“Esas dádivas vienen de Dios”. De esa forma se expresó una hermana de la gerente de Proveeduría del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi), Carmen Madrigal Rímola, cuando esta le comentó sobre los dineros y otras ayudas que William Herrera, representante de Constructora Herrera, al parecer le estaba dando.
Así consta en la transcripción de una conversación telefónica que ambas mujeres sostuvieron, el 13 de abril del 2020, y que forma parte de las escuchas realizadas por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) dentro de la investigación del Caso Cochinilla.
De acuerdo con el expediente judicial, durante el diálogo con su hermana, Silvia, la funcionaria habló sobre la relación de “hijo” y “madre” que mantenía con Herrera y también le comentó que este le regalaba dinero en efectivo para gastos personales.
Madrigal también era parte de la Comisión de Adjudicación del Conavi. El OIJ presume que la gerente ayudaba a Constructora Herrera con el cobro de facturas en el Departamento Financiero de Conavi.
Pero también señala que ella habría recibió dádivas a cambio de usar su posición de influencia sobre otros funcionarios del Consejo, como Mario Rodríguez Vargas, director ejecutivo interino, y Carlos Solís Murillo, gerente financiero, para lograr un trato preferencial en el pago de facturas de la constructora.
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Tanto la gerente de Conavi como Herrera fueron detenidos, el pasado lunes 14 de junio, en un megaoperativo sobre presunta corrupción en obras viales. En la acción se realizaron un total de 30 detenciones y 57 allanamientos.
La Policía Judicial sostiene que el representante de la constructora le pagó a Madrigal una deuda pendiente en Hacienda y, posteriormente, le facilitó, además, asistencia jurídica gratuita con abogados (detallando que el empresario cubrió los gastos de honorarios).
Esta es la transcripción del diálogo entre Madrigal y su hermana, la cual está incluida en el expediente del Caso Cochinilla:
Carmen: Él puede ser un hijo mío, nos amamos como hijo, como madre. Me dice “suegrita’” porque yo soy amiga de Marce y a él le gusta Marce (Marcela Monge Hernández, secretaria del Departamento Financiero). Ese mae, usted no tiene la menor idea lo que me ha ayudado, Silvia.
“Ese mae fue y pagó Io que se debía de Hacienda de la casa y me puso los abogados y me dice ‘tome aquí están los abogados a su disposición’ y los abogados vinieron, vinieron (...).
“Yo creo que esos maes le cobraron a William. William les va a pagar, porque yo le dije: ‘William te debo eso’ y William me dijo ‘olvidate, olvidate, no me debés nada, con tu amistad me pagás y no sé qué’. Yo a ustedes se los voy a presentar, fue el mae que me regaló el juego de pólvora (...).
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Silvia: Mirá, pero qué vacilón. A mí me hace una gracia, porque vos, de todas la hermanas, sos la única que tenés ese don de tener amigos que te ayuden.
Carmen: Usted no tiene idea de lo que ese muchacho me ha ayudado.
Silvia: Vea, usted a ese muchacho le dice que ocupa un carro nuevo y se lo compra y usted se lo va pagando a pagos; es que usted no es ‘carebarra’.
Carmen: No. Ni se lo tengo que pagar, porque él me ayuda en todo Io que yo necesito, él pagó ese abogado... vieras…
Silvia: Pues…
Carmen: No hay palabras.
Silvia: Yo que usted, se lo pido, porque ya que la ve como una mamá, yo se Io pediría.
Carmen: Es que no hallo cómo.
Silvia: Yo le diría que me compre un carro, tal vez no un ‘BM’ ni nada de eso, así como Roberto de cincuenta o sesenta millones, no, eso no, porque uno no le puede pagar, pero un carrito nuevo, Toyota o así un Nissan.
Carmen: Sí, sí, Marcela me dijo. Marcela me dijo que ella me iba ayudar. Marcela me dice: ‘ese carro usted... " (no termina idea).
Silvia: Sí, hágalo, yo sentí hoy que ese carro nuevo venía de él y así cierra hocicos usted.
Carmen: Me dijo. Me dijo Marce…
Silvia: No se lo debe a nadie, se Io debe solo a Dios.
Carmen: ‘Yo le voy ayudar, yo le voy ayudar, usted no se preocupe, vamos a buscar un chuzo, usadito, pero un chucito”, me dijo. Entonces, yo sé que ella me va ayudar. Me dice: “si tengo que ponerle plata”…, porque Marcela tiene mucha plata. Le digo: ‘no, usted está loca, cómo se le ocurre”. Pero yo sé que seguro Marcela le va a pedir a gente, pero, no sé, yo no sé. Diay, yo quería ese de Pamela, pero no se me dio.
Silvia: ¿Y usted por qué no le pidió la plata prestada a ese hombre? Ese hombre tres millones y medio no era ni mierda para él; era una cuecha.
Carmen: Porque me ha dado mucha plata Silvia. Me ha dado cuatro millones. Él a mí, por nada me manda dos millones, por nada y le digo: ‘pero cómo se le ocurre’ y me dice: ‘usted tiene que ayudarse, usted tiene que vivir bien, usted tiene que ser feliz’ , me dice.
