La lluvia ácida que cae en la capital durante varios meses del año acelera la corrosión de edificios, esculturas y monumentos y les ocasiona un daño irreparable.
Un estudio de la Universidad Nacional (UNA) y la Municipalidad de San José detectó que entre agosto y noviembre del año pasado cayó lluvia ácida, producida por la contaminación que generan los vehículos e industrias.
Jorge Herrera, coordinador del laboratorio de Análisis Ambiental de la UNA, afirmó que no existen pruebas de que las precipitaciones ácidas provoquen daños a los humanos, pero sí a las construcciones o esculturas.
Según parámetros internacionales, la lluvia puede tener una acidez con un valor de 5.
"No tenemos un fenómeno de lluvia ácida generalizado porque el promedio es por debajo de ese límite, pero hay lugares y momentos en que las precipitaciones tienen mayor acidez y se pasa el límite", indicó Herrera.
El estudio indicó que la lluvia ácida en la capital es mayor cuando recrudece el invierno.
Para tomar las muestras la UNA colocó recolectores de agua especiales en seis puntos de la capital: Municipalidad de San José, Ministerio de Seguridad Pública e Instituto Costarricense de Electricidad, en La Sabana y Barrio Luján.
También en el Museo de los Niños y la Biblioteca Nacional.
Cuidado. Los niveles más altos de lluvia ácida se registraron en la sede del Ministerio de Seguridad (barrio Naciones Unidas).
En el Ministerio el valor máximo fue de 6,75 (el límite es 5) y el promedio fue de 5,33.
En el ICE Sabana el máximo de acidez llegó a 6,20 y en el Museo de los Niños alcanzó 6,30.
Lo que más preocupó a los investigadores es el nivel de sulfato en la lluvia ácida, pues en agosto del 2005 llegó a 2 miligramos por litro (mg/l), aunque está por debajo del de México, que es de 6 mg/l.
"De cada cuatro lluvias en la capital, una tiene carácter ácido. En noviembre (2005) el 33% de las precipitaciones fueron ácidas", señaló Herrera.
Según el investigador, se requiere mejorar la calidad de los combustibles para reducir el sulfato.
Esta es la primera vez que se realiza una medición de lluvia ácida en la capital, por lo que no se puede comparar con años anteriores.