Los conductores que utilizan la carretera San José-Caldera se enfrentan al riesgo de derrumbes en al menos 24 puntos a lo largo de los 76,7 kilómetros de extensión de la vía.
Los peligros mayores se presentan entre el kilómetro (km) 36 y el km 48, tramo Atenas-Orotina, donde los taludes o paredes tienen mayor altura.
Por ahí pasan cada día hasta 17.000 vehículos, según datos del Tráfico Promedio Diario (TPD), del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT).
Estas advertencias las hizo el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme) en informes entregados a la empresa Globalvia, concesionaria de la ruta 27.
Los documentos datan desde el 2010 y el último fue dado en abril.
Los problemas sobre los que alertó Lanamme son los que, el sábado 1.° de noviembre, ocasionaron un derrumbe a la altura del km 40 de la vía, lo que obligó a cerrar el tramo. La medida hizo colapsar las vías alternas.
Según Roy Barrantes, coordinador de la Unidad de Gestión y Evaluación de Lanamme, reiteradamente han manifestado que el tratamiento dado a los taludes no es el adecuado para mantenerlos estables. Por esa razón, insistió, son susceptibles de colapsar.
Lanamme hace señalamientos a partir del kilómetro 21, cerca de la salida a Siquiares.
Desde ahí, los taludes se ven expuestos a un fenómeno natural que los expertos han llamado drenaje ácido, lo cual debilita tanto los muros naturales como el concreto lanzado sobre estos.
En criterio del ingeniero, colocar concreto no es lo ideal, pues ese material también se puede desprender y provocar mayor daño.
En otros sectores, los problemas se dan por falta de soporte de las cunetas en los taludes, agrietamiento de la ruta, construcción de muros de gaviones en los que se hizo corte de talud y afectaciones por la lluvia o los vientos en la fachada de los muros en suelo.
“Hemos percibido que no se han hecho acciones preventivas. Cuando algo se cae, lo limpian; no se han tomado medidas para prevenir que eso suceda”, dijo Barrantes.
En relación con estas observaciones, se consultó desde el martes a la empresa Globalvia. Sin embargo, al cierre de esta edición no se tenía respuesta.
Sobre otras soluciones implementadas por la empresa Globalvia, como la colocación de mallas y barreras, el ingeniero aseguró que son pensadas para atender la caída de rocas, pero no son efectivas en taludes muy grandes.
“Lo que hay que hacer es exigirle al concesionario que haga los estudios técnicos suficientes y la inversión necesaria para garantizar la seguridad y funcionalidad del proyecto”, aseveró Barrantes.
Más altos. En el último informe, las principales observaciones se dan para el tramo que va del km 36 al km 48, donde los taludes son de mayor altura.
Por ejemplo, para el km 38, se advirtió de que el concreto que reviste los taludes del lado derecho de la vía estaba muy deteriorado y se recomendó tomar acciones preventivas por amenaza de desprendimiento antes de que comenzaran las lluvias.
Ese fue uno de los sectores que presentaba caída de material el martes, cuando este diario realizó un recorrido por la carretera.
El mismo problema se identificó dos kilómetros más adelante (en el km 40) en un informe del 2012. Allí se mencionó la erosión por agua de escorrentía y el arrastre de material. Dicho tramo fue donde se produjo el deslizamiento el sábado.