La remodelación de un inmueble en el centro de San José acabó con un mural esculpido hace 55 años por el arquitecto y artista Rafael Ángel Felo García, ganador del Premio Nacional de Cultura Magón 2008.
La obra artística adornaba la fachada del edificio Crisol, una estructura de tres pisos ubicada frente a la antigua Casa del Tornillo, sobre avenida 8, en el actual barrio chino.
El mural, hecho con cerámica vidriada, fue retirado tras una remodelación, contó Luis Alberto Monge, el arquitecto que denunció lo ocurrido en su muro de Facebook el pasado fin de semana.
La indignación del profesional ante el hecho no solo radica en la sensibilidad artística cultivada a lo largo de su carrera, sino también en que él es un adepto de García.
“Yo sabía que la obra era de don Felo porque escribí la monografía de él hace unos años. Trabajo en el centro de San José y usualmente salgo a la hora de almuerzo a tomar fotos. Me enteré de que habían quitado el mural hace poco, cuando pasé por ahí y vi que ya no estaba, pero dicen los vecinos que lo quitaron hace meses”, aseguró el arquitecto.
Según contó Monge, el mismo Felo García construyó el edificio en 1963 y plasmó el mural en este, tal y como lo había hecho en otras de sus obras arquitectónicas.
Además de haber tapado la obra artística, el arquitecto alegó que la reciente restauración también alteró el diseño externo de la edificación.
“La fachada se amplió y modificó bastante. Don Felo le había hecho paneles de ventilación a base de ladrillo artesanal, los cuales se sustituyeron por ventanas”, aseveró el especialista.
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Felo García es un personaje emblemático en la cultura nacional. Fue uno de los integrantes del Grupo 8, que marca un hito en la historia del arte costarricense; fue jugador profesional de fútbol, fue fundador y primer director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica y fue la primera cabeza de la naciente Dirección de Artes y Letras, la cual luego se transformó en el Ministerio de Cultura.
Aunque el edificio no está declarado como patrimonio histórico y arquitectónico y, por lo tanto, no está bajo el amparo de la Ley N° 7555, si la obra es de la autoría de un connotado artista costarricense, esta se cataloga como valiosa. Así lo consideró el Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura tras una consulta planteada por este diario.
La Nación intentó contactar al dueño del inmueble, un empresario de nacionalidad colombiana. Sin embargo, un allegado informó que se encuentra fuera del país.
Esa misma persona dijo que cuando compraron y remodelaron el edificio, hace un año, aproximadamente, desconocían el valor artístico del mural.
Enfado colectivo
La molestia por la eliminación de la obra artística la compartieron otros miembros del sector arquitectónico nacional.
“Teníamos una gran obra de Felo en esa esquina del Paseo de los Estudiantes, en un lugar que, probablemente, significa mucho para él por ser egresado del Liceo de Costa Rica, que queda ahí no más. Era una obra única en San José”, comentó Andrés Fernández, arquitecto y especialista en arquitectura.
Según Fernández, se trata de una estructura que respondía plenamente a las necesidades de una cuidad como la de los años 60, necesitada de vivienda en formato vertical, pero sin sacrificar el lado comercial de la capital.
“Es un edificio que apuntaba a la vida urbana, con comercios abajo y apartamentos arriba. Es como los que necesitamos tener en ese momento; una opción para profesionales jóvenes que podrían vivir en San José y desplazarse a sus trabajos. Si bien la concepción no es única, sí fue avanzada para su tiempo: hace medio siglo”, aseveró Fernández.
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La edificación es de estilo internacional, la cual se caracterizaba por tener primacía sobre cualquier otro tipo de arquitectura, independientemente del contexto. Estos ejemplares se encuentran en todo el mundo.
“Felo García ha sido, posiblemente, el pintor abstracto-expresionista más importante de la historia del arte en Costa Rica. Con ese edificio se conjugan dos cosas importantes: la arquitectura moderna de estilo internacional que, de por sí, ya planteaba una contribución al arte urbano y, además, que serviría también como vitrina de otras artes plásticas en la ciudad”, agregó Fernández.
Falta un inventario
El arquitecto enfatizó que estas intervenciones de edificios de carácter privado ocurren debido a que el país no cuenta con un inventario de obras de arte urbanas.
El mismo criterio externó Ofelia Sanaú, presidenta del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos, por sus siglas en inglés).
“No hay un inventario bien hecho para que la gente esté enterada de las obras que hay en la calle y que se deben preservar por su valor artístico. De ser así, habría más conciencia”, aseguró Sanaú.
Sofía Soto, directora del Museo de Arte Costarricense (MAC), entidad que en otras ocasiones se ha pronunciado en favor de la conservación del arte urbano, confirmó que, en este caso, la responsabilidad es del propietario.
En ese sentido, la funcionaria amplió que la legislación actual no establece ningún mecanismo de registro o protección a la propiedad privada de estas obras de arte.
“Es lamentable que algunos propietarios de inmuebles antiguos lleven a cabo trabajos de remodelación sin ninguna comprensión del valor de sus elementos arquitectónicos, ni su valor artístico o histórico”, prosiguió.
Además, aclaró Soto, el Museo de Arte Costarricense no tiene competencia legal en estas circunstancias.
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La directora agregó que la destrucción o mutilación de obras de arte plástico están reguladas por la Ley Nº 6683 de Derechos de Autor y Derechos Conexos.
“La integridad física y discursiva de una obra de arte como esta es un derecho moral de su autor, y como tal, es personalísimo, inalienable, irrenunciable y perpetuo, aunque la propiedad de la obra recaiga en un tercero”, concluyó.
Por su parte, Johnny Araya, alcalde de San José, aseguró que la responsabilidad en este caso recae en el dueño de la estructura.
“Me parece muy lamentable (que se haya tapado el mural). Sin embargo, es una cosa privada. Me gustaría que le consulten a los propietarios”, afirmó el alcalde.
Según Araya, cuando una edificación no está declarada patrimonio histórico arquitectónico, es muy difícil prohibir cualquier intervención.