Extraer petróleo o gas natural podría parecer tentador para impulsar la economía de un país como Costa Rica; incluso instalar una refinería. Sin embargo, la supuesta bonanza y bienestar de esas actividades ha demostrado ser perjudicial en otras naciones; sobre todo, aquellas sin experiencia previa.
Una de las razones es que grandes empresas extranjeras dominan el negocio, lo que limita la participación y beneficios de las autoridades locales y el país donde estén el gas natural y el petróleo.
Además, invertir en esa infraestructura implica un riesgo económico alto para las partes involucradas, pues la industria está sujeta a la volatilidad de los precios internacionales del petróleo, lo cual puede afectar la rentabilidad de los desarrollos.
Ese parece un escenario cada vez más previsible ante el creciente consenso internacional de reducir las emisiones que calientan la atmósfera.
En diciembre, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023 (COP28) tomó el acuerdo histórico de llevar a avanzar en una “transición para alejarse de los combustibles fósiles” hacia energías menos contaminantes.
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Bajo ese panorama, sería posible que futuras instalaciones queden en abandono en caso de que los precios del crudo caigan a niveles poco atractivos para invertir, dada una menor demanda a largo plazo. El resultado sería una infraestructura costosa y en desuso que, al final, no habría generado los beneficios imaginados para el país anfitrión.
Esos serían solo algunos de los efectos que podría sufrir una economía como la costarricense, según el doctor Alexander Peter Dodge, profesor asociado del Departamento de Geografía de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.
La investigación del académico se centra en conceptualizar y dar cuenta del surgimiento, transformación e inestabilidad de las redes de producción de hidrocarburos en la economía global.
Peter Dodge participó este 10 de abril en el foro Desterrando mitos: la verdad sobre exploración y explotación del petróleo y gas natural en Costa Rica organizado en la Asamblea Legislativa por la diputada Kattia Cambronero, del Partido Liberal Progresista (PLP), la organización Costa Rica Libre de Perforación y la Asociación Costarricense de Movilidad Eléctrica (Asomove).
En conversación con La Nación, el investigador detalló otros resultados nocivos que tendrían estas actividades para naciones que se aventuren en ellas.
Golpe a innovación
De acuerdo con sus investigaciones, existe un fenómeno económico llamado mal holandés, ligado a los efectos perniciosos para una economía cuando recibe una inyección significativa de ingresos en divisas por una actividad dominante.
En la década de 1960, el Reino de los Países Bajos experimentó un gran aumento de su riqueza tras el descubrimiento de grandes depósitos de gas natural en el mar del Norte.
Este acontecimiento, aparentemente positivo, tuvo serias repercusiones en importantes segmentos de la economía del país a medida que el florín holandés se fortaleció, encareciendo las exportaciones holandesas no petroleras y, por lo tanto, volviéndolas menos competitivas.
El noruego explicó que este fenómeno se ha repetido y repetido en otras economías.
“Entonces, conforme el tipo de cambio de la moneda local aumenta, otras exportaciones nacionales no petroleras se vuelven menos competitivas en mercados externos”, explicó.
Al volverse una actividad dominante, la inversión de capital (público y privado) también suele desviarse a esa fuente de mayor ingreso, lo cual disminuye el gasto en otros sectores económicos.
Esto, indicó Dodge, provoca que la economía dependa más de la extracción de esos recursos mientras decae la innovación y dinamismo en otras áreas. El riesgo, insistió, es la dependencia en una actividad sobre la cual los países anfitriones no suelen tener ni control, ni muchos encadenamientos internos.
El académico recordó que el negocio petrolero lo dominan grandes transnacionales y no los países que aportan la materia prima, esto deriva en bajos beneficios socioeconómicos en general para el país anfitrión por su dificultad para involucrarse en las cadenas de valor de la extracción petrolera o su refinamiento.
Asimismo, agregó, en el consenso internacional está más que claro que el petróleo y el gas irán desapareciendo por el cambio climático y su demanda caerá en el futuro.
“Eso significa que los campos de extracción de gas y petróleo que hoy tengan los costos productivos más bajos serán los más competitivos en ese ambiente de bajos precios, nuevos emprendimientos sin tales niveles de costos tendrán pérdidas”, indicó.
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Tiempo entre explorar y extraer
A esto se suma que todo el proceso entre la exploración de yacimientos y luego su extracción suele consumir años, indicó.
Dodge citó el caso de Uganda, que descubrió petróleo en 2006, pero la decisión final de inversión ocurrió el año pasado. Guyana inició la exploración en 2008, pero su primera extracción vino en el 2022. Tanzania inició la búsqueda en 2011 y permanece sin explotar el recurso.
“Entonces países que empiecen a explorar ahora sus yacimientos llegarán en el futuro a un mercado cuando la demanda de este tipo de energía ya estará en declive”, explicó.
Movilizar hoy recursos en tal actividad implica el riesgo de poner las capacidades internas en un sector que a futuro será más cambiante, en vez de usarlos en desarrollar nuevos sectores económicos o mejorar los existentes.
“Incluso si Costa Rica desarrollara campos petroleros, ¿cuán competitivos serán? La industria petrolera es muy competitiva y depende de grandes refinerías que están y suelen crearse en India y China, donde se localiza la mayor de demanda”, añadió.
Una razón por la cual a Uganda le tomó tanto tiempo iniciar su explotación, recordó, es que pasaron años y años en negociaciones entre sus autoridades y compañías petroleras, dado que nadie tenía mucho interés en instalarse allí por diversas razones.
“No había un interés genuino de nadie y Uganda más bien debió salir a buscar inversores”, comentó.
El 4 octubre del 2023, el presidente Rodrigo Chaves anunció en conferencia de prensa que el gobierno había solicitado ayuda a Noruega para realizar estudios no intrusivos que permitan conocer el tamaño de las reservas nacionales de hidrocarburos y gas natural.
Este 12 de abril, el Gobierno noruego rechazó dicha solicitud para colaborar en la identificación de yacimientos de gas natural aquí, tal y como lo confirmó el ministro de Ambiente y Energía costarricense, Franz Tattenbach Capra.
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