Tres puntos con alto riesgo de hundimiento o derrumbe en el cerro Cambronero llevan años, e incluso décadas, en espera de una solución definitiva.
Este es el señalamiento que hace un informe del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales de la Universidad de Costa Rica (LanammeUCR), tras una inspección realizada en enero de este año en los sectores de Alto Santiago, el Empalme y río Jesús.
Los tres puntos se ubican en un tramo de 8 kilómetros en la vía que comunica San Ramón con Esparza.
El informe LM-PI-UGERVN-002-2021 concluyó que los tres puntos evaluados presentan una condición de “riesgo potencial alto y pérdida de conectividad alta”, lo cual la convierte en una ruta sumamente vulnerable y que requiere intervención urgente.
Uno de los principales aspectos señalados por los ingenieros de la Unidad de Gestión y Evaluación de la Red Vial Nacional, es que, junto con la ruta 27, la Interamericana Norte representa uno de los principales ejes de comunicación y transporte de bienes y servicios y, debido a que la vía entre San José y Caldera también presenta varios puntos de riesgo, en caso de colapso se afectaría la conectividad de este corredor.
“Esta es una de las rutas más importantes del país siendo uno de los ejes de interconexión logística consolidada de Costa Rica, esenciales para comercio internacional o regional por volumen de carga o participación en el comercio exterior del país y en el contexto actual se considera, junto con el corredor San José-Caldera y la ruta nacional 3 (monte del Aguacate) como uno de los ejes de conectividad con la zona del Pacífico del país y parte de la redundancia de la red vial para esta zona, por lo que es de suma importancia mantenerla en buen estado, ya que de presentarse un problema en alguno de estos puntos se podría dar un colapso completo de la ruta por el gran potencial de riesgo detectado y una grave afectación a los usuarios”, explicó Roy Barrantes coordinador de la Unidad de Gestión Evaluación Vial.
El Consejo Nacional de Vialidad (Conavi), entretanto, alega falta de recursos para dar atención debida.
Detalle de los daños
El primer punto identificado en la evaluación se ubica en el km 58, en el sector conocido como Alto Santiago.
“Se encontraron evidencias in situ del movimiento de las laderas a los márgenes de la RN-1 así como en la calzada. Principalmente, se observaron grietas en el terreno y desniveles de hasta 60 centímetros generados por el movimiento que ocurre en sentido norte-sur. En el sitio también se observaron problemas en los sistemas de drenaje de aguas superficiales que podrían estar aumentando la vulnerabilidad a deslizarse” detalla el documento.
Además, se detectaron labores de bacheo recientes, lo cual indica que esta falla se encuentra activa, provocando un hundimiento reciente que afecta la condición superficial del pavimento.
Según específica el informe, los problemas en este punto han sido documentados en medios de comunicación desde el 2005 y son atribuidos a fallas geológicas detectadas desde el 1967, durante la construcción de la carretera.
Los daños se han relacionado desde entonces con la estación lluviosa y las precipitaciones extraordinarias ocasionadas por tormentas tropicales. Las últimas afectaciones se registraron precisamente en noviembre del año pasado, durante los huracanes Eta y Iota.
El segundo sitio identificado se ubica sobre el km 61, en la zona conocida como El Empalme.
“Ha presentado problemas de estabilidad desde hace décadas y nunca ha sido intervenido de forma efectiva para resolver el problema que afecta la RN-1. En el sitio, se observaron grietas en el terreno y desniveles de más de 2,5 m, generados por el movimiento que ocurre en sentido este-oeste”, cita el resultado de la evaluación.
En ese sector, la falla que ha generado el desnivel entre ambos sentidos de la vía, también se encuentra activa.
Según indicaron, el hundimiento ha provocado un cambio del trazado geométrico que obliga a disminuir de forma abrupta las velocidades de circulación.
Además, se advierte que hay “total ausencia” de elementos de seguridad vial y de contención entre carriles y en la margen de la vía, lo que pone en alto riesgo a los usuarios, pues podrían invadir el carril contrario que tiene la diferencia de nivel mencionada.
“Ni siquiera se cuenta con elementos reflectivos que orienten al usuario en el cambio del trazado existente producto del hundimiento, a esto se une la ausencia de luminarias lo cual incrementa aún más el riesgo durante la noche”, establece la evaluación.
Más severo
El tercer punto se encuentra en el km 66 y es uno de los que enfrentan daños más severos, pues el colapso de la ladera norte disminuyó la calzada a 4,37 metros de ancho, lo que ocasiona que solo haya un paso que se debe alternar en cada sentido.
Asimismo, ese carril en uso también representa un riesgo, pues no hay elementos estabilización en la ladera, por lo que podría darse un colapso ante el paso permanente de vehículos pesados o por eventos climáticos.
“Se detectaron varias alcantarillas de gran tamaño obstruidas producto del colapso de la ladera lo cual incrementa la susceptibilidad del sitio a fallar por un inadecuado manejo de agua de la quebrada”, agrega el texto.
Los expertos concluyeron que por su condición, en los tres sitios se requieren intervenciones mayores para lograr una solución permanente; sin embargo, sí se podrían realizar labores de mitigación inmediata de bajo costo relativo y “de alto impacto para la seguridad”.
Entre las recomendaciones de los expertos están realizar estudios técnicos, diseños de soluciones y planes de mantenimiento; así como incluir planes de manejo de aguas en la solución integral del problema.
“Se recomienda dar prioridad a la atención del deslizamiento del punto 3 (cercanía al río Jesús), con el fin eliminar el peligro que representa la circulación de vehículos en la zona cercana al borde del deslizamiento. Además, de gestionar la pronta instalación de señalización y sistemas de contención vehicular adecuados para las condiciones del sitio; así como realizar estudios para identificar otros sectores de esta ruta que estén presentando condiciones similares de inestabilidad, afectando la seguridad de los usuarios”, concluyeron los ingenieros.
LEA MÁS: Falta de dinero condena a vías dañadas por temporales
El director del Conavi, Mario Rodríguez, aseguró a finales del año pasado que la falta de recursos ha condenado a las principales rutas nacionales a la vulnerabilidad que queda en evidencia durante cada invierno, pues las limitantes de presupuesto obligan a que apenas se logren completar obras necesarias para abrir las rutas (cuando hay derrumbes y deslizamientos), sin que se puedan ejecutar intervenciones estructurales que permitan dar con la causa del problema y evitar que los daños se repitan.
“Mientras no tengamos suficientes recursos dependemos de un monto muy reducido para darle conservación a las vías y entonces no podemos hacer mejoramiento de diseño y reconstrucción de las rutas”, afirmó el funcionario en ese momento.
LEA MÁS: Gobierno daría en concesión vías existentes para asegurar mantenimiento y financiar obras nuevas
Una de las opciones que han barajado las autoridades es impulsar el reciclaje de activos (concesionar vías existentes) para obtener fondos frescos y garantizar la atención de la red vial.