La obtención de los fondos necesarios para revivir al Black Star Line todavía es una tarea pendiente para la comisión coordinadora del proyecto, que sigue trabajando desde que el histórico edificio limonense fuera consumido por las llamas la madrugada del 26 de abril del 2016.
Hace un año, los impulsores de la propuesta anunciaron que en setiembre del 2017 lanzarían una campaña de donativos para recaudar los $3 millones (más de ¢1.700 millones), que se estimaba serían necesarios para culminar la obra, sin embargo, esta colecta nunca se realizó.
Ahora, según cálculos del arquitecto Theodoro Symes, director del proyecto de reconstrucción, la inversión necesaria para concretar los trabajos y así erigir nuevamente el edificio, se elevaron a $4,6 millones (más de ¢2.600 millones), casi ¢1.000 millones más.
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De acuerdo con Winston Norman, presidente del Movimiento Universal para el Mejoramiento del Negro (UNIA), organización administradora del inmueble, la campaña de recolección de fondos no se concretó porque el grupo responsable se dedicó más a "la parte técnica para terminar los planos y para tener los permisos listos”.
“El costo que teníamos antes era menor, pero ahora sale más caro, antes era solo de madera, pero ahora es de cemento y madera, para no perder la figura, además va a tener iluminación externa”, indicó.
Actualmente existen conversaciones con un grupo empresarial interesado en aportar estos recursos, cuya identidad Norman no quiso revelar, solamente aseguró que es de carácter nacional.
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Para el arquitecto Symes este es un punto más de un largo proceso que los llena de ilusión.
“Ha sido un trabajo dinámico, extenso, conjuntamente la Comisión Técnica, la Comisión Económica y la de Recaudo, buscando esos fondos y llegó el momento con esta agrupación (interesada), con la cual se está dando una afiliación de convenio, de contrato de donación para que podamos lograr la obra satisfactoriamente y darle a Limón un punto de encuentro”, señaló el experto.
En caso de que esta posibilidad no se concrete, se retomarían los acercamientos con otros posibles donantes, e inclusive se podría finalmente realizar la campaña de recaudación de fondos por medio de una plataforma en línea, como se había planteado anteriormente.
Estado actual
Los encargados del proyecto coinciden en que ya están finalizando la etapa de tramitología, relacionada con los planos y permisos de construcción.
“Ya los planos constructivos están listos e ingresados en el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos, están en este momento en proceso de tasación y pasarlos a las instituciones que los tienen que revisar, que serían el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) y Bomberos, ya para luego poder ingresarlos a la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena) y luego al Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (CICPC)”, explicó la arquitecta Cecilia Coronado, quien también es parte del equipo.
El juego de planos, que tiene los arquitectónicos, los estructurales y los electromecánicos, suman entre 140 y 160 láminas, más los formularios correspondientes.
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Mientras este proceso está en trámite, también se trabaja en la preparación del cartel de licitación con todas la especificaciones técnicas requeridas para concretar las obras, que se espera inicien en enero del 2019 y que tendrían una duración de entre año y medio y dos años. Sin embargo, todo esto depende de que se pueda conseguir el financiamiento y que se aprueben los permisos.
Symes asegura que para la etapa de desarrollo del anteproyecto se han invertido unos $600.000 (más de ¢345 millones), donados por las empresas, profesionales y organizaciones involucradas, como la Universidad Latina, la constructora Camacho y Mora, CR Ingeniería, entre otros. Además del aporte de $12.000 (casi ¢7 millones) que ha hecho el sindicato de trabajadores de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope), por medio de insumos, como transporte.
El proyecto
La propuesta busca conservar en el nuevo edificio la tipología e identidad de la estructura que en el 2000 fue declara como patrimonio histórico-arquitectónico de Costa Rica.
“Es una reconstrucción utilizando todas las tipologías arquitectónicas que ya estaban presentes en el edificio, pero trayéndolo a la arquitectura contemporánea”, indicó Coronado.
“Se va a utilizar una estructura primaria de concreto, ya que el edificio tenía sus años y como es una reconstrucción, es una edificación nueva, tenemos que respetar los códigos actuales, los reglamentos y entonces se va a hacer una estructura de concreto y se va a forrar en madera, como era el original, para darle el aspecto arquitectónico caribeño, con todos sus detalles”, añadió.
Luego que el edificio se incendiara hace dos años, no fue mucho de la edificación lo que se pudo rescatar, más allá de los pedestales de las galerías de la esquina principal, los cuales se van conservar, así como la placa conmemorativa de fundación del Liberty Hall, que también estará presente en esta nueva versión.
“El edificio tiene en la primera planta, en la esquina, el famoso restaurante Black Star Line, locales comerciales y como una galería que se abre hacia la plaza, un multiuso para actividades o exposiciones; en el segundo piso ya viene el salón y las oficinas de la UNIA, además tiene el corredor perimetral del edificio original”, aseguró la arquitecta.
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También contará con una plaza en honor a Marcus Garvey (fundador de la UNIA) y un edificio anexo cuya arquitectura será más contemporánea, y que a su vez servirá como soporte, además de albergar oficinas y habitaciones para que la UNIA pueda disponer de ellas.
El diseño del inmueble respetará los parámetros de la Ley 7.600 para garantizar a todas las personas su accesibilidad. Asimismo, se ha procurado dar un énfasis especial a la seguridad de los usuarios por medio del uso de tecnología y otros elementos.
“Tenemos tres salidas de emergencia, una por el vestíbulo principal, con escalera y con ascensor, cada uno compartimentado por el tema de la ruta de evacuación y las otras dos, por la avenida y hacia la plaza Marcus Garvey”, expresó Coronado.
Otro elemento presente durante el planteamiento del proyecto fue aprovechar la arquitectura caribeña, de tal manera que al replicar la tipología de las ventilaciones, las pendientes de las cubiertas, se le pueda dar ese respiro al edificio, para no tener que implementar aires acondicionados y que el inmueble se ventile de manera natural.