No podían esperar seis meses para que a su mamá le operaran el cáncer de útero que le causaba tantas hemorragias. Entonces, pagaron ¢150.000 a un médico para que la interviniera en un hospital de San José, saltándose la lista de espera.
Esta familia de Santa Ana reconoce que fue cómplice de un "biombo". "Era cuestión de vida o muerte. ¡Teníamos que esperar seis meses! Pagando, la operaron en tres días", contó Marta (se reserva su nombre original por seguridad), hija de la enferma.
Pagar o cobrar por brincarse estas filas para exámenes, cirugías o consultas, es lo que la gente llama "biombos".
Tan asentados están en la rutina de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), que nadie niega su existencia y, aunque los repudian, admiten que erradicarlos es casi imposible.
Esta es una práctica ilegal (véase nota adjunta) que tiene su caldo de cultivo en una serie de males institucionales admitidos por las autoridades de la Caja. El principal de todos: las listas de espera.
Hasta agosto del año pasado, el 27 por ciento de las consultas especializadas estaban a más de tres meses plazo y 17.244 asegurados hacían fila para recibir atención en oftalmología, ortopedia y ginecología, entre otras.
"Hay que mejorar la accesibilidad de los servicios de salud. Y hemos comenzado a atacar los `biombos' bajando las listas de espera", dijo Rodolfo Piza, presidente ejecutivo de la CCSS.
A esto hay que agregar la existencia de "carruseles", es decir, del atraso intencional en las consultas o cirugías para incentivar los "biombos". Además de estas listas, directores de hospitales, representantes laborales y de colegios profesionales, aseguran que los "biombos" también se nutren de los controles insuficientes al interior de hospitales y clínicas, de la falta de información al paciente sobre sus derechos y deberes, y de la ausencia de incentivos profesionales.
Problema focalizado
Ese es el caldo de cultivo para los "biombos" en la Caja. Sin embargo, Piza está seguro de que no son un mal generalizado. "El número de agendas no se ha visto alterado por esas prácticas, lo que indica que el problema es mínimo", afirmó.
Similar criterio externó Fernando Ferraro, gerente médico. "Los biomberos son una minoría. Esto es igual que con los chapulines: unos pocos hacen más bulla que los que hacen bien su trabajo".
Esos serían los que, en complicidad con otros funcionarios, sacan partido, principalmente, de las listas de espera, ya sea porque están dispuestos a cobrar por sus servicios o porque acceden a la oferta de los asegurados.
Solo el día en que este diario abrió una línea telefónica para obtener información, se recibieron 39 testimonios en los que se contó que el pago va de miles a varios millones de colones. (Nota adjunta.)
"Los `biombos' se originan en la falta de confianza del asegurado en el servicio que recibe. Es un viejo mal que costará atacar", advirtió Liliana Arrieta, de la Defensoría de los Habitantes.
En efecto. Según varios directores de hospitales, el control de esta práctica ilegal es muy difícil. "Están todos los controles pero es especialmente duro dar seguimiento al esquema de delegación", dijo Mario Coto López, director del hospital México, foco de las últimas denuncias hechas a la Caja.
"Desde todo punto de vista es imposible de controlar. Todo parte de la propia honorabilidad del médico", afirmó Manrique Soto Pacheco, del hospital San Juan de Dios.
"Esos tratos son tan personales que son difíciles de manejar a ese nivel. Nosotros, a través de una campaña, advertimos a los pacientes que no deben pagar a médicos por servicios del hospital", aseguró Walter Goebel, del Tony Facio, en Limón.
Más radical en su enfoque, Marco Antonio Batalla, presidente del Colegio de Médicos y Cirujanos, recalcó que a la institución ya se le agotó el modelo. "Si se quiere resolver el problema de fondo, hay que cambiar el sistema. ¿Por qué la Caja no monta un modelo de seguridad social privada, sin necesidad de quebrar el resto del sistema?", preguntó.
"Lo que hace falta es compromiso de trabajo para asumir responsabilidades", agregó Cristina Garita, presidenta del Colegio de Enfermeras.
Acciones
Ya se han planteado algunas salidas, como ofrecer un menú de servicios para que aquellos que puedan, paguen, según propone Soto Pacheco; enviar a consulta privada los pacientes en listas de espera, como apunta Batalla, o garantizar los puestos de trabajo para asegurar la buena atención, como dice Rigoberto Salas, presidente del Sindicato de Profesionales en Ciencias Médicas (Siprocimeca).
Pero hasta ahora, lo único que tiene claro la Caja es que su guerra declarada contra los "biombos" será mediante la reducción de las listas.
Sin precisar el número, Piza informó de que en esa lucha ya han recibido 50 denuncias de asegurados, varias de las cuales pasaron a manos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y el Ministerio Público. Agregó que hasta han llamado detectives para descubrir quiénes lucran con los recursos de la institución.
"No queremos que esto se convierta en una cacería de brujas, pero al mismo tiempo no queremos que esto sea un mecanismo para mantener la impunidad", advirtió el jerarca.
Estas medidas las apoyan los médicos con cierto recelo. "La Caja tiene mecanismos internos para asumir estas denuncias. No me explico por qué tiene que ir a indisponer a la opinión pública contra el cuerpo médico", dijo Batalla.
"Estamos en contra del médico deshonesto, aclaró Fernando Ferraro. Eso lo tienen que saber y tendrán que cuidarse".