A las 7:52 de la noche, más de 4.000 bombillas iluminaron el Castillo de los Sueños e inauguraron la Navidad en la capital frente a decenas de familias que, pese a la lluvia, llegaron al Museo de los Niños a ver el show de iluminación, “el regalo más valioso de Navidad”.
Animaciones de Museíta y Museíto, los personajes tradicionales del Museo, dieron la bienvenida al público que acudió a disfrutar del espectáculo sin importar el aguacero, el viento y el frío. Bailarines los alegraron con botargas de Museíto y Museíta quienes contaban lo que le pedirían al Niño Dios esta Navidad.
Esta es la edición número 24 de esta fiesta de luz. La pólvora se quedó solo en el escenario y en la parte alta de la fachada. Este año no brilló en cielos debido a que la Municipalidad de San José la prohibió para proteger a perros y gatos de la ciudad que se asustan y hasta corren riesgo de perder la vida por los potentes ruidos. También con el objetivo de cuidar a personas con trastorno del espectro autista, mujeres embarazadas, personas adultas mayores y personas con problemas del corazón.
En lugar de la pirotecnia, las luces de los drones iluminaron el firmamento.
Antes, Museíto y Museíta dieron un show cargado de enseñanzas donde se encontraron con la niña Clara. A través de canciones, bailes y globos, ella llevó a los niños por un recorrido entre los “mejores regalos”.
“Regalar un libro es regalar la llave de un cofre de tesoros”, afirmó la niña Clara con su globo verde. Mientras, con el amarillo, recalcó los obsequios que el medio ambiente nos brinda a diario, y la importancia de devolverle a la naturaleza a través de acciones como el reciclaje.
Minutos más tarde, la niña introdujo a los niños el globo azul. Con este, habló de la importancia de la tecnología en cada aspecto de la vida, sin dejar de lado un importante consejo: hay que usarla responsablemente y con la guía de adultos.
Con el naranja, Clara subrayó la empatía y la solidaridad: un abrazo, una sonrisa, y una palabra de apoyo son regalos que pueden darse todos los días.
Finalmente, rodeados por las luces de los celulares de las familias en el público, los personajes hablaron del globo rojo, que representa el futuro: el regalo de crecer y convertirse en mejores personas. “Que la Navidad siempre regalemos tiempo de calidad”, subrayó Museíta.
Olga Chinchilla, vecina de Heredia, llegó para ver a su nieto cantar en la tarima. Estuvo ahí desde antes de las 3 p. m. y disfrutó desde el primer momento. “Yo vine el año pasado también, pero este año todo está lindísimo, excelente”, manifestó emocionada.
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Tampoco ahuyentó a la familia Mora Angulo, que llegó de Paso Ancho.
“Estuvimos cerca de no venir y devolvernos. Llovía mucho, pero hace un rato se despejó todo y dejó de llover y le dije a mi esposo que viniéramos. Diay, ya habíamos llegado a San José. A ellos (sus hijos de 6 y 8 años) les gusta)”, expresó doña Ana María Angulo, la madre.
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El coro Laus Deo llegó con decenas de cantantes y bailarines para dar un concierto de villancicos tradicionales que pusieron a la audiencia a cantar.
La afluencia no era la de otros años, pero quienes estaban ahí, lo disfrutaron mucho. “El frío no es nada. El frío no es nada”, repetían los animadores mientras buscaban quienes eran los primeros en llegar.
Heather e Ian levantaron su voz en la primera fila. Contaron que estaban desde las 8:30 a. m. sin importar la lluvia ni el frío de la noche. “Mojados pero no importa”, gritaron desde la gradería cuando el equipo de animación preguntó al público cómo estaba.