El chancero ciego que falleció el domingo, al parecer a manos de su hijo mayor, denunció en dos ocasiones a este por violencia doméstica.
Así lo confirmó el comandante Eduardo Guzmán, jefe de la Policía de Proximidad del Casco Metropolitano. La víctima, Jesús Quirós Espinoza, de 53 años, acudió por última vez a la caseta policial de barrio México, el 17 de febrero.
El domingo el conflicto familiar subió de tono. Si bien los vecinos estaban acostumbrados a las constantes peleas entre el señor y su hijo, de 22 años, no recuerdan que el hoy fugitivo se atreviera a levantarle la mano.
Quirós murió al recibir tres estocadas con un machete, arma blanca que el chancero mantenía bajo su cama.
“Cuando no le daban dinero (al sospechoso) se enojaba. Por eso discutían”, comentó Ana Bonilla, cuñada del ciego.
La familia alquilaba, desde hace tres años, una pequeña habitación cercana a la antigua botica Solera. Desde ahí, todos los días padre e hijo viajaban, a pie, hasta un costado del edificio central de Correos.
“El muchacho lo llevaba todo el tiempo agarrado del brazo y le ayudaba a cruzar las calles”, recordaba ayer Grace Thames, una vecina.
El hermano menor, Rónald –también es ciego–, es un destacado estudiante de la escuela República de Argentina.
La muerte dio al traste con 22 años de matrimonio entre Quirós y Marina Bonilla.
Antes de vender lotería, Jesús Quirós trabajó en una panadería como empacador. Los vecinos lo recuerdan como un hombre luchador, que no se dejaba amedrentar. En una ocasión la Policía le decomisó un arma de fuego, puntualizó el comandante Guzmán.
Cuando se dio el crimen Marina Bonilla vendía lotería. Por eso no pudo ayudar a Quirós.