En su retrato familiar figuran dos mamás o dos papás con su hijo. Esas fotos son testimonio del amor que cobija a estas familias bajo el mismo techo.
Son parejas homosexuales que asumen la tarea de cambiar pañales, tirarse al suelo, cantar, narrar cuentos, jugar con crayones y vivir la ilusión de cada etapa del crecimiento de su hija o hijo.
En la crianza, no solo enseñan de letras, números y colores, sino también cómo actuar ante el rechazo de quienes consideran imposible su hogar.
“La familia es la gente que amarra lazos de amor por el bien común. Son las personas que te aman con tus defectos y virtudes”, define Sandra Espinoza, quien desde hace dos años y medio ha experimentado el reto de ser madre.
Ella decidió formar una familia con Amanda Casasola, quien ya cargaba en brazos a una pequeña.
Con el apoyo de sus parientes, las tres edificaron un núcleo en el que el respeto, la honestidad, la tolerancia, el amor y la lealtad son guías de formación.
“No veo por qué tienen que vernos con otros ojos. Somos una familia que cría con amor, al igual que una heterosexual. Tampoco hay fórmulas que digan que los hijos de madre lesbianas serán homosexuales”, expresó Casasola.
Este hogar es parte del grupo Familias Diversas, creado hace un año, y al cual asisten otras nueve familias homoparentales que luchan contra las miradas de quienes los juzgan cuando dos mujeres o dos hombres agarran de la mano a un niño y le llaman hijo.
Fiorella Bruno y Ana Cristina, “mimí” y “mamá”, como las llama su hijo, respectivamente, narraron que se relacionan con parejas heterosexuales y que conocen de su relación familiar. “Nuestro hijo tiene 7 años y asiste a un colegio católico en donde impera el respeto”, añadió Bruno.
Ambas consideran el desarrollo espiritual y deportivo como fundamentos básicos en la formación.
“Somos una familia con reglas y disciplina. Hacemos tareas juntos, vamos a la playa y antes de ir a dormir, hacemos una oración para dar gracias a Dios”, contó Fiorella.
Salir del esquema. La Universidad de Melbourne, Australia, trabajó durante el 2012 en un estudio con 500 hijos de parejas gais. Concluyó que el grado de autoestima de los niños es igual al de un menor criado por heterosexuales.
La investigación determinó que el maltrato psicológico provino del 70% de heterosexuales que evitan la relación de su hijo con el niño de padres homosexuales.
“Los adultos siempre necesitan explicaciones. (...) Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo”, narra el libro El principito , de Antoine de Saint-Exupéry.
Ante la burla que corre en aulas y calles, los padres gais preparan a sus hijos sobre cómo actuar ante el rechazo y la discriminación.
“Es educar con amor y explicarle a ella que tiene dos mamás. No podemos ponerla en contra de la heterosexualidad. Si yo quiero respeto, tengo que respetar. Ponerse en contra de ellos es entrar en el mismo juego”, dijo Sandra.
Desde el punto de vista legal, en Costa Rica no se ha aprobado el matrimonio homosexual y ante esto, el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) asegura que carece de una posición al respecto.
“Desconocemos estudios científicos que nos permitan concluir sobre el desarrollo integral de las personas que forman estas familias”, aclaró la Oficina de Prensa.
Pese a que no existe apoyo legal en el país sobre este tema, los grupos de diversidad iniciaron la recolección de 175.000 firmas para presentar ante los diputados un proyecto de iniciativa popular en favor del matrimonio igualitario.
“No se debe ver este tema desde una visión adulta. Hay convenios internacionales que amparan a las personas menores de edad en donde son fundamentales sus vínculos familiares”, explicó la jueza de Familia Karol Vindas.
Enrique y Christopher, quienes prefirieron reservarse sus apellidos, son “papá gordo y papá mono” para su hijo de 2 años y 7 meses.
Ellos son pareja desde hace seis años y compartieron su deseo de ser papás con una amiga, quien accedió a cederles al niño que llevaba en su vientre sin que mediara retribución económica a cambio.
“El niño tiene sus tías, abuelos, primos y comparte con las dos familias. Todos lo amamos y existe un apoyo familiar muy importante”, manifestó Enrique.
“El concepto de una familia tradicional ha cambiado. Lo importante es que el niño crezca en un entorno de seguridad, amor, cariño y respeto”, expresó Virginia Murillo, presidenta de Defensa de Niños y Niñas Internacional.
Sin embargo, al igual que una pareja heterosexual, las familias homoparentales también podrían llegar a separarse.
En 16 años de trabajar en Derecho de Familia, la jueza Karol Vindas ha atendido dos casos de familias conformadas por lesbianas, en donde, tras una separación, llegaron al juzgado a definir el régimen de visitas para su hijo.
“Aunque el menor de edad es hijo biológico de uno de los dos, lo que se busca es que se siga teniendo el vínculo y, para comprobarlo, se hace un estudio social del tema”, explicó Vindas.
Entre buenos recuerdos, amargos ratos, virtudes y valores, estos clanes mantiene un solo norte: construir familia.