Es quizás uno de los vecinos más antiguos y conocidos de Ciudad Colón y, aunque nadie sabe cómo llegó, se ha convertido en el emblema de este cantón josefino, tanto, que fue premiado.
Sus características naturales y la riqueza histórica que guarda le confirieron a este jícaro (de la especie Crescentia cujete ) la “Primera edición del premio al árbol excepcional 2004”, otorgado ayer por el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) , en el marco del Día Nacional del Árbol.
No se sabe su edad exacta, pero se estima que ocupa estas tierras hace más de 400 años .
Se dice que bajo su follaje se realizaron los primeros intercambios de productos entre las poblaciones de Pacaca, los indígenas de Quitirrisí, los pobladores de Tabarcia y la zona de Santa Ana.
El árbol se convirtió en el centro de las actividades económicas y de desarrollo, y dio paso al establecimiento del pueblo, tan es así que a sus costados se encuentra el mercado y la Municipalidad.
Los frutos del jícaro de Ciudad Colón no se explotan comercialmente, pero son utilizados como recipiente para almacenar líquidos, para construir juguetes, artesanías, instrumentos musicales y adornos.
Para algunos vecinos este jícaro es más que un árbol: es un volver al pasado y traer a la memoria bellos momentos de infancia,
“Quiero mucho este árbol porque, cuando estaba en la escuela, todos los días pasaba por aquí, y me gustaba coger las flores porque parecen muñequitas. Como en ese tiempo no habían vasos, cogíamos las frutas para tomar café y fresco”, dijo Enriqueta Corrales , de 100 años de edad.
El galardón dado al árbol, además de ser un honor para el cantón de Mora, brindó un mecanismo legal para que el jícaro se conserve intacto a través del tiempo, más allá de los usos que se le puedan dar en un futuro al suelo.
Ya quedó abierto en el INBio el concurso para postular al candidato del 2005.