Silvia: Ay, sí, qué pecado.
Carmen: Ustedes lo van a conocer. Y me manda el mensajero desde San Carlos. Hace poco me dio dos millones. Ahí los tengo, de eso es que cojo, para mis gastos y eso. Sí, ese muchacho ha sido... bueno, bueno, más que un hijo, Silvia, más que un hijo. Él me ama y yo a él, pero como un hijo, sí como un hijo.
Silvia: Sí, más que un hijo porque ellos a usted nunca le han soltado en esa forma.
Carmen: Jamás, entonces mañana vienen por nosotras para irnos. Él cubre todos los gastos de todo, y, entonces, cómo le iba a pedir yo tres millones.
Silvia: Ya deseara yo tener un amigo así, que tenga mucho millones, y yo me le guindo; a mí qué me importa.
Carmen: Silvia, Io que han hecho.
Silvia: Acaso le están robando nada. Se Io están dando porque quieren, son dádivas. Esas dádivas vienen de Dios, ya que uno no puede hacerlo. Yo le he pedido a él ‘mandáme un socio, mandáme un socio, a ver qué negocio hago yo’.
Carmen: Le voy a decir, nunca, nunca le he pedido un cinco, yo nunca le he pedido un cinco. De él nació, de él nació. Vea, primero un día me dio medio millón y después otro día me dio dos millones y otro día me dio otros dos millones y yo le dije: ‘no William, eso es demasiado’ y dice: ‘usted tranquila’ . Están podridos en plata; yo le digo a Marce: ‘Marce, esa gente están podridos en plata’.
Silvia: ¿Y usted por qué no coge esas platas y va pagando y va pagando. Yo que usted le digo: ‘William, présteme la plata para pagar todo y yo le sigo pagando a usted’.
Carmen: No, no, no, Dios guarde. Lo del carro sí, pero yo creo que Marcela es la que va actuar ahí, yo no, porque me da pena; me ha dado mucho. Pero bueno, cuando Dios quiera, yo por eso le dije: ‘mi carro viene de Dios’. Y yo le dije: ‘Señor, si es el de Pamela que ha de ser mío, será’.
Silvia: Vea usted cómo Dios la ha honrado de tanta humillación que le han hecho a usted.
Carmen: Uno en la calle se encuentra gente buena. Vea, Silvia, usted no crea que él tiene alguna malicia conmigo, él muere por Marcela, son novios. Es novio de Marcela y a mí me ama y me dice…
Silvia: No, no, ningún hombre le va a dar a uno plata de…
Carmen: Me decía ‘suegrita’; ahora me dice ‘mamá’ . Me dice ‘mamá, usted es mi mamá, mi mamá’ (risas). Hay cosita, vieras. Cuando ustedes lo conozcan, ustedes van a ver la clase de persona que es, es un chavalazo. Ahora me acaba de mandar todo lo que compró, las birras y todo Io que compró para pasarla bien. Imaginate que contrató un parrillero y contrató un mariachi para... ay, está loco ese mae, está loco
Silvia: Ay Dios mío…
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Carmen: Un mariachi para una noche, para que nos vayan a cantar (risas). Vieras qué loco que es, él es tan buen amigo, de esos... pero de a por derecho. Es una bendición en mi vida; él dice que yo soy una bendición en la vida de él y yo digo que él es la bendición de la vida mía.
Silvia: Sí, que se encuentre ese tipo de señoras, y se las chulee y las chulee y las chulee.
Carmen: No, no, pero yo no, a mí más bien me da pena y viera... Y me cuida, viera cómo me cuida. El día que mandó al mensajero, el mensajero me dijo que es que se había quedado varada la moto y no sé qué y me hizo salir, e ir allá a la esquina. Cuando en eso me dice: ‘no, es que William no quería que yo pasara el carro que dice’ Constructora Herrera’, frente a tu casa’. Él me cuida Silvia, me cuida, bueno…
Silvia: Dios guarde.
Carmen: Y yo, cuando voy y saco la plata, eran dos mi... Usted no diga nada de esto.
Silvia: No, Dios guarde.
Carmen: Y yo no les ayudo en nada, cero, o sea, yo no puedo, yo no puedo ayudarles, porque yo no tengo injerencia en ningún análisis ni nada. Él Io hace porque quiere. Porque…
Silvia: No, usted le cayó bien y seguro él…
Carmen: Sí (la funcionaria dice algo que no se comprende).
Silvia: Usted seguro le contó todo su caso y el caso suyo es muy triste, Carmen María.
Carmen: Ah... sí, yo lo conté y entonces él me dijo: ‘usted tiene que ser feliz... y usted necesita... " y pá (sic) y me manda y me manda, pobrecito, es una persona... que Dios Io bendiga mucho.
Silvia: Y es una ayuda de un hijo a una madre; no es ningún chorizo de nada.
Carmen: Sí, sí, exactamente, no nada, yo no puedo... nada, yo no le ayudo en nada. Yo lo más que le he ayudado es para que les salgan unas facturas, pero son facturas que ellos trabajaron y ni siquiera pude ayudarle, porque faltaba una orden de modificación... Hay no, vieras.