Cuellos de botella que hoy se forman en el puente frente al aeropuerto internacional Juan Santamaría y las vías en el sector del cruce de Manolos serían eliminados en el 2023, cuando podrían ampliarse carriles en ambos puntos.
Estas intervenciones quedaron excluidas del actual programa de Obras Impostergables (Obis) que son trabajos que se adelantan a la ampliación general de carriles y mejoramiento del tránsito sobre los 60 kilómetros comprendidos entre San José y San Ramón.
Las Obis están a cargo del Fideicomiso Ruta Uno y consisten en una serie de proyectos específicos que acompañan y preceden la ampliación general de la carretera.
Estas buscan mejorar la fluidez del tránsito y la funcionalidad del corredor San José-San Ramón y sus áreas de influencia para facilitar luego a los conductores vías alternas cuando arranque el trabajo de ampliación general.
Tanto las ampliaciones en el cruce de Manolos como el puente frente al aeropuerto quedaron para cuando se inicie el proyecto integral de ampliación que, en el mejor escenario, se iniciará a finales del 2022 o durante el 2023, explicó María José Alvarado, vocera del Fideicomiso Ruta Uno.
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Esos dos cuellos de botella no ingresaron en esta etapa de 17 Obis debido a condiciones particulares de esos puntos de circulación.
“A diferencia de las Obis ya en proceso, ese puente frente a la terminal y todo el sector del cruce de Manolos tiene una mayor carga de expropiaciones y traslado de servicios por lo cual se remiten al proyecto de ampliación integral”, refirió Alvarado.
No obstante, adelantó que el puente de dos carriles actual frente a la terminal aérea quedará de cuatro carriles en el futuro y el paso por el cruce de Manolos a seis carriles (tres en ambos sentidos).
Los estudios de factibilidad de todo el proyecto integral que ampliará los carriles sobre 60 kilómetros entre San José y San Ramón comenzaron en octubre del 2019.
Los resultados a partir de dichos estudios permitirán al Fideicomiso determinar el proyecto técnicamente viable de ampliación y, en particular, gestionar el proceso de diseño, estructuración financiera y consecución del financiamiento.
Luego, vendrían las contrataciones necesarias para emprender el diseño, construcción y equipamiento de las obras.
Sin embargo, se prevén atrasos porque los estudios estaban previstos para setiembre del 2020 y no fue así.
El Fideicomiso más bien debió introducir ajustes en el cronograma de actividades y por lo tanto en las fechas de entrega de los informes, principalmente por la afectación causada por las medidas implementadas a raíz de la expansión de la covid-19, reconoció en su último informe de rendición de cuentas.
Esas medidas, señaló el Fideicomiso, afectaron la planificación inicial de las labores de campo de carácter presencial para el desarrollo como, por ejemplo, levantamiento de encuestas, entrevistas presenciales para el diseño del programa de expropiaciones y estudios de impacto ambiental y social.