El Teatro Nacional pasó una capacidad de ocupación de 832 asientos a 700, con el fin de cumplir estándares internacionales en materia de seguridad y mejorar los flujos de evacuación, en caso de una emergencia.
Las modificaciones se realizaron en dos sectores: luneta y butacas. En total se removieron 132 sillas, lo que permitió abrir nuevos pasillos para facilitar el ingreso y salida de las personas.
Para hacer estas mejoras, el teatro invirtió un total de ¢10.911.952,84 de su presupuesto ordinario.
Los cambios se efectuaron luego de que ingenieros de la Unidad de Prevención e Investigación de Incendios del Cuerpo de Bomberos, identificaran en el informe técnico CP-0807-2015, deficiencias respecto a los medios de egreso del teatro y se recomendara adecuar las instalaciones en cumplimiento con la normativa internacional NFPA 101.
Sin embargo, la reglamentación también brinda ciertas excepciones para edificios históricos, o patrimoniales como es el caso del Teatro Nacional, según dijo a La Nación el ingeniero civil José Manuel Blanco, consultor de las obras.
“La norma NPFA 101 de protección de vida humana, lo que exige en un sitio de reunión pública de más de 50 personas, son dos salidas, en este caso las condiciones del inmueble no lo presentan, solo tiene una salida. Entonces por tratarse de un sitio histórico, la norma tiene un capítulo donde se puede hacer un diseño por desempeño", indicó,
Para determinar el mejor diseño posible y ofrecer la máxima seguridad a los ocupantes del inmueble, se utilizó un software para modelar la configuración anterior y calcular el tiempo de evacuación de las personas, cuyo resultado fue de 3:30 minutos.
Una posterior modelación con la nueva distribución, evidenció que el tiempo de desocupación se podría disminuir en 78 segundos.
“Lo que más nos importa es el resguardo de la vida humana, este pequeño cambio que se hizo, garantiza que la evacuación del teatro se reduzca considerablemente”, expresó el arquitecto Diego Meléndez, director del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.
Secciones más espaciosas
Anteriormente, la sección de luneta solamente contaba con el pasillo central, por el cual debían salir todas las personas en caso de evacuación, pero con las modificaciones, se habilitaron dos corredores laterales de 90 centímetros.
La idea es que de esta forma, la mitad de los espectadores salga por los costados y la otra mitad, lo haga por el pasillo central, para reducir la recarga en un 50%, sobre este medio de egreso.
El pasillo central también se amplió; anteriormente medía 84 centímetros, actualmente es de 1.20 metros al inicio y se ensancha a 1.70 metros, hacia la salida, para acomodar más público.
A estos cambios se suma la ampliación del espacio entre las filas, que antes era de 13 centímetros y ahora es de 32 centímetros, lo que hace más ágil el paso de la gente, pero también da mas comodidad a los visitantes de mayor estatura, cuando están sentados disfrutando algunas de las funciones.
Para realizar estos cambios se retiraron un total 92 asientos, en luneta.
El área de butacas también sufrió modificaciones. Se abrieron dos pasillos laterales y uno en el centro, además se eliminó la primera fila.
“Se redujo de esta manera porque no podía haber más de 49 butacas con una sola salida, entonces se tuvieron que quitar 20 de cada lado”, aseguró Andrea Aguilar, ingeniera encargada de mantenimiento, por consultoría.
Para el jerarca del Centro de Patrimonio, los cambios responden a una necesidad “prioritaria”, al tratarse de materia seguridad.
“De hecho, con los programas que tiene el teatro de difusión, 'Teatro al Mediodía’y actividades para niños de primaria y secundaria, estamos garantizando, que la evacuación sea más expedita”, manifestó.
Cambios reversibles
Las autoridades del Teatro Nacional, aseguraron que la forma en la que se procedió para hacer los cambios, garantiza que sea reversible, en caso de que se quiera volver a la anterior configuración.
Esto debido a que todo el proceso fue documentado por las autoridades del Teatro Nacional por medio de fotografías e información, sobre su ubicación anterior y el estado de cada parte: charol, tornillos, cojines, estructura metálica, medidas (no todas son iguales), condiciones especiales (daño o deterioro).
Además, como los módulos contaban con filas de tres, cuatro y seis sillas, no se tuvo que cortar ninguna de las estructuras.
Las piezas que fueron retiradas, fueron llevadas a un taller del teatro, donde se restauraron y se embalaron, para que se puedan colocar en futuras ocasiones cuando alguno de los otros asientos, que sí están en uso, deba ser retirado para corregir cualquier tipo de daño.
De acuerdo con Carmen Marín, restauradora del Teatro Nacional, el recinto fue inaugurado sin las sillas, fue hasta años después que fueron traídas de Nueva York, Estados Unidos, y colocadas.
Las piezas originales eran de cuero, con el logo del teatro; de estas solo quedan tres piezas que se fueron rescatando a través de la historia, producto del paso del tiempo y el uso intensivo que tiene el edificio.
Mejoras necesarias
Los cambios se realizan en medio de las discusiones en la Asamblea Legislativa, con respecto a un préstamo de $31 millones para restauraciones y reconstrucciones del edificio patrimonial, declarado como símbolo nacional. Actualmente, el proyecto se encuentra en el plenario, para ser votado en primer debate.
Las autoridades reconocen que el teatro tiene muchas necesidades, las cuales han atendido de manera paralela a este debate, por medio del presupuesto ordinario, pero, según la restauradora Carmen Marín, “hay otros trabajos que no podemos hacerlo porque se deben realizar de forma integral”.
“No nos podemos quedar sentados, hay cosas que hay que ir haciendo. Estamos cuidando a las personas que nos visitan diariamente”, indicó.