“Si queremos ver algún pecado, aquí el pecado es que esto (la carretera) era menos ambicioso, donado por el Gobierno de Taiwán. Luego pasó de dos a cuatro carriles sin tener toda la argumentación técnica, es una zona un poco montañosa, pero con irregularidades importantes que no se reconocieron”.
Esa es la respuesta de Guiselle Alfaro, viceministra de Infraestructura del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), cuando se le pregunta por qué el país lleva 13 años sin concluir la nueva vía a San Carlos.
Los asiáticos abandonaron el proyecto en julio de 2008, cuando el país rompió relaciones diplomáticas con esa nación para abrirlas con China. En ese momento apenas se completaban tres años de obras y la fecha constituye el origen de una larga lista de tropiezos que aún no finaliza.
Entre ellos, problemas de deslizamientos, inestabilidad de suelos, un humedal que corta el trazado, cambios en los diseños y largos procesos de expropiaciones.
Desde el banderazo de salida de la obra, en el 2005, el país ha gastado $213 millones y se requieren $123 millones más para concluir el camino.
La sección principal de la nueva carretera a San Carlos se complementa con la punta norte de 7 km (La Abundancia-Florencia) y la punta sur de 7,9 km (Naranjo-Sifón). El proyecto, que acortaría en 45 minutos el viaje a la zona norte, se ideó hace 48 años.
La lenta gestión de 28 expropiaciones –varias con trámites que superaron los diez años– fue una de las principales obstrucciones.
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Además, la falta de estudios previos constituye otra de las debilidades señaladas por las autoridades del MOPT. Conforme avanzó la obra, diferentes gobiernos tomaron decisiones para modificar las características de la vía y, por ende, aumentaron su valor y necesidades técnicas.
Por ejemplo, ampliar la ruta de dos a cuatro carriles fue el principal cambio. Esa resolución se tomó sin tener todos los estudios de suelo necesarios, muestra de ello son los 32 puntos con riesgo de deslizamiento o derrumbe que deben solucionarse en los próximos meses.
En agosto del 2017, un deslizamiento en el kilómetro 21 desapareció una sección de la carretera. Ocho meses después, el MOPT sigue a la espera los diseños finales de un relleno para estabilizar ese sitio.
“Al ir tomando decisiones sobre la marcha, eso provoca que usted tenga que ir resolviendo (cosas). También pudo ocurrir que cuando se hicieron los movimientos de tierras de los primeros dos carriles, se desestabilizaron algunas zonas y eso desencadena una gran cantidad de sitios con problemas geotécnicos", agregó Alfaro.
Los constantes cambios en el proyecto han obligado al MOPT a tramitar ocho adendas ante la Contraloría General de la República (CGR).
Desde julio del año pasado, el MOPT intenta que la CGR le apruebe la octava adenda, en principio solicitó extender el presupuesto en más de $23 millones. Sin embargo, fue rechazada la petición porque la Administración no garantizaba que con ese monto se concluyera por completo la obra.
Según Alfaro, a esta lista de inconvenientes, se añaden los constantes cambios de una empresa supervisora que evalúe las obras y los materiales constructivos. La viceministra reconoció que el apoyo del Instituto Costarricense de Electricidad les ha permitido lograr alcanzar estabilidad en esta arista.
Por último, la nebulosa relacionada con supuestos actos de corrupción también ha afectado la construcción.
Sin embargo, el ministro de Obras Públicas y Transportes, Germán Valverde, consideró que la lenta ejecución del proyecto Sifón-La Abundancia no obedece tanto a un tema de corrupción.
“Yo no creo que a ningún contratista le sirva extender tanto tiempo la construcción de un proyecto. De hecho, en su momento, la misma constructora Sánchez Carvajal le había enviado un oficio al Conavi, no sé en cuál Administración, pidiendo que mejor se finiquitara el proyecto”, afirmó el ministro Valverde.