Heredia . Cansados del clima de inseguridad imperante en su comunidad, vecinos de Guararí de Heredia decidieron organizarse para combatir el hampa, y lo lograron.
Primero fueron 40 miembros de las ciudadelas Nísperos N.° 1 y Nísperos N.°, 2 quienes solicitaron ayuda mediante la capacitación que brinda el Programa de Seguridad Comunitaria. Después el grupo se fue ampliando hasta conformar 16 comités de vigilancia, reforzados por 25 miembros de la reserva de la Fuerza Pública de Heredia, todos habitantes de ese sector del sur de la ciudad.
María Eugenia Araya Álvarez, impulsora del plan y líder comunal, explicó que después de la invasión de tierras que dio origen a la comunidad de Guararí hoy con más de 30.000 habitantes el Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU) comenzó a desarrollar en el lugar diversos proyectos de vivienda.
Durante el proceso llegaron grupos de personas provenientes de otros precarios de la capital, situación que dio origen a una zona con características conflictivas.
"Hace diez años, cuando llegué a vivir aquí, abundaban los asaltos a pleno día, robos, violaciones y hasta asesinatos", relató Araya Álvarez.
Una vez concluida la capacitación comenzó el trabajo de vigilancia y patrullaje, así como el cuidado de autobuses, protección contra pandillas y establecimiento de una red telefónica entre los vecinos para facilitar la voz de alerta en caso de emergencias.
Siempre atentos
Gracias al apoyo de la Municipalidad de Heredia ahora cuentan con alarmas, radios de comunicación y sirenas de alerta en cada comunidad y en las escuelas.
De esta manera, con mucho entusiasmo, dedicación y sacrificio, los vecinos aseguran haber logrado reducir en un alto porcentaje la actividad criminal en sus vecindades.
"Recibimos la misma capacitación que un policía, sacrificamos con tiempo a nuestras familias, pagamos nuestros uniformes e insignias y apoyamos a quienes quieran seguir nuestros pasos con el mayor gusto y amor", expresó Karla Ruiz Mora, reservista de la comunidad de El Carao.
No obstante, los pobladores de Guararí también reclaman más fuentes de trabajo y un mayor acercamiento de instituciones estatales como el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), para atender a los niños víctimas de la violencia o que son utilizados para vender drogas.
Esta nueva realidad, que permite la posibilidad de vivir en una comunidad pacífica, fue destacada también por Rónald Vargas Bolaños, del barrio los Sauces de Garavilla.
"Anteriormente los niños ni siquiera podían jugar en las calles. Ahora es diferente".