El aire fantasmagórico del Sanatorio Carlos Durán Cartín, en Potrero Cerrado de Oreamuno, Cartago, toma nuevos bríos para aprovisionar a este histórico sitio con un blindaje turístico y cultural.
Dos iniciativas distintas, una de la Unión de Pequeños Productores Agropecuarios Costarricenses (Upanacional) –administradora de dicho recinto– y otra impulsada por estudiantes del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR), pretenden transformar el enigmático espectro que persigue a este lugar en uno que realce el acervo del cual es dueño.
La primera de estas propuestas es el acondicionamiento de una de las áreas de esa emblemática estructura para convertirla en un restaurante, así como la construcción de un parqueo que atendería la demanda de los comensales y del resto de turistas quienes visitan este afamado destino.
La otra se titula Diagnóstico de Turismo Sostenible en el Sanatorio Carlos Durán Cartín, una investigación de tres alumnas del ITCR para optar por el bachillerato en Gestión del Turismo Sostenible.
Inversiones internas
Upanacional, entidad que administra el sanatorio desde 1990, viene trabajando hace bastante en la restauración del que fuera un hospital modelo en Latinoamérica en la atención de enfermos de tuberculosis entre 1918 y 1973.
Prueba de ello, explicó Guido Vargas, secretario general de la agrupación, es la reciente colocación de hidrantes y de un sistema de circuito cerrado de televisión, para vigilancia, en uno de los edificios que conforman este conjunto estructural, el cual cuenta con declaratoria de patrimonio histórico arquitectónico desde el 2014.
Ahí, además del hospital, funcionó un centro de corrección de menores entre 1974 y 1989.
Según comentó Vargas, aunque de momento no se tiene una estrategia oficial para convertir el sitio en un destino turístico, las recientes mejoras en las instalaciones apuntan a acondicionarlo para beneficio de los visitantes.
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Tan solo en junio del 2017, la antigua área de la cocina y del comedor que utilizaban las empleadas del antiguo centro médico fue totalmente remozada.
Esto gracias a que una propuesta de remodelación para el Sanatorio ganó los ¢108 millones del certamen Salvemos Nuestro Patrimonio Histórico Arquitectónico 2015, del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y Juventud.
En el área rejuvenecida, donde también se construyó una nueva batería de baños, se abrirá un restaurante para turistas y, a un costado de esta, se edificará un parqueo.
Del archivo:
Aunque ya cuentan con el presupuesto para amueblar el restaurante y con los planos para el área de estacionamiento, el dirigente dijo que aun no determinan la fecha en que estos recintos abrirían al público.
“En el caso del parqueo, que daría más seguridad en el sector de la entrada al Sanatorio, hemos tenido muchos atrasos porque no nos han dado los permisos”, afirmó Vargas.
De hecho, desde hace un tiempo –Vargas no precisó desde cuándo–, Upanacioal cobra un monto de ¢1.500 por persona para ingresar a las instalaciones de este sitio.
Esos dineros les permiten llevar a cabo las remodelaciones, que habían sido costeadas por los 18.000 miembros de Upanacional desde que esta asociación sindical de agricultores asumió las riendas del lugar.
El Sanatorio Carlos Durán Cartín abre sus puertas todos los días, de 8 a. m. a 4 p. m.
Turismo sostenible
Con respecto al proyecto del ITCR, este estuvo a cargo de las estudiantes Jenory Bermúdez, Yanixa Sánchez y Kimberli Solano.
Ellas realizaron un diagnóstico que sugiere convertir el sanatorio en un paradero cultural de turismo sostenible. Es decir, que además de la historia y la arquitectura que lo caracterizan, se tomen en cuenta otros factores como el ambiente natural donde se encuentra esta estructura.
“Aunque las tres somos de Limón, conocimos el sanatorio y nos surgió la inquietud de que la gente deje de verlo solo como un lugar donde supuestamente asustan. Que pasen del mito y que valoren su historia, su arquitectura y todo lo que lo rodea”, comentó Kimberli Solano.
Fue así como en su proyecto de graduación, las jóvenes evaluaron tres variables: la señalización con la que cuentan los visitantes para desplazarse por las instalaciones, la información que tienen al alcance sobre ese destino y el recurso natural circundante.
Entre los hallazgos de la investigación y tras entrevistas aplicadas a turistas, las personas demostraron saber muy poco sobre la historia del lugar. Además, dijeron que la señalización es escasa y se mostraron motivados con la idea de contar con senderos que permitan explorar las áreas verdes que rodean el área de construcción.
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Como parte de las recomendaciones, la iniciativa propone colocar pasamanos, extintores, reforzar algunos sectores de los edificios abiertos al público cuya estructura no es muy estable, y demarcar áreas restringidas, entre otras.
Adicionalmente, el proyecto sugiere colocar información gráfica en las paredes de los edificios, dentro de las habitaciones, de manera que los visitantes se enteren de cuál fue la función de estos aposentos en el pasado.
Las jóvenes también recomiendan la elaboración de panfletos y materiales informativos para informar a los turistas.