Leonardo Patterson, un costarricense que durante décadas atrajo la atención internacional por su extensa y controvertida colección de arte precolombino, falleció el 11 de febrero en la ciudad de Bautzen, en el noreste de Alemania. Tenía 82 años.
La noticia fue confirmada por las autoridades locales, según informó The New York Times. No se brindó información sobre la causa ni el lugar exacto del deceso.
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De Cahuita al epicentro de la controversia internacional
Patterson nació en Cahuita, Limón. Su vida comenzó entre campos de yuca y terminó rodeado de miles de piezas de arte ancestral que, según múltiples gobiernos latinoamericanos, habrían salido del continente de forma ilegal.
A pesar de no saber leer ni escribir, logró convertirse en una figura influyente en el mundo del coleccionismo de arte. Fue descrito por sus allegados como una figura “mítica” y un “gurú” del arte prehispánico. En 1995, incluso ocupó el cargo de Consejero de Costa Rica ante las Naciones Unidas.
No obstante, su historia también estuvo marcada por detenciones en México y España, así como dos condenas judiciales en Alemania relacionadas con su actividad como coleccionista.
Condenas en Alemania
En noviembre del 2015, una corte civil alemana lo encontró culpable de posesión y exportación ilegal de bienes culturales, pero solo por dos cabezas olmecas de madera. Esas fueron las únicas piezas que debía devolver a México. Su defensa presentó una apelación y esperaba un nuevo fallo.
Por el resto de su colección –que incluía miles de piezas reclamadas por Costa Rica, Perú, Guatemala, Colombia, Ecuador y México– no enfrentaba consecuencias legales en Alemania.
La legislación de ese país no contemplaba sanciones para los casos que involucraban obras ingresadas de forma irregular hacía más de una década.
En un caso separado, una corte penal alemana le impuso un año y tres meses de prisión domiciliaria y una multa de 36.000 euros, por la venta de un busto olmeca falso.
La pieza había sido parte de una exhibición en Santiago de Compostela, España, en 1996, que encendió las alertas de Interpol y desató procesos judiciales en al menos cinco países desde 2004.
Reclamos y piezas desaparecidas
Solo México continuaba, hasta 2016, con acciones legales y diplomáticas para recuperar 691 piezas. También fue el único país que pagó los 90.000 euros exigidos por Alemania para el almacenamiento y análisis de las obras.
Costa Rica, por su parte, no logró avanzar en su reclamo de 497 objetos debido a los altos costos del proceso. Las dos únicas piezas que el país logró recuperar –un jarrón y un metate de piedra– desaparecieron en 2010 de la embajada tica en Madrid.
Bajo perfil y retiro en Alemania
En sus últimos años, Patterson vendió caballos de polo, automóviles Rolls Royce y propiedades en Estados Unidos y Europa para mantener su estilo de vida en Múnich, lugar donde residía.
Mantuvo un perfil discreto. Desde 2008 solo concedió una entrevista a la agencia Associated Press y envió un par de cartas a La Nación. En esas ocasiones, defendió su inocencia y cuestionó la legalidad de los reclamos en su contra.
Para Patterson, su colección representaba el espíritu de la América prehispánica. En sus propias palabras, los países latinoamericanos, incluido Costa Rica, reclamaban a “la persona equivocada”.
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