El nuevo edificio de la Asamblea Legislativa toma cada vez más forma; la obra gris ya está concluida, ahora los trabajos se focalizan en los acabados electromecánicos y equipamiento del inmueble. Se espera que esté listo para el primer cuatrimestre de 2020.
Pero este avance también ha estado acompañado de críticas. Cada día que pasa, la edificación se aproxima aún más a su diseño final, reviviendo cuestionamientos sobre su apariencia externa y la forma en que la construcción se relaciona con su entorno, caracterizado por la presencia de edificios patrimoniales de gran importancia histórica y arquitectónica.
Algunos de los principales señalamientos refieren a que es una estructura “cerrada”, “poco transparente”, “que no toma en cuenta el tejido histórico en el que está inmerso” y que por su diseño, “no hace un uso eficiente de los recursos naturales”.
¿Mensaje incorrecto?
Entre quienes han levantado la voz en contra de la construcción, se encuentra el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos).
“La gente no lee ese edificio como un edificio amigable, lo ve como una imposición. Es bastante obvio esa falta de respeto al entorno, a un discurso que comunique.
“Sinceramente para ser un país que trata de posicionarse internacionalmente, a nivel de protección de patrimonio, tanto natural como cultural, este es un edificio que no comanda con eso y no es cualquier edificio, es el de la Asamblea Legislativa, un edificio que debería transmitir diálogo, democracia y no imposición”, expresó Gabriela Villalobos, vicepresidenta de Icomos.
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El arquitecto Andrés Fernández comparte algunos de los señalamientos expresados por la organización, sobre la torre de concreto de 21 pisos.
“El edificio desde el punto de vista de la semiótica arquitectónica (lo que le dice a la gente) está mal, ¿por qué razón?, porque Costa Rica es un país republicano, liberal y democrático, y el edificio que alberga al parlamento, debería también reflejar esos valores: transparencia, de invitación, un edificio abierto, no solo la visión sino el acceso”, dijo.
Fernández es investigador y autor de diversos libros sobre la arquitectura histórica de Costa Rica, particularmente en la capital, San José.
“Este edificio lo que dice es que aquí los diputados se encierran, toman sus decisiones en secreto en un búnker, que el pueblo no solo no tiene nada que saber, sino que no tiene acceso a ellos, están detrás de una muralla china, detrás de una tapia que niega el acceso al público, a sus representantes.
“Semióticamente, el edificio sería muy bueno para Corea del Norte, Cuba, Venezuela, donde imperan dictaduras totalitarias o autoritarias, pero no para un país republicano, liberal y democrático como Costa Rica”, indicó.
Transparencia cuestionada
Para el también arquitecto Alberto Negrini, presidente de la Asociación de Paisajistas de Costa Rica (Asopaico), pero quien dio sus declaraciones a título personal, existe una disonancia entre lo que este poder de la República debe representar y lo que en realidad transmite la estructura.
"Hoy cuando la sociedad busca ser transparente o que las instancias políticas e institucionales sean transparentes, el edificio se vuelve absolutamente opaco, cerrado, con un gesto completamente de negación de su entorno.
“Es una verdadera lástima, se perdió una gran oportunidad de haber hecho no solo un icono de nuestra democracia, sino un icono de la arquitectura costarricense. Parece que está representando todos nuestros temores”, manifestó.
Administración responde
Marlon Velásquez, director de servicios generales de la Asamblea Legislativa y gerente del proyecto por parte de la institución, considera que “nadie puede juzgar la estética, porque eso es muy subjetivo”.
"Un cuadro no se puede juzgar por estética porque hay que hacer una interpretación integral. Este edificio fue construido tomando muchas aristas.
“Quizás la más importante es la climática. Estamos en el trópico y necesitamos protegernos del clima. La piel que tiene (concreto) le permite funcionar prácticamente sin aire acondicionado. En el interior tendremos un clima adecuado para el trabajo”, explicó.
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Según indicó el funcionario, la apariencia del edificio representa la solidez de la democracia costarricense. Además, está postrado en cuatro pilares de concreto que representan los valores de la democracia: libertad, sufragio universal, separación de poderes y laicidad.
“Los criterios que se utilizaron en su diseño son científicos. Se hizo en concreto por la masa térmica que ello implica. No se ponen vidrios para que no caliente, eso hace que el edificio sea autosustentable. Los vidrios son internos para darle transparencia y luminosidad”, agregó.
Cuando las personas ingresen al edificio, podrán observar lo que ocurre adentro de las oficinas, tanto administrativas como de los diputados, por medio de los vidrios que recubren las caras internas de la estructura.
Innovaciones y conexión
Velásquez considera que, científicamente hablando, “el edificio es sustentable y confortable”.
"La volumetría de aire es la adecuada porque habrá circulación cruzada en pasillos logrando libertad. Tecnológicamente, la construcción del edificio utiliza concretos del más alto estándar a nivel mundial.
“En las ventanas que hay alrededor de todo el edificio se colocarán ventilas que se abren y se cierran por medio de un control inteligente que está ubicado en la azotea. Desde allí, y de manera automática, se controlará la cantidad de viento que debe haber para que exista confort interno”.
También hace un aprovechamiento de las aguas pluviales y freáticas, por medio de tanques recolectores, que permitirá su reutilización en las baterías de baños, para riego de jardines en plazas, áreas internas y el jardín en el último piso donde habrá arbustos.
“Estamos en proceso para contar con la certificación RESET, que es la normativa nacional de sustentabilidad. También ya nos otorgaron bandera azul en diseño y construcción”, indicó.
Seguridad
Antonio Ayales, director ejecutivo de la Asamblea Legislativa, también rechazó los señalamientos de que el edificio no permite aprovechar la luz natural. Destacó que la obra cuenta con un gran ventanal en el costado oeste, que permite que entre el sol de la tarde e ilumine todo el interior de edificio, por medio de su cobertura de vidrio.
El funcionario explicó que, por razones de seguridad, a nivel externo no se puede recubrir de cristal, particularmente dadas las protestas sociales que se han dado en tiempos recientes y cómo estas han escalado a acciones violentas, como la colocación de un aparato explosivo en la ventana de la oficina de la diputada Zoila Rosa, del Partido Integración Nacional (PIN), en junio pasado.
“Nosotros no tenemos un cuerpo de seguridad, los muchachos nuestros son agentes de seguridad pero para cuidar lo interno, para revisar, en los arcos de seguridad, armas, cuchillas, cosas de ese tipo. No es su responsabilidad cuidar fuera del perímetro de la seguridad, ellos no pueden salir, no son policías propiamente”, indicó Ayales.
La seguridad externa está en manos del Ministerio de Seguridad Pública (MSP).
Según el director ejecutivo, la mayoría de parlamentos del mundo siguen la misma tendencia, “son cerrados”.
“Usted va al Congreso de Estados Unidos ¿y qué ve?, no se ve nada afuera”, apuntó.
Sobre este punto difiere el arquitecto Andrés Fernández, al asegurar que “la arquitectura ha avanzado muchísimo en los últimos 200 años y el Congreso de Estados Unidos es una cosa, pero el nuestro tiene que ser otra, no podemos buscar ejemplos en otros países, porque nosotros somos un país muy particular”.
En cuanto a la conexión con los espacios públicos que rodean la sede legislativa, Ayales considera que con la creación de una nueva plaza “todo va a formar un conjunto de plazas alrededor del edificio nuevo, que va a integrar todo el espacio, involucrando tanto la plaza de la Democracia, como el Parque Nacional, pasando por los edificios patrimoniales”.