La nostalgia de algunos feligreses, quienes recordaban las pinturas que cubrían el techo de la parroquia Inmaculada Concepción, en el centro de Heredia, fue lo que permitió que una experta diera con el hallazgo de las imágenes que permanecieron ocultas durante cerca de 68 años.
Desde el pasado mes de junio, el templo se encuentra bajo una intervención para reforzar su frágil estructura y como parte del proyecto, se incluyó un proceso de exploración en las distintas partes de la edificación para determinar si habían frescos o pinturas que ameriten su conservación, ya que ese inmueble es monumento nacional desde el año 1963.
Los testimonios de muchos católicos, adultos mayores principalmente, quienes visitaban la iglesia antes de la década de los 50, dieron las principales pistas de donde se podrían ubicar las ilustraciones, cuyo autor sería el artista herediano Manuel Argüello Chaves, quien habría realizado las obras entre los años 1914 y 1915.
Las capas de pintura que se han amontonado por más de cien años en las paredes y techos de la parroquia, son como las páginas de un libro de historia y la labor de descubrir su particular lenguaje ha recaído en la restauradora de arte Mercedes Fontana.
“El trabajo mío consiste en hacer decapes donde se va a realizar la intervención, para rescatar fotográficamente, alguna decoración que estuvo en el pasado, vamos limpiando en diferentes partes para ver qué encontramos", indicó.
Este proceso se realizó en algunas paredes de la nave central, donde solamente se han encontrado varios colores, que indican las diversas intervenciones que ha tenido el templo en su acabado final; si bien mucha gente recuerda que los muros tenían dibujos, estos todavía no han salido a la luz.
Caso contrario ocurre con el techo, justo en la entrada del edificio, donde se ubica el coro, ahí se pueden observar claramente y en buen estado, pinturas representativas del Corazón de Jesús y el Corazón de María, así como otros adornos.
“Esa parte solamente fue pintada, nunca fue lijada ni maltratada, simplemente se le dieron varias capas de pintura”, aseguró Fontana.
La pieza sería más grande que simplemente estas dos figuras, según indican los habitantes de la zona, ya que la imagen en total ilustraría varios pasajes de la pasión de Jesús. Además, cubriría también la totalidad del techo de madera de la nave central, que en la actualidad está pintado completamente de blanco.
“De acuerdo con el expediente histórico que tenemos en el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC) sobre esta edificación, este titánico trabajo de pintar el cielo raso y las cornisas fue realizado por un artista de apellido Monfort, el cual se presume que era español y por el herediano Manuel Argüello Chaves”, explicó la historiadora Sonia Gómez.
Sobre la técnica utilizada para dar vida a la obra, la curadora que halló las pinturas cree que por la época, podrían ser óleos o pigmentos secos, con algún aglutinante.
“En aquel tiempo se usaba el aceite de linaza y el aguarrás, para diluir, y ese aceite de linaza también ayudaba para ponerle, después de terminado, como una capa de protección, siento yo que eso tenía porque la pintura que se colocó para cubrir las obras de arte, se pegó menos a las figuras, y fue por eso más fácil rescatarlas, no así con las otras partes que no contaban con eso”, señaló Fontana.
Pasado descubierto
“Las personas adultas mayores recuerdan perfectamente la diferencia (en el interior del edificio), y lo que ha cambiado es el tema de las pinturas”, dice el párroco de la Inmaculada Concepción, Fernando Vílchez
De acuerdo con el sacerdote e historiador, esta modificación ocurrió a finales de los años 40 e inicio de los 50, cuando el cura a cargo del templo, decidió pasar pintura blanca a toda la nave central y la parte de abajo del coro. Las razones por las cuales hizo esto no están del todo claras.
Un trabajo similar se realizó en la década de los 80 y a inicios del 2000, por lo que se habla de posiblemente tres capas de pintura que cubrirían la obra de arte.
Para descubrir las obras Fontana utiliza productos químicos que permiten levantar las diferentes capas de pintura. Asegura que es una tarea peligrosa, por lo que debe realizarse con mucho control para que las sustancias no pongan en riesgo su salud.
“Esto es peligroso hacerlo, pero yo ya he restaurado muchas imágenes que han sido repintadas”, mencionó.
El químico se coloca sobre la imagen y se deja actuar para permitir que se vaya cayendo la pintura capa por capa. Si aun el material se mantiene muy pegado a la obra, entonces la curadora utiliza una pequeña espátula para remover lo que no fue removido por el producto.
“Se usa otro químico para limpiar y para que la sustancia que se usó anteriormente, no vaya a seguir trabajando, eso es sencillo. Se puede hacer de otras formas, el peligro es que si se realiza mecánicamente, con una espátula para ir quitando, puede terminar lastimando la capa original de pintura", advirtió.
Las pinturas relacionadas con la pasión de Jesús no son el único aporte artístico que dejó Manuel Argüello Chaves al templo herediano, de origen colonial. Ahí también se puede observar una pintura firmada por él en el año de 1904, y que, pese a su antigüedad, aun se conserva en muy buenas condiciones.
El pintor también adornó la parte inferior del altar que aun es utilizado por la parroquia.
Otros indicios
Otro descubrimiento interesante se hizo en la entrada del espacio conocido como sacristía, donde se revisten los sacerdotes y están guardados los ornamentos y otras cosas pertenecientes al culto católico.
Ahí se removieron de las paredes unas láminas hechas de una especie de granito que habrían sido colocadas en el 2000. Esto, precisamente, provocó que se cayera la pintura blanca de los muros, dejando al descubierto una serie de coloridas figuras geométricas.
“Si la entrada de la sacristía estaba ornamentada de esta forma, pensaríamos que el templo en algún momento también, por lo menos el zócalo, la parte de abajo, o aquí en el presbiterio, existieron algunas pinturas como estas. Doña Mercedes va a hacer el mismo trabajo en las paredes del presbiterio para ver si se conserva algo como esto”, contó Vílchez.
Se trata de varias figuras geométricas, de distintos colores, lo que hace pensar que también se dieron varias intervenciones para cambiar la tonalidad de las paredes, y que posiblemente se utilizó algún tipo de plantilla para crear estos diseños.
Los trabajos de intervención tienen un costo total de ¢450 millones, estos fondos se obtuvieron por medio de una partida del presupuesto extraordinario que se aprobó en el año 2015 por la Asamblea Legislativa, sin embargo, esta etapa no contempla la restauración de las obras de arte.
Esta labor se realizaría posteriormente, cuando se consigan nuevos recursos para financiar los trabajos necesarios, que también incluirían la modificación del piso del presbiterio y los acabados externos e internos, señaló Vílchez. La inversión rondaría los ¢300 millones.
En el 2014 finalizó la primera etapa de restauración del templo, con la instalación de un sistema de iluminación inteligente que permite un ahorro considerable de electricidad, la acentuación de elementos arquitectónicos como la bóveda central, los capiteles de las columnas y el altar mayor.
Asimismo, cuenta con alarmas contra incendios, cámaras de seguridad y sistemas de evacuación; todo, oculto entre columnas, el cielorraso de madera y paredes de piedra.