Todavía no se festejan los 100 años del edificio de Correos de Costa Rica, en el corazón de San José, y ya la administración de la entidad está en vilo, pensando en qué momento empezarán las palomas de castilla a deteriorar la fachada de la estructura, recién remozada.
No es para menos. Lavar el exterior de este histórico inmueble implica un desembolso de ¢1,5 millones.
La misma zozobra viven los dueños o administradores de los edificios ubicados en los cascos centrales de las ciudades del país y que cuentan con declaratoria de patrimonio histórico y arquitectónico nacional.
Esas aves, que a simple vista resultan encantadoras y hasta armoniosas con el paisaje urbano, causan con sus excretas un fuerte deterioro en los inmuebles.
LEA: Edificio de Correos de Costa Rica se acicala para cumplir 100 años.
"El intestino de las palomas tiene ácidos muy fuertes porque ellas necesitan deshacer los granos que comen. Esa acidez no solo mancha las fachadas, sino que carcome las piedras de las estructuras. Por lo tanto, no basta con una lavada, sino que es necesario raspar las superficies con espátula hasta retirar el desecho", explicó William Monge, director del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura.
Si bien la situación asfixia a todas las edificaciones expuestas a la actividad de estas aves, el problema se agrava tratándose de edificios históricos, muchos construidos hace más de 100 años.
En San José, por ejemplo, unos 20 ejemplares ubicados en los distritos del cantón central (Catedral, Hospital, El Carmen y Merced) son las principales víctimas de las palomas.
Entre estos figuran el Teatro Nacional, construido en 1897; el Gran Hotel Costa Rica (1930), el Colegio Superior de Señoritas (1888), el Liceo de Costa Rica (1887), el edificio de Correos y Telégrafos (1917) y el de la Librería Lehmann (1896).
Cuestión de dinero
Aunque no se restauraron únicamente debido al deterioro ocasionado por estos animales, la reciente reparación de los quiscos de los parques Central y Morazán costó al ayuntamiento ¢8 millones.
Justo en el quisco del parque Morazán, el histórico templo de la Música, construido en 1920, hace poco se colocó una malla para que no ingresen las palomas a su cúpula.
LEA: Quioscos de parques Central y Morazán presumen de una nueva imagen.
El Teatro Nacional fue una de las primeras joyas arquitectónicas costarricenses en protegerse.
Hace unos 15 años, en la fachada del segundo piso, se colocó una malla transparente para cuidarla de estos animales. Sin embargo, pericos –otras de las aves que se posan sobre las estructuras– y el viento, la rompieron.
Se había tratado de una inversión de ¢16 millones, contó el director del Centro de Patrimonio, quien en aquel entonces laboraba para el teatro.
En este mismo edificio se han colocado púas en todas las cornisas, para que las palomas, al sentirlas en sus patas, se ahuyenten. No obstante, la medida no dio resultado en el largo plazo.
De la misma forma, siempre en el Teatro Nacional, hace dos años se instaló un alambrado de fotoceldas solares, adherido a las cornisas, el cual genera una leve descarga en los animales y los aleja. Sin embargo, la solución también fue momentánea.
Según Monge, colocar púas en toda la parte externa de este inmueble no baja de ¢80 millones, y en el caso del cableado de fotoceldas solares, el gasto sería del doble: ¢160 millones.
El ejemplo de blindarse contra el efecto de las palomas también ha sido impuesto por el Teatro Popular Melico Salazar.
Gisela Lobo, directora ejecutiva a.i. de la institución, contó que se ha invertido en la instalación de púas en las cornisas del edificio, aunque no precisó el monto.
"Sí originó que hubiera menos palomas, pero luego volvieron sin problema", afirmó la funcionaria.
Asimismo, el lavado de balcones, marcos y ventanas para limpiar la cara del teatro de los restos de las palomas es parte de la rutina en este centro de cultura.
"En la medida de lo posible, se limpia y al día siguiente amanece igual de sucio", aseveró Lobo.
¿Qué hace falta para solucionar el problema? El director de Patrimonio asegura que lo necesario es que tanto la municipalidad de San José como las instituciones afectadas, aporten el presupuesto para poner en marcha una estrategia que aleje a estas aves de las estructuras históricas.
Urge el control de población
En ese sentido, hace poco más de dos años nació en el ayuntamiento josefino una comisión encargada del tema. Esta cuenta con miembros de entidades como el Ministerio de Salud, la Universidad Nacional (UNA), el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa), el Centro de Patrimonio y representantes de los distintos edificios patrimoniales de la capital.
Dicha agrupación trabaja actualmente en el proyecto Manejo de la población de palomas de castilla en San José, explicó Marco Corrales, gerente de provisión de servicios de la municipalidad y coordinador del equipo.
La meta de esta iniciativa es, en un año, disminuir en un 25% la población de palomas en el centro de San José, aseguró Corrales.
Entre las medidas que se tomarían y que ya se han discutido entre los integrantes de la comisión, serían la de proporcionar a las palomas alimento con propiedades anticonceptivas (no esterilizantes) para controlar la reproducción de estos animales.
Tanto Monge como Corrales insisten en que se trata de un alimento que no afectaría la salud reproductiva de las aves, pues si dejan de consumirlo, pueden seguir reproduciéndose.
Se trata de un producto empleado en ciudades europeas que ya han pasado por la misma problemática con estos animales.
Paralelo al control de natalidad, se deberán vigilar los puntos de la capital donde se ubican las anidaciones. En estos casos, los huevos naturales se sustituirían por huevos de yeso o de plástico.
Bernardo Jaén, director de Senasa, dijo que se trata de un tema complejo, pues aunque están conscientes de los problemas de salud y de deterioro patrimonial ocasionados por las palomas, estas no se pueden tratar como plagas, ya que no están catalogadas como tal.
"Hace como un año, hubo un municipio que importó papel con pegamento, como el que usa a veces para las ratas, para que las palomas se quedaran pegadas, pero se sacó de circulación por temas de bienestar animal", afirmó Jaén.
Un problema de salud
Más allá de las implicaciones generadas por las palomas desde el punto de vista arquitectónico, estos animales portan enfermedades que son transmitidas al ser humano.
Entre estos padecimientos se encuentran la salmonelosis (intoxicación alimentaria causada por la bacteria Salmonella), la clamidia (originada por la bacteria Chlamydia trachomatis que se transmite, principalmente, por relaciones sexuales), la influenza (gripe) y hasta parásitos.
De hecho, desde el 2013, una investigación que involucra a la Universidad Nacional (UNA), la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y la Universidad de Costa Rica (UCR) busca determinar la salud del ambiente en que habitan estos animales en el país.
Para esto, realizan un estudio en nueve parques públicos de San José, Cartago y Alajuela.
LEA: