El cambio climático (CC) se convirtió este mes en protagonista vinculado con eventos extremos en todo el mundo, incluida Costa Rica.
Dentro de esa lista están las inéditas inundaciones que dejaron al menos 170 muertes en Alemania y 31 en Bélgica.
También las calles anegadas en el sur de Londres (Reino Unido) y el tifón In-Fa que tocó tierra el domingo en el este de China, lo que obligó a evacuar a miles de personas. Fueron tres días de lluvias y un saldo de 56 muertos.
Mientras tanto, arde sin pausa el incendio forestal Dixie Fire en California (Estados Unidos), que ha devorado 800 kilómetros cuadrados de superficie. Es tan grande, que genera su propio clima y no cede pese al trabajo de cientos de bomberos.
En Costa Rica, sin que aún se le atribuya al CC, lo ocurrido en Turrialba (Cartago) se ve como un asomo del fenómeno. Ahí tal fue la cantidad de precipitaciones que convirtió este en el julio más lluvioso de los últimos 80 años.
Todos estos desastres, sin embargo, apenas son una fracción del problema climático en gestación.
Por ejemplo, el CC ya genera olas de calor que ocurren estadísticamente con mayor frecuencia y amenazan a casi todo el mundo por su impacto en la agricultura y la posibilidad de causar migraciones forzadas, explica el experto alemán Torsten Albrecht.
Él es investigador del Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático (PIK por su siglas en alemán).
“También hay un aumento del nivel del mar. Parece lento ahora, con un promedio global de tres milímetros año, pero con una tasa creciente y que luego sería irreversible. Además, el actual calentamiento de océanos tropicales y subtropicales conllevará a mayor riesgo de tormentas tropicales”, explicó en conversación con La Nación.
Junto al aumento del nivel, Albrecht agregó que el CC genera más calentamiento y acidez en las aguas conforme crecen las emisiones de dióxido de carbono y residuos derivados de actividades agrícolas que los ríos arrojan a los mares.
Todo esto, “estresa fuertemente” ecosistemas como arrecifes de coral.
“También vemos efectos en las corrientes oceánicas globales por cambios en las temperaturas y salinidad del agua, dos condiciones que determinan la densidad y, por lo tanto, el peso del agua”, indicó.
Albrecht señaló que ahora ocurre una descarga adicional de agua dulce alrededor de Groenlandia, ubicada entre el océano Atlántico y el océano Ártico, donde también se da una retirada de la capa de hielo marino. Esto vuelve más lenta la formación de aguas profundas en regiones polares.
Corrientes marinas
Ese proceso, comentó, desacelera la llamada Circulación de Vuelco Meridional Atlántico (AMOC por sus siglas en inglés).
AMOC es un mecanismo natural de corrientes marinas muy eficiente para absorber dióxido de carbono de la atmósfera y, por lo tanto, reducir el efecto del calentamiento global al actuar como una gigantesca banda transportadora de corrientes marinas.
Es relevante en los patrones climáticos en Europa y los niveles regionales del mar en la costa atlántica de Estados Unidos.
Se trata de un sistema con una parte inferior de aguas frías y densas, que fluyen hacia el hemisferio sur desde el Atlántico Norte, y una parte superior de aguas calientes y con más salinidad que, en sentido contrario, avanzan hacia el hemisferio norte desde el Atlántico Sur como parte de la corriente del Golfo.
Una pérdida de hielo polar en Groenlandia podría alterar este inmenso mecanismo cuyo ritmo, en 1.000 años, nunca había estado tan débil como ya descubrió un reciente estudio de científicos de Irlanda, Gran Bretaña y Alemania.
Estos hallaron evidencia consistente de que su desaceleración durante el siglo XX no tiene precedentes en el último milenio y ese cambio de ritmo sería debido al efecto de cambio climático causado por el hombre.
“La mayoría de personas que hablan de cambio climático en realidad se refieren a cambio climático antropogénico, la parte que no se debe a la variabilidad natural”, indicó Albrecht.
Sin embargo, el científico prefiere acuñar el término “crisis climática” para enfatizar que ninguno de estos cambios son naturales.
“Indudablemente, es inducido por humanos y debemos actuar rápidamente para evitar una catástrofe severa”, concluyó.