Álvaro Murillo M. alvaromurillo@nacion.com
Horas antes de la trifulca ajena, María José Fajardo veía el álbum de las fotos que ha coleccionado en sus seis años de vida.
Una tarde veraniega de vacaciones ameritaba ir a jugar frente a su casa. Salió con su padre, pero no más en la acera se topó con una bala.
Con otras palabras, Olga Reyna Romero, madre de la niña baleada, narró así los momentos previos a que su hija, su única hija, cayó al suelo por el balazo que le entró por el costado izquierdo.
"Me dijeron que había habido un pleito el 31 (de diciembre), pero yo no sabía nada más. Es un barrio tranquilo...", comentó en la recepción del Hospital Nacional de Niños, en San José.
Hacía cinco minutos, María José había ingresado en la sala de emergencias con su pulmón izquierdo perforado, pero con buenos signos vitales.
"Ella venía estabilizada, venía relativamente bien. Es una niña muy fuerte", expresó el socorrista Jorge Cruz.
Al ingresar al hospital, ella venía tranquila, sin llanto y con mirada reposada sobre las innumerables manos que le daban atención y procuraban que se recuperara.