Antes del milagro de su curación, Floribeth Mora Díaz ya tenía especial devoción por Juan Pablo II.
Hace 30 años fue parte de aquellos jóvenes que un 3 de marzo aplaudieron la visita del papa polaco Karol Wojtyla a suelo costarricense, según narraron familiares.
Mora es madre de cuatro hijos, recién cumplió sus 50 años y el relato de haber sido curada de un aneurisma cerebral sin explicación médica está a un paso de convertir a Juan Pablo II en santo.
Aquella inolvidable tarde de marzo de 1983, escuchó, junto a miles de jóvenes reunidos en el antiguo Estadio Nacional, las palabras de quien fue el Sumo Pontífice de la Iglesia católica durante 26 años.
“Digan no al egoísmo, no a la injusticia, no al odio , no a la mediocridad y no la irresponsabilidad; sí a Dios (...); no tengan miedo”, dijo el papa Juan Pablo II, en la que fue una lección de fe para los ticos.
Sin embargo, esas mismas palabras las escucharía esta vecina de La Unión en el 2011, después de que oró y pidió la sanación de Dios mediante Karol Wojtyla.
“Yo le pedí a Dios y le pedí al Papa que por favor intercediera por todas las peticiones. Luego vi en una revista la foto de Juan Pablo II, pero yo escuchaba la voz de él que me decía: ‘Levántate; no tengas miedo’. Me quedé sorprendida. Seguía viendo la revista y yo le dije: ‘Sí, señor’. Me levanté de mi cama y ese día él me sanó”, narró la costarricense a Televisa hace un año.
De acuerdo con sus familiares, esa entrevista fue elaborada por la conocida periodista Valentina Alazraki (mexicana experta en temas del Vaticano) y se divulgó ayer luego de conocerse el caso de la cartaginesa.
En este momento, por instrucciones de las altas autoridades eclesiásticas, la familia no atiende a ningún medio de comunicación.
Aunque el Vaticano no ha confirmado que el segundo milagro de Juan Pablo II corresponde al caso de la costarricense, monseñor Francisco Ulloa dijo que hay altas probabilidades de que así sea.
En su testimonio, Floribeth Mora confirma que se curó sin explicación científica que justificara el caso. El aneurisma fusiforme desapareció y por eso meses más tarde decidió escribir su testimonio y enviarlo a un sitio en Internet.
“Le pedí (a Juan Pablo II) que me ayudara porque yo no quería morirme; yo quería estar con mis hijos. No quería dejar a mi hijo menor, que es lo que más me preocupaba”, agregó la señora en su relato.
Tras el milagro, la fe hacia Juan Pablo II aumentó. Mora y su esposo asistieron, en marzo de este año, a la Caravana de la Resurrección, organizada por el padre Sergio Valverde en Cristo Rey, en San José.
Silencio. En Dulce Nombre de La Unión, Cartago, hay quienes consideran que ya Juan Pablo II es un santo por sus obras y ejemplo de vida. Sin embargo, para que suba al altar de la santidad, aún hace falta el anuncio del papa Francisco.
“Hay mucha fe a Juan Pablo II. Él lo tiene bien merecido que lo hagan santo. Sin embargo, aquí en el barrio hay mucho silencio como parte del respeto al caso”, expresó la vecina Mayra Calderón.
Desde que circuló la noticia de que el caso de Floribeth Mora podría ser el motivo para la canonización, los vecinos reciben todos los días la visita de periodistas.
Los familiares aseguran que desde el Vaticano hay un seguimiento riguroso de la información y han solicitado que no se publiquen sus declaraciones.
“Por este medio me permito disculparme con ustedes de no poder atenderlos. No es soberbia de nuestra parte; es que no me lo permiten”, manifestó Mora mediante una nota escrita que entregó su esposo el martes.
Las horas corren y aunque doña Floribeth conoce el veredicto, será la voz del papa Francisco la que arroje luz en torno al caso.