Tres fieles inquilinos de la ciudad de San José pasaron por un retoque de juventud y, con mucha más presencia que antes, se imponen ante los transeúntes como un recordatorio de historia y cultura de todo un pueblo.
Se trata de las esculturas La Chola, ubicada en la avenida Central, al costado norte del Banco Central; la del expresidente Daniel Oduber, situada en el parque Morazán, y la de Gonzalo Fernández de Oviedo, en el Parque del Café, en Rohrmoser.
El clima, el esmog de los carros y la actividad de las palomas –comunes en la mayoría de espacios públicos de la capital– tenían muy desgastadas a las tres obras.
En el caso de La Chola (una alegoría a la mujer guanacasteca, del escultor Manuel Vargas), el contacto con la gente fue otro factor que contribuyó con su deterioro.
Por no encontrarse en alto, como los otros dos monumentos, y por estar en pleno paso peatonal, las personas la tocan y la abrazan para tomarse fotos con ella. Algunos hasta la frotan, para que les depare suerte en la lotería.
Un hecho que vale la pena destacar es que ninguna de las tres efigies había sido vandalizada, suerte que corren muchas otras obras de arte expuestas al público.
Obras vigorizadas
La restauración de las tres esculturas la realizó la española Ana Moraleda. Los trabajos consistieron en una limpieza con un tratamiento químico, especial para bronce y en el reforzamiento de la pátina de cada una, para evitar que las afecte la corrosión.
Una pátina es la capa verduzca que se va formando en la superficie de las obras de arte y que, con el paso del tiempo, se vuelve parte de estas.
La iniciativa implicó una inversión de la Municipalidad de San José por ¢19 millones, en un proceso de recuperación que duró dos meses.
La estatua que más requirió presupuesto fue la de Oduber (¢12 millones); a La Chola se le inyectaron ¢6 millones, mientras que a la alegoría de Gonzalo Fernández, ¢1,5 millones.
Se trata de un presupuesto recaudado gracias a un canon de mobiliario urbano que cobra la municipalidad por las paradas de autobuses, módulos de vendedores, entre otros, detalló Johnny Araya, alcalde de San José.
Alegoría guanacasteca
Esculpida en bronce, La Chola, es una estatua de 2,10 metros de altura y 500 kilos de peso. Fue colocada en la avenida Central desde el 2004, hace 13 años.
Se trata de una alegoría a Guanacaste, pues representa a las mujeres de la bajura guanacasteca, conformada, principalmente, por los cantones de Carrillo, Santa Cruz, Nicoya y Liberia.
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"Lo que uno representa en el arte es lo que lo ha impactado en su vida personal, sobre todo en los primeros años de vida. Yo saco personajes importantes de mi pueblo, Tilarán y de mi provincia, Guanacaste. Señoras con su delantal, con una actitud muy linda, esperando a sus hijos y a sus esposos para que se sentaran a comer o a conversar en una banca. Eso es La Chola, una representación muy genuina de Guanacaste", aseveró Manuel Vargas, el escultor.
Según el artista, todavía no ha podido ver cómo quedó la pieza después de la restauración, pero aclaró que cuando se enteró de que la remozarían, dio las recomendaciones pertinentes.
Monumento presidencial
La estatua en honor a Daniel Oduber, presidente de la República entre 1974 y 1978, se develó en 1998, hace hace 19 años.
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Se trata de una escultura de 3,5 metros de alto, afianzada sobre un pedestal hecho de mármol y piedra en el parque Morazán.
En aquel entonces, el bronce, esculpido por el artista Olger Villegas, fue valorado en ¢30 millones.
Un colonizador casi inédito
Poco se sabe sobre el tributo al escritor y colonizador español Gonzalo Fernández de Oviedo, ubicado en el Parque del Café, en Rohrmoser.
No solo son escasas las referencias al personaje, sino también a la efigie que honra su memoria en ese espacio público josefino.
"Nos costó mucho saber a quién honraba exactamente la obra; se especulaba que era la estatua de otro personaje y no de Fernández de Oviedo, pero tras mucho investigar, confirmamos que sí era esa misma", explicó Marco Vinicio Corrales, gerente del municipio josefino.
Asimismo, Corrales contó que la obra fue un regalo hecho por alguna agencia del gobierno español a Costa Rica –la cual no precisan en el ayuntamiento– hace unos 50 años.
Andrés Fernández, especialista en historia arquitectónica de la ciudad de San José, contó que la obra más importante de Fernández de Oviedo fue Historia general y natural de las Indias, la cual sirvió de modelo para las grandes crónicas americanas de la época del descubrimiento y la conquista.
"Eso, en buena medida, porque él mismo fue parte de ese tipo de expediciones, lo que explica el tono presencial de su relato. Aquí en Costa Rica, en 1978, se celebró su quinto centenario con un simposio histórico, pues de su crónica se desprende muy buena información sobre el país en la época de la conquista", aseveró Fernández.
Conteo de monumentos
Actualmente, la municipalidad de San José realiza un inventario de monumentos en los 300 parques de la capital, dándole prioridad a los 29 ubicados en centro histórico de la ciudad.
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De esta manera se invertirán recursos en el remozamiento de placas y monumentos en honor a próceres, así como en esculturas representativas para la colectividad.
El centro histórico de San José es un perímetro de diez manzanas de largo, por diez de ancho, que alberga los edificios y plazas más importantes. Está delimitado por el Edificio Metálico (escuela Buenaventura Corrales) al noreste, por el antiguo cine Líbano al noroeste, por la iglesia de Los Ángeles al suroeste y por el edificio de Acueductos y Alcantarillados (AyA) al sureste.