El crecimiento desordenado de la Gran Área Metropolitana (GAM) y la carencia de un sistema de transporte público eficiente, convierten a Costa Rica en el tercer país de Latinoamérica con mayor densidad vehicular.
Por cada 1.000 habitantes hay 231 vehículos. Solo Argentina (315) y México (278) nos superan en esa escala.
Según datos del Instituto Nacional de Seguros (INS) la flota vehicular pasó de 1,2 millones de unidades en el 2015, a 1,5 millones en el 2019. Menos de una tercera parte son autobuses o camiones de carga.
La gran masa vehicular no solo deriva en las enormes presas en horas pico, sino que el problema resta competitividad al país y tiene repercusiones económicas para el bolsillo de quienes deben movilizarse.
De acuerdo con el Programa Estado de la Nación, el costo de la pérdida de tiempo de los trabajadores en las presas de la GAM representan el 4,3% del producto interno bruto (PIB).
En promedio, cada habitante del centro del país gasta entre $2.000 y $3.000 al año en presas.
Los vehículos, además, son los responsables de quemar el 84% de los hidrocarburos que se consumen en el país, lo que hace casi imposible reducir las emisiones contaminantes.
Esos números, arrojados por investigaciones del Programa Estado de la Nación en los últimos tres años, son traídos a presente por ese organismo académico para urgir un cambio de paradigma en el transporte y la movilidad de Costa Rica.
Ocurre en momentos en que se discute sobre la construcción del tren eléctrico metropolitano y se demanda la modernización del sistema de autobuses.
“Lo que las herramientas de investigación nos permiten evidenciar es que la llave es cambiar el sistema. A veces hemos hecho apuestas muy claramente sobre la infraestructura, por ejemplo, hacer más carreteras, y no en cambiar toda la lógica”, afirmó el investigador de esta organización, Leonardo Merino.
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Una de esas evidencias, mencionó Merino, es que los cantones que han identificado volúmenes altos o extremos de congestionamientos, son territorios urbanizados, por lo que es imposible ampliar o construir nuevas carreteras para solucionar las presas.
“Son lugares donde es difícil pensar que con infraestructura vamos a resolver algo, porque tocar todo el centro de Curridabat, Heredia o San José para hacer carreteras no es algo que sea fácil.
“Esos lugares coinciden en que no son zonas en desarrollo, en construcción o en crecimiento reciente. No son zonas en donde fácilmente se puede decir ‘vamos a hacer más carreteras y resolver los problemas’, son zonas muy urbanizadas, en algunos casos con más del 90 o 95% del terreno”, afirmó Merino.
¿Cómo se debe corregir el problema?
De acuerdo con otro de los análisis elaborados por el Estado de la Nación, cada día laboral 200.000 personas se movilizan hacia San José provenientes de otros cantones; otros 50.000 habitantes hacen el desplazamiento a la inversa; mientras que 375.000 más se mueven entre los principales territorios de la GAM.
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Merino sostiene, con base en esas evidencias, que solucionar la movilidad para más de 625.000 personas que lidian todos los días con presas, no pasa por desarrollar más carreteras, sino por ofrecerles opciones de transporte eficientes que reemplacen el uso de vehículo particular.
“La apuesta difícilmente va a ser en las rutas en sí, hay cosas de infraestructura que hacer, pero el problema es cómo movemos a esas personas que presionan las rutas.
“Cambiar al sistema de transporte público masivo, eficiente, interconectado, que permita que esa gente que se va a mover no lo haga necesariamente con la apuesta de vehículo particular”, afirmó Merino.
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