La caída en la celebración de matrimonios católicos alcanzó un nuevo hito en el país, al llegar al nivel más bajo registrado hasta la fecha. Actualmente, solo un 20% de quienes eligen oficializar su unión lo hacen ante un sacerdote de la Iglesia. Las bodas civiles son la opción de ocho de cada diez parejas.
La pérdida de terreno de los matrimonios católicos frente a los civiles se profundizó durante la pandemia de la covid-19. Antes de dicha coyuntura, durante aproximadamente una década, las uniones bajo la fe católica representaban cerca de una cuarta parte del total.
Por ejemplo, en el 2001, hace dos décadas, 22.576 parejas contrajeron matrimonio en el territorio nacional y, exactamente, el 38,3% (8.648) dio el sí ante un cura. El 61,7% restante, compuesto por otras 13.928 parejas, firmó su unión ante un notario, según estadísticas del Registro Civil.
Diez años después, en el 2011, el porcentaje de casamientos católicos cayó al 25,5%, pues se registraron 24.588 uniones y solo 6.263 fueron con un clérigo.
Posteriormente, subió al 32,6% en el 2013 y desde entonces, presenta una caída constante. En el 2020 –año en que la mayor parte de la población estuvo confinada en sus hogares por la pandemia–, descendió al 16,3%; un año después subió al 18,8%; y en el 2022 cerró en un 21,5%.
El año pasado, hubo 23.015 bodas, de las cuales, una quinta parte (4.948), fueron católicas y las restantes 18.067 (el 78,5%) ante un notario público.
En otras palabras, hace dos décadas, cuatro de cada diez uniones eran religiosas. Ahora, al altar llegan solo dos de cada diez parejas.
Y si se analizan los datos desde que se inició la pandemia, el 6 de marzo del 2020, la Iglesia católica ha realizado menos de 5.000 casamientos por año. Las bodas civiles, por el contrario, han rondado desde entonces, en promedio, las 17.705 uniones anuales.
Las estadísticas del Registro Civil, disponibles a partir del año 2001, evidencian cómo la preferencia de los costarricenses por los matrimonios civiles se ha consolidado en los últimas dos décadas.
Volumen de matrimonios
La transformación es notoria, además, al analizar el volumen de personas que se casan, en comparación con la población del país.
Según las mediciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la tasa de nupcialidad, es decir, el número de matrimonios por cada 1.000 habitantes, pasó del 5,45 en el 2011 al 4,72 en el 2021.
En esta medición, la caída en las uniones católicas también fue mucho más pronunciada, al pasar del 3,08 a 2,05 en ese periodo de 10 años. Mientras que la disminución en las civiles fue menor, al caer de 7,86 a 7,43.
‘Ya no es un país predominantemente católico’
¿Qué aleja a las parejas de los altares?
La estadística apunta, en primer lugar, a una disminución de la población católica en el país. Solo la mitad de la población se identificó como católica en la encuesta Percepción de la Población Costarricense sobre Valores y Prácticas Religiosas, publicada en el 2019 por el Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo), de la Universidad Nacional (UNA).
Esa medición evidenció un alejamiento de los costarricenses de la Iglesia, ya que un 77% de los encuestados reconoció haber sido educado como católico durante su niñez.
Alberto Rojas, sociólogo e investigador de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la UNA, apuntó que dentro del grupo de quienes se consideran católicos, hay personas no practicantes y otras que hacen una lectura negociada de su creencia. Es decir, que deciden seguir algunos lineamientos de la Iglesia y otros no. En esta selección, muchos eligen no someterse al escrutinio del matrimonio sacramental.
“La Iglesia puede verlo como un debilitamiento moral, un debilitamiento de la fe, pero desde un punto de vista muy práctico, la gente dice: ¿para qué me voy a casar, si puedo obtener exactamente lo mismo sin ningún tipo de sanción social ni moral, y puedo vivir perfectamente en unión con mi pareja?”, expresó Rojas.
La Iglesia, por su parte, reconoce que el volumen de sus fieles va en declive. Pero además, atribuye la disminución en los matrimonios católicos al hecho de que muchas parejas, aún siendo creyentes, prefieren vivir en unión libre. También, al hecho de que los creyentes que se divorcian y desean contraer segundas nupcias, solo pueden hacerlo por la vía civil.
Iglesia señala al divorcio y la unión libre
Al tiempo que cada vez menos personas se quieren casar en el país, hay cada vez más divorcios. Las disoluciones de parejas pasaron de 7.084 en el 2001 a 19.722 en el 2021, lo cual representa un incremento del 178% en 20 años.
El padre Ronny Solano, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de la Pastoral Familiar, afirmó que según las enseñanzas del papa Francisco, los hogares formados por parejas en unión libre o casadas civilmente también presentan “elementos constructivos”, pues por lo general tienen amor y compromiso. No obstante, hizo énfasis en que desde el criterio de la Iglesia, se trata de situaciones no recomendables.
A Solano le preocupa, en particular, la situación de quienes conviven en unión libre. Considera que carecen de las seguridades que, en su opinión, solo da el matrimonio, especialmente el religioso.
“La unión libre es poner el amor humano a la deriva. Si te casás por la Iglesia, esto significa que las dos partes están comprometidas a algo como esposo y esposa, esos compromisos en la unión libre no existen y eso es muy peligroso para la estabilidad afectiva de la persona.
“El hecho de estar casado por la Iglesia me hace sentir la responsabilidad de mantener esta unión que yo asumí para toda la vida, pero cuando el amor es libre, como no me sirvió, simple y sencillamente me voy”, argumentó Solano.
¿Seguirán cayendo?
Alberto Rojas, el investigador de la UNA, cree que la caída en los matrimonios por la Iglesia y en el número de creyentes en la fe católica se profundizará en los próximos años, pues en las nuevas generaciones hay cada vez más jóvenes cuyos estilos de vida, prioridades y creencias no coinciden con las enseñanzas y exigencias de esa religión.
“La Iglesia está fallando en crear esperanza, que es una de las cosas principales de las religiones y la fe. No optimismo, porque puede ser que la situación esté realmente terrible. La esperanza es diferente, es precisamente que en condiciones muy fregadas, usted sienta que va a poder enfrentar los problemas y vivir con cierta plenitud”.
— Alberto Rojas, investigador de la Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión de la UNA
El padre Solano explicó, por su parte, que para la Iglesia costarricense es una prioridad fomentar que más parejas elijan el sacramento del matrimonio, que para los católicos es la base de la familia.
El trabajo, según el sacerdote, se realiza desde las pastorales sociales, donde se promueven actividades dirigidas a las parejas, con el objetivo de acercarlas a la Iglesia. Quienes viven en unión libre, dijo, en ocasiones solo necesitan un empujón para convencerse de casarse. Y los divorciados vueltos a casar, para quienes el sacramento no es una opción, también son tomados en cuenta.
“Tenemos que abrir el corazón a cada una de estas personas y ver la situación en particular, ver por qué razón estamos así, los acompañamos, nos acercamos y discernimos. La idea es integrar, independientemente de la situación en la que estén, en la vida de la Iglesia”, aseguró el cura.