La marea negra amenaza a las playas turísticas de Río de Janeiro, seis días después del escape de 1.300 toneladas de petróleo en el fondo de la bahía de Río, procedentes de una refinería de la compañía estatal Petrobrás, afirmó ayer el presidente de la Fundación para el Medioambiente (Feema), Axel Grael.
Un profesor del Departamento Oceanográfico de la Universidad Federal de Río, David Zee, confirmó que "la contaminación alcanzará las playas de Flamengo y Botafogo", ubicadas al pie del Pan de Azúcar.
"Si hubiera un frente frío, la marea negra se iría hacia el fondo de la bahía, pero como las condiciones climáticas son buenas, las corrientes marinas la llevan hacia la zona sur", explicó.
El presidente de Petrobrás, Henri Philippe Reichstul, anunció que hoy un cordón aislante de barreras flotantes sería instalado cerca del puente que conduce a la ciudad de Niteroi (del otro lado de la bahía) para evitar que la marea alcance las playas de Copacabana, Ipanema y Leblon.
"Debemos evitar eso a toda costa", dijo.
"El petróleo dejó de formar grandes bloques y empezó a aparecer bajo la forma de manchas que se desparraman mucho más rápidamente", precisó.
Según él, el riesgo de que alcancen la zona sur es "mínimo" y las boyas de aislamiento son una "medida de protección".
Petrobrás, sin embargo, solo cuenta con dos kilómetros de barreras flotantes, y los tres kilómetros suplementarios necesarios debían llegar el domingo por la noche de Estados Unidos.
La petrolera también pidió la ayuda de la empresa británica Oil Spill Emergency Response, de Mar del Norte, especializada en las mareas negras.
Mientras Petrobrás intentaba limitar los daños en las playas con 2.000 empleados, decenas de voluntarios ayudan a los ecologistas, biologistas y veterinarios para intentar salvar a los pájaros empapados en crudo. Los pescadores de la región, que ya no pueden ir a trabajar, ayudan a salvar a los animales.