a Nueva York, donde participará en una cumbre mundial sobre cambio climático , expresó que la conservación ambiental tiene sus límites. “La naturaleza es con la gente. Así como hay espacios que deben ser preservados absolutamente, hay otros donde lo deseable y lo obligatorio es aprovechar los recursos en beneficio de la comunidad”, explicó ayer en unas breves declaraciones a la prensa.
Antes había participado en un acto para el que prefirió no llevar discurso escrito y en el cual exaltó el carácter centroamericano de la fiesta de la independencia.
Por ello, dio un sitio especial a los embajadores de Guatemala, Honduras y El Salvador. También al de Nicaragua, Harold Rivas, a quien el programa oficial dio oportunidad de pronunciar un discurso que llevaba escrito.
Rivas también habló en favor de la unidad centroamericana y evitó mencionar asuntos de la agenda binacional, marcada en los últimos cuatro años por el conflicto en torno a isla Calero y su consecuente proceso en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en La Haya, Holanda, aún en curso.
Un entendimiento. El ministro de Ambiente, Édgar Gutiérrez, quien no participó en el acto oficial por estar preparando material para la cumbre sobre el clima en Nueva York, dijo que las palabras de Solís resumen la visión de su gobierno.
“Las áreas protegidas han sido ejemplo, pero comunidades vecinas no se han podido beneficiar y en este gobierno queremos un esquema de trabajo para que tengan beneficios económicos”, señaló Gutiérrez, quien añadió que esta posición va contra la “ortodoxia” que a veces contiene el discurso de defensa del ambiente, pues “toda actividad humana tiene necesariamente un impacto ambiental”.
En el caso del proyecto El Diquís, pensado para una capacidad de hasta 652 megavatios, Gutiérrez dijo que conviene medir el costo beneficio, pero adujo que “lo peor para Costa Rica es no producir la energía para el bienestar de la gente”.
El futuro del proyecto hidroeléctrico, sin embargo, es aún objeto de conversación con representantes de comunidades indígenas que se verían afectadas por el embalse.