Imponentes e imperiosos, han servido de escolta a la vida social de San José por décadas. En los últimos tiempos lucieron un tanto desaliñados, pero un remozamiento los acicaló para que sigan propiciando el convivio en la capital. Hoy, los quioscos de los parques Central y Morazán hacen alarde de un nuevo aspecto.
El esmog de los carros y el excremento de las palomas no daban tregua a estas estructuras, que tuvieron que ser pintadas por completo y reparadas en ciertos puntos.
Johnny Araya, alcalde de San José, comentó que las edificaciones, íconos del paisaje josefino, tenían al menos cinco años sin recibir mantenimiento.
Según dijo, se trató de un esfuerzo entre la municipalidad local y la empresa Pinturas Sur. El proceso tardó dos meses y tuvo una inversión de ¢8 millones.
"La municipalidad tiene un programa permanente de mantenimiento de parques, con presupuesto ordinario para asuntos como limpieza, corta de zacate y labores de jardinería. Sin embargo, una obra como esa califica como extraordinaria, y como con esta empresa ya habíamos trabajado otros proyectos, nos unimos. Ellos (Pinturas Sur) aportaron los materiales, y nosotros, la mano de obra", explicó Araya.
El dirigente municipal aseguró que el quiosco del parque Central ya está completamente listo, mientras que al del Morazán todavía le quedan unos 10 días de labores.
José Andrés Elizondo, arquitecto a cargo de las obras, explicó que la cúpula del quiosco del parque Morazán estaba bastante deteriorada, con fisuras, por lo que requirió trabajos especiales. Entre ellos, el lavado con un antihongos, la colocación de una pasta lisa para exteriores, sellador y dos manos de pintura satinada.
La decoradora, Susan Acuña, aseguró que al seleccionar las paletas de colores para ambas edificaciones, velaron por que fueran acordes con el resto de edificios cercanos.
Se emplearon tonos tropicales. En el caso del quiosco del parque Central, el café y beige de antes cambiaron por celeste, gris y café oscuro. En el Morazán, el mostaza que predominaba se remplazó por verde claro, verde oscuro y café oscuro.
Señorones del paisaje urbano
Además de resguardar a los transeúntes del sol y de la lluvia, los quioscos de estos parques materializan el avance de la sociedad josefina. No solo por su naturaleza de espacios públicos, propiciadores del convivio ciudadano, sino porque fueron y siguen siendo escenarios de actividades políticas, artísticas y religiosas.
La estructura del parque Central tiene 73 años de construida. Fue un regalo de Anastasio Somoza, expresidente nicaragüense, al exmandatario costarricense Rafael Ángel Calderón Guardia, en 1944.
El del parque Morazán es casi un centenario: tiene 97 años. Su nombre, el Templo de la Música, alude a su descendencia, pues es una réplica del Templo del Amor y la Música del Palacio de Versalles, en Francia.
El quiosco del Morazán fue declarado patrimonio histórico arquitectónico en 1975 por el Ministerio de Cultura. El del Central, por su parte, goza de la declaratoria general que recibió el parque en 1991.