Un ambiente húmedo y sofocante. Una calle polvorienta y un rótulo que decía: "Vota por Pánfilo, del Partido Acción Golfiteña". Al fondo, una plaza de futbol y el mar.
Los electores aperezados en sus bicicletas y hasta desconfiados de abordar un taxi tapizado con calcomanías del color que más pagara.
En ese escenario, en Puerto Jiménez de Golfito, comenzó la ojeada que La Nación dedicó a la jornada electoral en el Pacífico sur y central.
Es cierto, las 7 a. m. no es hora para que ninguna mesa electoral estuviera llena. La escuela Saturnino Cedeño y el centro de Boca Gallardo no fueron más allá de la chiquillada feliz por sus camisetas nuevas y los viajes en el cajón de un carro desconocido.
El énfasis partidario en esta zona, además de los tres grandes, llegó a Renovación Costarricense, gracias al arraigo de una iglesia cristiana en ese distrito.
Más al norte, en Quepos, cabecera del cantón de Aguirre, el ajetreo parecía mayor, pero luego se notó que era más "maquinaria" que electorado.
La invasión foránea
En Quebrada Ganado de Garabito son normales las bicicletas, los carros sencillos y las pieles tostadas. Sin embargo, ayer las urnas recibieron votos de muchos metropolitanos, que llegaban en sus carros de lujo, y enfundados en una camiseta que decía "Garabito Ecológico".
Ellos son muchos de los socios del club Punta Leona, que según un dirigente del naciente partido, se formalizaron en la política para dominar el Concejo local y convenir beneficios para su asociación.
Sin temor a imprecisiones, el Ecológico tiñó a Jacó tanto como sus rivales mayores de alcance nacional.
Un poco más al noroeste, ya bajo los rayos candentes de la tarde, el electorado puntarenense copó las escuelas de dos populosos barrios porteños: Riojalandia y Chacarita.
"Papito, papito, ¿si yo le doy un beso ¿usted viene a votar?", preguntó una chiquilla menuda a un periodista, en su afán por arrear a quienes no manifestaban su color.
La chica, con su blusa anudada sobre su ombligo, logró llevar a tres "indecisos" en solo diez minutos. De seguro, ella fue parte de la buena presencia de los hermanos Guevara en Puntarenas.
Esa era la última estación de nuestra avioneta. Para entonces, el prisma de banderas bicolores brillaba un poco más, sin llegar al tumulto.