Sin llevar al paciente al quirófano y sin dejar señal alguna de operación, especialistas del hospital México restablecen el paso de los alimentos en los pacientes con tumores que obstruyen la vía digestiva.
Los gastroenterólogos Herbert Burgos Quirós, Henry Zamora Barquero y Rodolfo Hidalgo, y el radiólogo Willy Sancho Vargas desarrollaron la técnica llamada gastroenteroanastomosis.
Consiste en unir el estómago y el intestino, usando imanes, para crear una vía alterna para los alimentos cuando la ruta natural está bloqueada por tumores en vías biliares, páncreas, estómago o duodeno.
Lo novedoso es que el procedimiento es por vía endoscópica; es decir, usando aparatos que se introducen por la boca, sin necesidad de someter al paciente a los riesgos de la cirugía.
La técnica obtuvo tan buenos resultados en la calidad de vida de los pacientes en los que se ha practicado que recibió la aprobación de la Oficina Federal de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), en octubre del 2002.
La medida de la FDA da luz verde para que otros países del mundo usen el procedimiento.
Ingenio nacional
La idea original la planteó el médico estadounidense Stan Cope, pero especialistas ticos en radiología y gastroenterología se encargaron de diseñarla y hacer el set de instrumentos.
La técnica se desarrolló simultáneamente con pacientes en Costa Rica y en Argentina. Ayer fue presentada en sesión médica a los jefes de servicio del hospital México.
Eliseo Vargas García y Horacio Solano Montero, presidente ejecutivo y gerente médico de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), respectivamente, destacaron la importancia de este aporte científico.
El procedimiento se hace de manera ambulatoria (sin hospitalización), en dos pasos.
En una primera sesión, se colocan, por vía endoscópica, dos imanes: uno en la pared del estómago, y otro en la del intestino.
Estos dos imanes permanecen allí hasta por 14 días con el objetivo de unir los tejidos de ambos órganos.
Cuando se unen, se forma un canal artificial para el tránsito de los alimentos.
En una segunda sesión, los médicos retiran los imanes con ayuda de un tercer imán, para dejar el paso libre en el nuevo canal.
Para evitar que el orificio se cierre, ponen una prótesis parecida a un yo-yo.
La dejan ahí de por vida, pero la revisan cada mes.
Otra vida
La técnica ha mostrado muy buenos resultados en la calidad de vida de los ocho pacientes en los que se ha practicado.
Principalmente, según Burgos, porque los protege del riesgo tanto de la cirugía como de las complicaciones que, normalmente, esta podría traer (infecciones, por ejemplo).
De hecho, para colocar o retirar los imanes el pacientes se mantiene sedado, pues no requiere anestesia.
Otra ventaja es que permite a las personas comer y aprovechar los beneficios de una alimentación normal y estar en buenas condiciones para enfrentar otros tratamientos para el cáncer.
Bertilia Montenegro, de 83 años y vecina de Cartago, y el herediano Manuel Bolaños, de 90, dieron gracias a Dios por estos inventos médicos tras reconocer que sus vidas cambiaron después de que se los practicaron.
“Me siento lleno de salud y no tengo cómo explicar que me operaron porque los médicos no me dejaron ninguna cicatriz”, dijo ayer Manuel Bolaños mientras los médicos le contaban cómo ahora puede comer sin problemas.
Colaboró la periodista Ángela Ávalos.