Para Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), no hay huelga que se justifique, si afecta los servicios esenciales de la población.
Para él, solo hay progreso social mediante mesas de concertación entre el Gobierno, el sindicalismo y los patronos. Así lo reconoce, el máximo líder de la OIT, quien durante 30 años estuvo en la arena del sindicalismo.
¿Qué elementos se necesitan para que una negociación tripartita (Gobierno, sindicatos y patronos) sea exitosa?
Lo primero es la confianza. Si no hay confianza entre las partes, es difícil que se avance en diálogo social. Hay que trabajar en respetar los compromisos acordados, tener la confianza de que la persona frente a usted tiene la capacidad representativa para concluir un acuerdo que tenga valor. Es un asunto subjetivo, pero necesario.
En la anterior negociación salarial del sector público, los sindicatos no asistieron a la cita con el ministro de Trabajo ¿Cómo afecta esto al sindicalismo?
Yo creo en un sindicalismo que da resultados y que no solo se queda en discursos. El sindicalismo tiene que tomar en cuenta los intereses generales y no solo los objetivos directos de ellos.
En Costa Rica, la reforma al Código Procesal Laboral limita la huelga en servicios esenciales. Esto pone en descontento al sector sindical. ¿Cuál es su posición al respecto?
Si las huelgas afectan los servicios esenciales, hay que prohibirlas o limitar el derecho de huelga. Pero entonces, viene la discusión sobre cuándo un servicio es esencial o no. La definición es que un servicio es esencial cuando pone en peligro la salud, la vida y el bienestar de la población.
La OIT ha llamado la atención a Costa Rica por la falta de negociación colectiva en el sector privado. ¿Sigue débil la empresa privada en este aspecto?
Es cierto y creo que es motivo de preocupación que la negociación colectiva sea tan limitada en el sector privado. El problema aquí es si los arreglos directos han llegado a acuerdos o si, más bien, son mecanismos para desplazar el sindicalismo. Hay diferentes visiones, pero es un fenómeno que hay que analizar.
¿Los derechos de los trabajadores no tienen límites, aunque sea ruinoso para una empresa?
Cualquier trabajador sabe que si la empresa no es rentable será un futuro desempleado; así que los salarios y los beneficios del trabajador tienen que corresponder a la salud de la empresa. El problema es que hay una tendencia mundial, de que en los últimos 30 años, la productividad en el mundo ha subido mucho más que los salarios. No hay mejoría de los salarios para los trabajadores y esto hace que crezca la desigualdad.
Entonces, disminuye el grosor de clase media, con ricos más ricos y pobres en peores condiciones...
Sí, totalmente. Los que están muy bien capacitados siguen creciendo en salarios, pero quienes tienen malas calificaciones sufren mucho y están muy mal.
Esto también sube el empleo informal. Muestra de ello es que 1 de cada 3 empleos en la región centroamericana sean informales.
Ese tema es fundamental y preocupante. En Costa Rica la informalidad anda en un 42%. Desde la OIT hay que generar políticas para formalizar el empleo. En la informalidad, la calidad de los derechos laborales es bajísima y se irrespetan garantías básicas de los trabajadores.
Retomando el tema de que quienes están menos capacitados, sufren más, ¿qué herramientas debe tener un joven que desee encontrar empleo?
No hay una respuesta fácil a esta pregunta. En este momento hay unos 75 millones de jóvenes, menores de 25 años, que están sin empleo. Yo no puedo decir que necesitan mejores cualidades y mejor educación; en muchos países el problema es que no hay trabajo.
”Hay jóvenes muy calificados pero no tienen trabajo. Hay que estimular el crecimiento económico. Es absurdo decir que se requiere capacitación si no hay crecimiento. La formación es importante, pero el Gobierno tiene que generar políticas que cooperen”.
¿Recae la responsabilidad en los Gobiernos?
El costo de no hacer nada frente al desempleo juvenil es más acelerado que la inversión de políticas. Hay que buscar políticas educativas que tengan un equilibrio entre oferta y demanda del mercado. Hoy seguimos con sistemas educativos que no corresponden a la dinámica del mercado de trabajo.
”Una tercera parte de los empleadores del mundo se quejan de que no consiguen a las personas que necesitan. Acá, en Costa Rica, me explicaron del programa Empléate y me parece estupenda la alianza público-privada para atender a los jóvenes, pero el problema es que no afecta a un número muy importante de la población”.
¿Cuáles son las presiones más fuertes que sufre el proletariado?
La inseguridad y la incertidumbre. Los empleados no saben si mañana tendrán trabajo y las empresas no quieren invertir. Entonces, este ambiente afecta el mundo del trabajo de una forma generalizada y preocupante. Hay un déficit de confianza entre trabajadores, patronos y sindicatos, todo va a un ritmo acelerado y a la gente le preocupa mucho el tipo de trabajo y si habrá empleo en el futuro.
Ante esa competitividad, ¿qué se debe exigir como mínimo a las empresas?
Hay que exigir el respeto de normas y principios. La competitividad no significa salarios más bajos, ni trabajo más fuerte. La competitividad debe estar en función de la calidad del empleo, del conocimiento y de la eficiencia.
En pocas palabras, ¿cómo describiría la mecánica actual del mercado de trabajo?
Falta empleo para todos y hay que crear opciones. El objetivo explícito es la creación de trabajo decente. Si el mundo pretende eliminar la pobreza extrema, no se puede sin empleo decente.
La OIT apuesta a la generación de “empleos verdes”. ¿Qué se requiere para hacer esa transición?
Creo que esta transición hacia la economía verde es un tema de actualidad y muy trascendental. Hace 10 años, la gente tenía la impresión de que había que escoger entre la protección del planeta o la creación del empleo, y que no se podían conciliar. Ahora hemos visto un cambio de conciencia, de no solo reconciliar estos dos objetivos, sino llevarlo a la práctica”.
¿Cómo dar ese paso para llevarlo a la práctica?
En cada país depende de su economía. Creo que una herramienta muy importante es el “tripartismo”. La experiencia demuestra que en países donde esas tres partes logran ponerse de acuerdo, se ha podido avanzar, por ejemplo, en Alemania, donde se ha trabajado en energías renovables.
Sobre esa misma línea de empleo decente, entra también la reducción de la discriminación...
Sí, una situación urgente de atender es la diferencia salarial entre hombres y mujeres. Los hombres ganan un 20% más que lo que reciben las mujeres, por realizar el mismo trabajo y no hay una tendencia a reducir esta brecha. Esto muestra que aunque la ley es necesaria, no hace todo.
Costa Rica tenía 20 años de no recibir a un director general de la OIT, ¿qué motivó su visita?
La visita vino tras una invitación que me hizo la presidenta Laura Chinchilla el año pasado y se dio la oportunidad en estos días a raíz de la reunión de los países miembros del Sistema de Integración Centroamericano. No soy un misionero, vengo a aprender de las realidades, aunque sean incómodas. Es más fácil quedarme sentado en mi oficina en Ginebra (Suiza), pero ahí no aporto nada.
¿Qué significa la pulsera verde que lleva puesta?
(Risas) Fue un regalo que me hicieron acá en el programa Empléate, que viene con el lema: “El brete paga”. Aprendí que aquí le llaman “brete” al trabajo.