San José (Redacción). La Arquidiócesis de San José acatará la disposición del Ministerio de Salud y demolerá en las próximas semanas la vieja iglesia de Puriscal.
La estructura había sido declarada inhabitable hace 19 años, tras el enjambre sísmico que afectó a esa zona de la provincia josefina en 1990.
La decisión la adoptaron tras la notificación del 11 de agosto pasado, cuando el Ministerio de Salud ordenó su demolición dado su estado “ruinoso y peligroso” que pone en riesgo a los lugareños.
“Sabemos que ese templo es un signo de la comunidad de Puriscal, pero la Iglesia es defensora de la vida y por lo tanto no tenemos otra vía más que acatar la orden de demolición y así evitar una catástrofe”, explicó el presbítero Guido Villalta, Vicario General de la Arquidiócesis de San José.
La fecha de demolición se anunciará posteriormente, agregó Villalta.
La construcción de la iglesia data de 1936. Fue diseñada por el arquitecto Teodorico Quico Quirós, a quien también se debe la concepción arquitectónica de otros templos del país: San Isidro de Coronado, San Ramón de Alajuela y San Rafael de Escazú, entre otros.
El ingeniero Jacinto Rodríguez, quien también construyó la de Coronado, asumió la responsabilidad de levantar el templo, con la ayuda del maestro de obras Raúl Cascante, y con los brazos de los puriscaleños.
La comunidad la erigió con su esfuerzo, a punta de rifas, turnos, bombetas y carreras detrás del “chancho encebado”.
La arena la sacaban a pico y pala. El cemento, los clavos, la varilla y el zinc se importaron de Alemania. Los materiales llegaban hasta Villa Colón (hoy Ciudad Colón) y desde ese lugar los transportaban en carretas y cureñas, tiradas por yuntas de bueyes, una verdadera odisea de sudor, lodo y camino.
Recorrer el interior del templo es una experiencia. En el interior de la cúpula, extremo este, una pintura de Santiago Apóstol, obra de Abilio Valverde, escultor y pintor puriscaleño, se mantiene intacta.
Los daños más serios se observan en las torres, casi desprendidas del resto del edificio. “La grieta del 55” prácticamente levantó el piso. Los vitrales se quebraron. Algunas vigas están desastilladas y, en general, la destrucción cunde en derredor.
Un informe del arquitecto Álvaro Morales a la junta directiva del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, del 13 de diciembre de 1991, certifica los daños en el inmueble y recomienda la demolición.
El profesional citó los agrietamientos, los hundimientos, el desplazamiento en los muros de carga laterales en la nave principal, daños y desplazamiento de las columnas del pórtico, así como un serio deterioro de las torres y la pérdida de verticalidad.
En concordancia con el informe del arquitecto Morales, el 25 de junio de 1992 el Departamento de Técnicos en Saneamiento del Ministerio de Salud emitió una orden sanitaria (N° 7043) de demolición, con la rúbrica del inspector Wilberth Jiménez Ch., y fijó el plazo máximo de un mes (al 25 de julio de ese año) para cumplirla.
Un grupo contrario a la medida generó una movilización sin precedentes y consiguió anular la decisión. Esto provocó una polémica entre los puriscaleños y no pocos enfrentamientos entre quienes pugnaban por la demolición y los que luchaban por conservar la estructura.