Las carreteras de Costa Rica se ubican en el segundo peor lugar de Latinoamérica en temas de conectividad y de antepenúltimas en la lista de calidad.
Así se desprende un recuento elaborado por la firma Deloitte, con base en los resultados del Índice Global de Competitividad que mide las características de 140 economías del mundo.
Ese reporte centra sus resultados en pilares como infraestructura, servicios, salud, mercado laboral y sistema financiero, entre otros.
En el caso de Infraestructura, además de las carreteras, se evalúan servicios portuarios, aeroportuarios y ferroviarios.
En la parte vial fue precisamente en donde el país tuvo sus peores notas en los dos componente bajo la lupa: conectividad y calidad.
Costa Rica ocupó el lugar 111 de 140 economías evaluadas en lo que respecta a conectividad y ostentó el puesto 124 en calidad.
En específico, Deloitte comparó las evaluaciones obtenidas por 17 economías de América.
Federico Villalobos, director de asesoría financiera de esa firma, explicó que esta es la primera vez que el reporte incluye el indicador de conectividad, el cual mide cuánto duran los conductores en trasladarse de un lugar a otro.
En tanto, la calidad es una pregunta que se hace al sector productivo sobre el estado de las carreteras.
“Para ponerlo en perspectiva, en conectividad solo estamos adelante de Guatemala y en calidad solo superamos a Guatemala y Paraguay”, dijo Villalobos.
El experto agregó que esas posiciones responden a la limitada inversión en infraestructura que tiene en el país.
“Eso viene por dos factores principales, que es las limitaciones financieras que las conocemos todos y segundo, tenemos una falta de planificación y preparación de los proyectos muy profunda”, precisó.
Falta de inversión
Por su parte, Rándall Murillo, director ejecutivo de la Cámara de la Construcción, destacó que el rezago que se acarrea desde hace varios años en infraestructura vial, responde a la incapacidad de ejecución de obra y a la “pésima capacidad de gestión que tiene el Estado costarricense para llevar los proyectos”.
No obstante, calificó la labor actual como un “trabajo titánico” para impulsar proyectos que tenían tiempo estancados y se les metió acelerador.
“ El trabajo en estos meses ha sido más que satisfactorio (...). Sin embargo, dado que tenemos muchos años de rezago, falta mucho por hacer, falta meterle mano, bisturí, a las instituciones del Estado y específicamente, a los consejos, al Conavi (Consejo Nacional de Vialidad) y Consejo Nacional de Concesiones, para que bajo el marco del Ministerio de Obras Públicas y Transportes realmente mejoren radicalmente su capacidad de ejecución y que no sigamos enfrentando las situaciones que hemos vivido hasta hoy”, puntualizó el jerarca.
Federico Villalobos, de Deloitte, añadió que para mejorar la calificación, el país debería estar invirtiendo dos o tres veces más de lo que se invierte actualmente.
Según dijo, las obras que se ejecutan hoy día son rezagos de proyectos que debieron estar listos desde hace años.
“Nosotros invertimos cerca del 1% del PIB (producto interno bruto) en infraestructura de transporte, eso equivale como a $600 millones (unos ¢364.000 millones). Nosotros deberíamos estar invirtiendo dos o tres veces ese monto. Para ponerlo en perspectiva cada 1% del PIB equivale a una carretera San José- San Ramón, si nosotros queremos ponernos al día deberíamos construir el equivalente a tres carreteras a San Ramón por año”, detalló.
Rándall Murillo también indicó que las obras que se ejecutan en este momento o que están en planes, no alcanzan para ponernos al día, ni siquiera con lo que se debía tener hace años.
“Lo que estamos haciendo ahora es importante, los usuarios vamos a sentir de alguna forma es una mejora, posiblemente uno quisiera algo mejor, no debemos conformarnos y jamás podríamos decir que lo que estamos haciendo nos va a poner a nivel de competitividad y nos va a sacar de la brecha en materia de infraestructura”, dijo el director de la Cámara.
No obstante, desde su punto de vista, es una demostración de que “las cosas se pueden hacer si hay voluntad”.
Actualmente, el MOPT trabaja en importantes proyectos a nivel país, como la Circunvalación norte (que lleva como 40 años de retraso), la ampliación de la carretera a Limón, tres tramos de la Interamericana Norte que permitirán tener un corredor a cuatro carriles desde Barranca hasta Liberia y se avanza en la planeación de la vía entre San José- San Ramón.
El año pasado, el Gobierno anunció un plan de inversión por más de $4.600 millones en infraestructura como parte de su estrategia de reactivación económica.
Dentro de ese monto se incluyen obras cantonales, fideicomisos, préstamos e inversiones privadas a ejecutar en los próximos seis años.
Afectación en la atracción de inversiones
Tanto Federico Villalobos como Rándall Murillo mencionaron que la afectación de estas evaluaciones se ve reflejada en la dificultad para atraer inversiones.
“La afectación viene por dos lados, Costa Rica tiene que hacer un trabajo muy fuerte en reposicionarse como destino de inversiones en infraestructura (...). Somos un mercado que genera un proyecto hoy y otro en un tiempo muy lejano y algunas veces las reglas no están muy claras, es algo que hay que atacar.
"Y al no tener visibilidad de cuándo van a estar esos proyectos clave, la inversión se frena. Entonces tampoco damos visibilidad hacia dónde va el país en el tema para incentivar desarrollos en otras industrias”, aseguró Villalobos.
Fomentar aún más la figura de inversión privada y mejorar la capacidad de gestión a nivel estatal, son a criterio de ambos, parte de las claves para lograr una mejora sustancial en este tipo de calificaciones.
“Tenemos que meterle mano a la capacidad de gestión para tener una institucionalidad lista para los retos que se vienen y por otro lado, tenemos que hacer una convocatoria de inversión extranjera para que en asocio con el Estado inviertan en forma importante en infraestructura”, agregó Murillo.