Para el jefe de la Policía de Control de Drogas –cuyo nombre se omite por razones de seguridad– ninguna de las joyas decomisadas al narco podría compararse con las del mexicano Rafael Caro Quintero.
En su momento, las autoridades estimaron que la colección incautada en Costa Rica –en 1985– valía más de $1 millón.
“Aquello era algo impresionante. Recuerdo un arma con la cacha de oro y con incrustaciones de diamantes. También había una hebilla con brillantes.
“Algunas joyas las andaba puestas; otras estaban en las repisas de su mansión (contiguo al aeropuerto) o en poder de su compañera, Sara Cossío”, rememoró el jefe antidrogas.
En la vivienda, el narcotraficante Quintero guardaba casi 100 joyas, entre estas un dije con forma de escorpión con incrustaciones de diamantes, así como una herradura de oro y una gargantilla de oro de 18 quilates, adornada con un zafiro azul.
Venta. Parte de las joyas de Caro Quintero han sido vendidas en beneficio de la Fundación Agustinos Recoletos-Ciudad de los Niños (Cartago).
Un grupo de 32 alhajas fueron adquiridas el 20 de febrero del 2001 por un arquitecto mexicano.
Otras quedaron en manos de una familia josefina.