El viernes, el Presidente estaba de muy buen humor. Era la víspera de sus 730 días al mando del Poder Ejecutivo.
En su faena, cerca de la hora de su almuerzo con pescado asado y arroz integral, Abel Pacheco contestó algunas consultas livianas de La Nación .
Esta vez no fue sobre la Caja del Seguro, la revisión técnica de vehículos o el plan fiscal. Esta vez se le pidió describir con sus propias palabras su día de trabajo.
Las consultas se le enviaron por correo electrónico, sus asesores se las leyeron y grabaron sus respuestas, las cuales se transcriben acá:
–Don Abel, ¿cómo describe un día como presidente?
–Bueno, los días míos son intensos e impredecibles. Los días míos comienzan generalmente aquí, a las 8 de la mañana. Llego, reviso algo de correspondencia, firmo papeles; a las 8 y media o nueve comienzan las citas.
“Las citas son de cualquier tipo, desde un grupo de señoras que están poniendo una industria y quieren ayuda hasta un visitante extranjero, presentación de credenciales, conflictos laborales, conflictos de todo tipo, reuniones con ministros, con el equipo económico, reuniones con el equipo social. Es muy variado, voy terminando aquí a eso de las 5 ó 6 de la tarde y en la noche por lo menos, dos de cada tres noches hay alguna actividad que tengo que ir, o dar un discurso en algún lado o a una función de tipo teatro, de tipo artístico o bien algún coctel de algún tipo por alguna cosa alcanzada, por algún triunfo o alguna conferencia”.
–¿Pensó que la Presidencia suponía tal cantidad de trabajo?
–¡Cómo no!; yo sabía que esto era terrible, yo sabía que esto requería un gran esfuerzo, pero lo hice por amor a Costa Rica y me mantengo haciéndolo por amor a Costa Rica.
–¿Pensaba que a la mitad de su gestión tendría este ritmo de trabajo?
–Cómo no, yo sé que esto ni aumenta ni disminuye porque trabajo todo lo que puede trabajar un ser humano, así comencé y así llegaré hasta el final.
–¿Puede desconectarse por ratos de sus funciones?
–Tengo la bendición de que cuando me desconecto es en serio. Cuando voy a giras, qué les digo, los trayectos de aquí a Limón o de aquí a Guanacaste me duermo como un angelito, sin ningún problema y en las noches también me duermo muy bien, sin problemas. Me logro desconectar.
“O bien, pongo música ranchera que a mí me gusta para decirles algo, y también me desconecto. O en las conversaciones cuando logro conversar con mi esposa me desconecto de la problemática para poder despejar el pensamiento. En la oficina no hay tiempo para nada”.
–¿Qué ha tenido que cambiar para amoldarse al cargo?
–Lo único que no ha cambiado es la puntualidad, yo soy obsesivamente puntual. Yo, por alguna razón, no puedo llegar tarde a ningún lado.
“La dieta sigue siendo parecida, yo soy un hombre moderado en la dieta, los horarios son intensos, como decía hace un rato. Las relaciones familiares han naufragado, yo casi no veo a mis hijos, casi no veo a mi madre, mis amigos casi nunca los veo, salvo los que tienen la tragedia compartida conmigo de trabajar acá”
–¿Cuáles son sus horarios?
–Me levanto religiosamente a las 5 ó 5:30 de la mañana, hago un poco de ejercicio, desayuno pan negro con queso blanco, veo algunas cosas de trabajo, estudio algunas cosas en mi casa. Estoy aquí a las 8 de la mañana y trabajo intensamente, incluyendo la hora de almuerzo hasta que, bueno, hasta que se termina la cosa, generalmente a las 6 de tarde. En la noche algún acto; de no haberlo, yo a las 9 estoy acostado y a las 10, dormido.
–¿Hay algún momento del día cuando puede estar solo?
–A veces, cuando no tengo invitados a almorzar. Entonces, durante el almuerzo estoy solo, y lo aprovecho para reflexionar.
–¿Puede mantener el buen humor durante todo el día?
–Gracias a Dios todo el día y toda la noche estoy de buen humor.
–¿Puede practicar algún pasatiempo?
–No. Yo soy filatelista, escritor y agricultor por entretenimiento, por pasatiempo. Y no, a la finca que tanto iba antes porque me encanta sembrar, he ido desde que estoy en la Presidencia cuatro veces nada más... en dos años cuatro veces, lo cual me hace una falta terrible ir allá. Escribir... no he vuelto a escribir nada, y la filatelia... las estampillas, están abandonadas, esperando mi retorno dentro de dos años a la casa.