La planta hidroeléctrica Reventazón, del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), presenta un problema geológico “complejo y delicado”, que provoca filtraciones de agua así como desplazamientos del terreno.
Tanto que la empresa estatal está buscando expertos internacionales para asistirla ante el deterioro que la millonaria estructura sufre incluso desde antes de su estreno en setiembre del 2016.
Situada en Siquirres (Limón), la planta costó $1.567 millones. El ICE la publicitó como “la segunda obra de infraestructura más grande de Centroamérica luego de la ampliación del Canal de Panamá”.
Sin embargo, seis años después de su estreno, la estructura sufrió grietas y filtraciones en el vertedero de excedencias, también en el canal de aproximación de las aguas que la alimentan. Además, una galería en una margen del vertedero está inundada.
Todo esto ha forzado a una cifra aún desconocida de intervenciones en los últimos años; un tema que el ICE ha manejado con mucha reserva pese a su gravedad como revelan documentos en poder de este medio.
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Según la documentación, el equipo de diseño del ICE no sabe la razón del comportamiento geológico, el cual “ha impedido subir el nivel del embalse hasta el valor máximo de operación considerado en el diseño. Esto debe ser debidamente documentado ante organismos financieros”.
Lo que está claro en los antecedentes del contrato 2022CD-000904-0000400001 es que la geología del macizo es bastante compleja y difícil de modelar, y que el problema de altas infiltraciones ha persistido a pesar de los trabajos realizados.
“Por la experiencia que tiene el ICE en obras hidroeléctricas, sabe que ya se llegó al umbral de acción con los profesionales propios y que por las graves consecuencias que podría tener una evolución negativa del comportamiento, lo recomendable es buscar lo antes posible la asesoría de expertos”, precisa un oficio del ICE, del 30 de agosto, remitido por el área de Ingeniería y Construcción al área de Proveeduría. Ahí le solicita abrir la convocatoria en el Sicop.
El oficio califica de “urgente e indispensable” la contratación pues del análisis de los expertos saldrían eventuales acciones de las cuales, cita el escrito, “puede depender la continuidad de la producción de electricidad de la Planta Reventazón”.
El texto menciona que el desaprovechamiento de la capacidad total del embalse ya es “suficiente preocupación”, pero que la inquietud es todavía mayor “ante la posibilidad de una salida de operación de la planta hidroeléctrica más grande del país” debido al problema, que califica de “complejo y delicado”.
Ante consultas de este diario, el ICE aseguró que la condición existente ha sido ampliamente informada y la calificó de una situación geológica que expertos internacionales catalogaron como imprevisible cuyas manifestaciones supuestamente solo podían ser percibidas en el terreno.
Al consultarse si la planta estaba en una condición de riesgo, la entidad se limitó a responder: “la contratación tiene el objetivo de continuar el monitoreo a la condición citada”.
También se le consultó si acaso el tamño de la planta quizás era demasiado grande para ese sector donde está y cuya geología quizás no estaba para alojar una obra de este tipo. El ICE lo negó por completo y adujo que la planta ha cumplido con los criterios técnicos del nivel más alto, según los estándares internacionales de la industria.
Comportamiento anormal
En abril del 2014, el ICE informó en su Plan de Expansión de la Generación 2014-2035 de que la megaplanta generaría, por año, un promedio de 1.560 Gigavatios (GW), pero esto nunca ha ocurrido.
De hecho, la producción total en los dos primeros años fue de 1.645 GW, según estadísticas del Centro Nacional de Control de Energía (Cence). En el Plan de Expansión de la Generación 2020-2035 del año anterior, Reventazón registra una caída en su promedio de generación a 1.066 GW anuales.
El problema geológico ha impedido utilizar la instalación al tope de su capacidad. Desde su entrada en operación, el vertedor de la planta mostró un comportamiento “anormal” debido a caudales de infiltración, presiones de agua en el macizo y desplazamientos del terreno sobre la obra, reveló la entidad en la contratación 2022CD-000904-0000400001, del Sistema Integrado de Compras Públicas (Sicop).
El concurso, publicado el 18 de noviembre, indica que el macizo rocoso sobre el cual están los cimientos del vertedero de la planta ha tenido un comportamiento “anormal” desde el primer llenado del embalse, en el 2015. La información se encuentra en la sección de especificaciones técnicas.
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Ese macizo, detalla la contratación, se compone “de rocas blandas tipo conglomerado y brechas muy vulnerables a la erosión cuando el flujo de agua las atraviesa con grandes presiones y/o altas velocidades de flujo”. Dicho entorno geológico se ve afectado por tensiones y estructuras geológicas las cuales no fueron visualizadas en el diseño de la megaestructura.
Por todo lo anterior, el concurso busca contratar a expertos internacionales en seguridad de presas, en hidrogeología y en geotecnia de obras hidroeléctricas para resolver las fallas. La contratación es por $249.000.
En el 2018, se vació todo el embalse por una fractura en el piso del canal de aproximación de las aguas que alimentan la planta. El ICE rellenó la fractura con materiales, colocó un revestimiento de concreto sobre el piso del canal y una barrera de pilotes secantes.
“El comportamiento mejoró después de esta intervención, pero persisten manifestaciones de anormalidad en el macizo de margen derecha”, advierte la contratación.
Otra intervención profunda se realizó en el 2021. Ese año, se inyectaron materiales en una fractura detectada en la galería 220 MD, que es la que presenta “alta infiltración”. Pero el caudal total de la fuga no cambió luego del trabajo, indica la información del Sicop.
Versión oficial
En setiembre anterior, el ICE confirmó estas dificultades al publicar en el Sicop otro concurso para contratar la instalación de unos aparatos llamados transductores de desplazamiento con cable. Estos equipos posibilitan vigilar la grieta que inunda la llamada galería 220 MD, situada a la derecha del vertedero de excedentes de agua del embalse.
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Los transductores son un tipo de sensor que mide la posición y el desplazamiento lineal de un objeto en una dirección a lo largo de un único eje, mediante el uso de un cable flexible.
Según literatura técnica, estos aparatos transforman una magnitud física en una señal eléctrica que sirve como registro de movimiento. Son útiles para detectar magnitudes físicas como humedad en aire, caudales o presiones sonoras y geológicas, por ejemplo.
Cuando La Nación consultó al Instituto por la situación de la galería y si afectaba la planta, la entidad respondió mediante un comunicado, el 26 de setiembre, en el cual aseguró que era “falso que exista una condición de riesgo en Reventazón”.
No obstante, el oficio de agosto pasado del área Ingeniería y Construcción contrasta con esa declaración pública al mencionar la posibilidad de un cese de operación de Reventazón si no se contrata, con urgencia, a los expertos para analizar el problema y buscarle solución.
En el 2017, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), uno de los que financian la planta, advirtió que la obra se levantó en una zona “de muy alto riesgo de deslizamientos y con movimientos de masa activos”. También mencionó fugas en las galerías de drenaje bajo la fundación del vertedero de excedencias (salida del agua para regular nivel del embalse).
La diputada Kattia Cambronero Aguiluz, del Partido Liberal Progresista (PLP) e integrante de la Comisión de Energía de la Asamblea Legislativa adelantó que llevaría ese tema a discusión del foro.
Para ella, es inadmisible que la obra presente daños tan serios en tan solo seis años y con una millonaria inversión costeada por los costarricenses.
“Esto es muy preocupante, considerando no solamente la inversión del proyecto, sino de lo que podría representar para el consumo y las tarifas de los costarricenses, en el mediano y largo plazo. Es urgente que el ICE rinda cuentas a la ciudadanía sobre un asunto de vital importancia”, afirmó.