Feliz y aliviada, así se sentía Johanna Jiménez Mata, estudiante del Liceo Rural IDA en San Luis en Dos Ríos de Upala, minutos después de haber recibido el reconocimiento por alcanzar una de las mejores notas en el examen de admisión del Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec).
La joven de 17 años ha vivido días sorprendentes, pero trata de celebrar con serenidad los resultados de sus esfuerzos frente a las adversidades, como el hecho de que viene de un colegio ubicado a 25 km de su casa, donde no se imparte el currículum completo, como por ejemplo, no reciben Física, por lo que ella tuvo que arreglárselas sola para aprender.
“Me hace muy feliz: yo quería entrar entre los 30 mejores del Tec, primero, para demostrarme que podía y, segundo, por la beca que dan”, contó Johanna, este jueves.
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La muchacha obtuvo una nota de 780,34 en la prueba del Tec, convirtiéndose es la primera persona egresada de un colegio rural en posicionarse entre los primeros 30 puestos en los últimos cinco años: ella se ubicó en el número 13.
Además, Johanna fue una de las ocho jóvenes que obtuvo la nota máxima de 900 puntos en el examen de la Universidad Nacional (UNA) y logró 756 de 800 en la prueba de aptitud de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Johanna evalúa estudiar Ingeniería en Computación en el Tec, universidad que le ofrece una beca del 100%. Para su padre, la felicidad es inmensa.
“Es un orgullo, a veces uno piensa que es jactancioso porque es un orgullo desmedido, uno ve a los hijos con los ojos del corazón. Me siento feliz de que vaya alcanzando sus metas. Este es un eslabón más en su cadena de éxitos, si sigue así con la disciplina que tiene, va a llegar muy alto en la parte profesional”, comentó don Johnny Jiménez.
El orgulloso papá, quien se dedica a la docencia, comentó que siempre le inculcó a su hija la bondad para apoyar a sus compañeros, porque “si Dios le dio el don de comprender las materias”, debe compartirlo. Además, señala que en la vida las buenas calificaciones son muy importantes, sin embargo, dice que se requiere tener buen corazón para salir adelante.
La dedicación de Johanna
Hace dos años, Johanna consiguió entrar a un colegio científico, pero debido a situaciones personales tuvo que dejarlo. Fue una decisión que le causó tristeza, sin que eso significara renunciar a sus metas.
La joven estudió en un colegio rural en Upala, Alajuela, ubicado a 25 kilómetros de su casa, en el Consuelo de Liberia, Guanacaste. Fueron muchas idas y venidas, haciendo largos trayectos en bus, aprovechando “el ride” de alguna persona conocida o quedándose en casas de amigos si se le hacía muy tarde. Nada la alejó de sus aspiraciones.
En el liceo, la joven y sus compañeros no recibieron la malla curricular completa, por lo que no había clase de Física ni de Química, solamente de Biología. Por esa razón, aprendió Física estudiando con un libro y así “se la ha ido jugando”. Aun con este panorama, ella aprecia el lugar en el que se formó, pues el ambiente es muy sano.
Johanna comentó que en su colegio, como la población es más reducida, los estudiantes reciben mayor atención individual y reconoce que muchos exalumnos han ingresado a universidades públicas.
“Me hace feliz saber que represento un colegio que quizá se subestima mucho. También me hace feliz saber que quizá mi experiencia puede ayudar a compañeros de este u otro colegio para que sepan que sí se puede. Es cierto que a veces hay limitaciones, pero con esfuerzo, ganas y disciplina se puede lograr”, expresó.
Con 17 años y cuatro meses, Johanna piensa en su futuro: quiere desarrollarse como ingeniera y especializarse en tecnología vanguardista para ofrecer soluciones que ayuden a las personas. Está convencida de que “en la vida hay que aspirar a lo más alto”.
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