Algo anunciaba que aquel niño correlón de la escuela Tomás Guardia, en Limón, tenía potencial para algo más. Lo que para cualquier escolar eran los típicos juegos del recreo, para Nery Brenes eran los primeros entrenamientos de su carrera como velocista.
Este estudiante universitario de Ciencias Políticas sorprendió a los gigantes del atletismo en el Mundial de Osaka, Japón, al ganar su eliminatoria de 400 metros planos.
Derrotó a uno de los favoritos, el estadounidense Angelo Taylor, e impuso récord nacional con tiempo de 45 segundos y una centésima (la anterior marca, 46:00, también era de su cosecha).
Tal registro le permitió a Brenes convertirse en el primer atleta costarricense clasificado para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Apenas regresó al hotel, Brenes corrió a compartir la noticia por teléfono con su mamá, Maidela Cárdenas, quien lo felicitó, orgullosa, desde el hogar en barrio Los Corales Dos, Limón.
Brenes competirá hoy en las semifinales del Mundial. Buscará un sueño más difícil: meterse dentro de los ocho mejores del planeta. Eso no es un imposible para alguien que en una década pasó de ser una promesa de Juegos Nacionales a convertirse en atleta de rango olímpico.
Un logro que atribuye a su entrenador, Walter Salazar, mentor de esta gacela limonense.