“Este es el pantallazo de unos mensajes con mi hermana. Yo le enseñé los análisis y me preguntó ¿de quién es eso? Yo le respondí que míos. Y ahí fue donde vimos que posiblemente tenía cáncer en el útero”.
Así, la alajuelense Susana Quirós comenzó a contar la historia de la camiseta que lució en la romería 2023, para agradecerle a la Virgen de los Ángeles por la historia de un cáncer que no fue. Era la última imagen estampada, pero la primera en cronología, y por esta comenzó a contar su testimonio a La Nación.
Quirós salió del centro de Alajuela este 1.° de agosto a las 4 a. m., en compañía de una amiga de su trabajo y la hija de esta. Ella narró su historia unas 11 horas después, cuando llegaba al parque de Tres Ríos, La Unión, Cartago.
Dos de las fotografías correspondían a la romería 2022, y son dos, porque la hizo dos veces. La primera, el 24 de julio, para pedir por la salud de su sobrina. Ella creía que iba a ser la única. Pero dos días después, el 26, recibió la noticia de que podía tener cáncer. Volvió el 1.° de agosto a pedir por su salud.
Otra fotografía mostraba la última cita que tuvo en el hospital, donde después de varios exámenes y tratamientos le confirmaban que lo suyo no era cáncer.
Finalmente, otras fotos mostraban a su esposo y a sus hijas. Destaca una en una eucaristía donde Quirós agradeció por su salud.
Esta vez no llevaba promesas ni peticiones, la romería 2023 era “puro agradecimiento”.
Un ‘Gokú Mouse’ provocó sonrisas
Jorge Barboza León también realizó la romería y llevaba en su atuendo un mensaje, pero el suyo era muy diferente al de doña Susana Quirós. Él tomó un traje de Gokú, el personaje principal de la fábula animada Dragon Ball Z y le colocó la cabeza del popular Mickey Mouse y emprendió su peregrinación desde la catedral Metropolitana. Al personaje lo denomina Gokú Mouse.
Mientras caminaba, tenía varios propósitos en mente: pedir para recuperar una bicicleta que le robaron hace dos semanas y es su medio de transporte, pedir por la paz de Ucrania, por los niños con cáncer y por todos los menores de edad hospitalizados.
“Les presto mis piernas por su salud”, enfatizó.
Pero también había otro propósito, no solo de fe. Él quería que las personas que lo vieran sonreír en medio de la fatiga de la romería. Su paso, por ejemplo, no pasó desapercibido para un grupo de monjas que iban concentradas en su caminar y a quienes les resultó divertido.
“¡Mirá, qué vacilón!”, dijo una.
El mismo cometido lo puso en práctica con quienes salían una tarde de martes a hacer sus mandados por el centro de Tres Ríos. Los niños no perdieron oportunidad para saludarlo. Él frenó su caminar para compartir con ellos y tomarse fotografías.
135 kilómetros por la fe
El domingo, a las 4 a. m., 11 peregrinos de San Ramón de la Virgen de Sarapiquí se uniformaron con ropas alusivas a la Virgen y salieron con la basílica de los Ángeles como punto de destino, a 135 kilómetros de aquel punto de partida que ya se veía lejano. Todos llevan diferentes intenciones, pero la fe es la misma.
Eliécer Gómez, uno de los peregrinos, contó que esta es la decimoquinta vez que hace el trayecto, pero que dentro del grupo había personas que lo hacían por primera vez y entre todos se acompañaban para darse fuerzas.
“Hay mucho que pedir y que agradecer, todos tenemos motivos personales diferentes, pero la fe en la virgencita es la misma”, puntualizó.
Rosarios por los demás
Al frente del parque de Tres Ríos, un hombre y una mujer que pidieron no ser identificados no solo hacían la romería y rezaban el rosario. Estos vecinos de Heredia llevaban consigo bolsas de tela color anaranjado en las que tenían, cuidadosamente guardados, rosarios que les iban regalando a otros romeros o personas trabajadoras o voluntarias que se encontraban en su camino.
“Están benditos, con agua y con bendición de sacerdote. Va a ser de más bendición para quien lo tenga”, concluyó un hombre de mediana edad mientras daba dos rosarios al equipo de La Nación.