“La carreta puso a caminar a este país”. En una oración de ocho palabras, Uriel Alfaro resumió el aporte de este rústico vehículo de madera al transporte y al desarrollo económico de Costa Rica.
Desde que era un chiquillo de 12 años, las carretas entraron en la vida de este sarchiseño por los cinco sentidos: sus ojos se deslumbraron con los coloridos diseños; sus manos trabajaron la madera y forjaron el hierro; su nariz aspiró las partículas de polvo y sus oídos se deleitaron con el arrullador “canto”. Y hoy, a sus 74 años, él saborea el orgullo de ser parte de la fábrica de carretas que fundó su padre Eloy Lolo Alfaro en 1923 y que será declarada patrimonio industrial de Costa Rica.
Esta es la primera vez que se designa esta categoría dentro de las declaratorias patrimoniales, según confirmó la directora a.í. del Centro de Patrimonio, Ileana Vives. “La fábrica de carretas de Eloy Alfaro en Sarchí es un claro ejemplo de patrimonio industrial, un enfoque más amplio que va más allá del valor arquitectónico e histórico del edificio”, explicó Vives.
De acuerdo con la directora, esta categoría reconoce varios aspectos: la maquinaria y herramientas, las técnicas artesanales con las que se fabrican las carretas, la transmisión de conocimientos de generación en generación, el valor simbólico para la comunidad de Sarchí y, por su puesto, el significado que tiene la carreta para Costa Rica .
“Esta categoría rescata a la fábrica como un documento vivo del desarrollo tecnológico de una época, pero también reconoce la dimensión social, pues está asociado a la organización del trabajo”, dijo.
Rueda el progreso. Una enorme rueda hidráulica de 4,5 metros de diámetro y 12 caballos de fuerza, gira sin cesar para mover el agua que genera la energía con la que operan todas las máquinas. El agua proviene de una naciente del río Trojas.
La rueda fue colocada en 1965 y es la tercera y la más grande que existido en la fábrica desde su fundación. Don Fernando Alfaro, hermano mayor de Uriel, recuerda entre risas el día en que la cambiaron. “Papá iba para San José y me encargó desarmar la rueda vieja para colocar la nueva. Yo sabía que las muñoneras estaban muy gastadas porque eran de palo. Las cosa es que no hubo necesidad de ‘apear’ la rueda ’ porque se cayó sola”, narró Alfaro, de 84 años.
Al igual que su hermano, don Fernando recuerda dirigirse directo de la escuela a la fábrica a ayudar en lo que fuera. “Uno empezaba pintando, porque era el oficio más sencillo, pero poco a poco mi papá lo ponía a uno a hacer trabajos con la madera o el hierro. Yo me dediqué más a la ebanistería”, declaró.
La historiadora del Centro de Patrimonio Sonia Gómez subrayó que en la fábrica de Eloy Alfaro se realizan todos los procesos para la fabricación de carretas desde el corte de la madera hasta la decoración artística. Uno de los más llamativos es el herraje de la rueda; es decir, el montaje de la estructura de madera dentro de un aro de metal mediante un proceso totalmente artesanal. “Es un proceso que toma un par de minutos, pero exige un una gran precisión y pericia, pues se maneja fuego”, detalló.
El primer paso es poner a calentar –durante 45 minutos– un horno de leña colocado en el suelo. Este se enciende con un soplete. Cuando el fuego está “al rojo vivo” se coloca el anillo de hierro y, cuando este se pone incandescente, dos personas lo retiran del fuego con ayuda de unas pinzas gigantes. El aro caliente se coloca alrededor del armazón circular de madera, que a su vez está atornillado en otro espacio. Ahí se termina de ajustar el anillo con ayuda de unos mazos y posteriormente se echa agua para evitar que se queme la madera. Este es uno de los principales atractivos de los cientos de visitantes que se acercan al lugar que hoy es administrado por los hermanos Cruz Rojas.
La fábrica de Eloy Alfaro se ubica 150 metros al norte de la esquina noreste de la plaza de deportes en Sarchí Norte.